Que vergüenza.

5.7K 243 8
                                    

—No se preocupen... no vi nada— contestó Laura.

¿Que no pudo haber sido Jordan o Jay? ¡No! Había sido Laura la que nos había visto a la mitad de nuestro beso. Cubrí mi rostro inundado de vergüenza.

—Hey ya paso— me dijo riendo.

— ¿Ya paso?— dije irónica —tu madre nos vio besándonos en su cocina y tú me dices 'ya paso'— esto último lo dije haciendo una voz más gruesa semejando la de el, quien solo me miraba divertido.

—Es que no pasa nada Alex — dijo aun tranquilo —después de todo, algún día se iban a enterar— acaricio mi mejilla.

—Pero no así Josh...— le dije mirando hacia abajo —que pensara de mí— realmente me importaba mucho lo que su familia pensara de mí.

—Yo hablare con ella y le explicare— depositó un beso en mi frente —...y ya te lo dije te adora— hizo que una pequeña sonrisa se colara entre mis labios. — ¿vamos?— me preguntó tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.

Caminamos escaleras arriba, solo que ahora estaba algo insegura.

— ¿Y?— dijo Josh cuando llegamos a la puerta de su habitación.

—Gracias por traerme...— bromeé.

—Espero y te hayas divertido— me siguió el juego.

—Si... fue divertido— jugaba con mis dedos tontamente.

— ¿Nos veremos luego?— preguntó sonriente.

—Porque no...— le sonreí igual.

—Hasta... hasta luego...— dio un beso en mi mejilla, se dio media vuelta y comenzó a caminar.

—Josh...— susurre un poco más fuerte y este rápido volteo.

— ¿No te gustaría pasar? Y... no se ¿platicar?— fingí nerviosísimo.

—Me encantaría...— rápido regreso y me abrazo por la cintura.

Nos metimos en la cama, pasó su mano por mi espalda, yo pase mi brazo por su cintura y recosté mi cabeza en su pecho, escuchando el tranquilo palpitar de su corazón.
Coló su mano por debajo de mi playera para acariciar mi espalda. Sin pretensión alguna. Solo me brindaba tiernas caricias, su respiración chocaba contra mi cabello y yo subía y bajaba al ritmo de su respirar. Era un momento único.

—Te amo Alex — eche mi cabeza hacia atrás para poder verlo a los ojos.

—Te amo Josh — le conteste antes de unir nuestros labios en un dulce beso.

Abrí mis ojos y me di cuenta de que lo que estaba en mis brazos no era lo que precisamente esperaba ver al despertar. Moví la almohada y gire pero tampoco había rastro de Josh al otro lado. Resignada volví a recostarme pero al ver el reloj en el buró de alado de la cama me levante. ¡Eran las ocho treinta y cinco de la mañana! ¡Porque Josh no me había despertado antes de irse!

A la velocidad de la luz me puse de pie, tome mis jeas junto con una blusa celeste, mi cepillo de dientes y corrí al baño. Después de una rapidísima ducha, cepille mis dientes.
Me vestí con una velocidad olímpica y até mi cabello en una coleta alta. Salí de la habitación de Josh no sin antes arreglar la cama fugazmente.

—Laura... ¿sabes donde esta Josh?— pregunté con una mescla de nervios, pena y tengo que aceptarlo un poco de miedo.

—Hay cariño... recién salió a comprar unas cosas para el almuerzo...— me dijo con esa dulce sonrisa —hay una tormenta terrible, llame a tu madre y le pareció bien que faltaras al colegio, por eso les dije que no te despertaran— me explicó.

— ¿Tormenta?— pregunté extrañada, si ayer había un sol apenas soportable.

—Increíble no crees...— me dijo riendo.

Camine hacia uno de los grandes ventanales de la casa y efectivamente. Una tormenta terrible se había desatado. Ni siquiera parecía que era de día, el cielo estaba de un color gris obscuro, y se veía como el agua corría en gran cantidad por la calle.

Regrese al comedor donde estaba Laura, seguramente los demás dormían. Me senté a un lado.

—Laura yo quería pedirte disculpas por lo de anoche...— tenía que hacerlo, no podía fingir que nada había pasado. Soltó una pequeña risa.

—No te preocupes...— me dijo aun con esa sonrisa —no pasa nada, a menos claro que tu no estuvieras de acuerdo con lo sucedido, entonces si le llamare la atención a Josh— bromeo, claramente sabía que yo 'estaba de acuerdo' reí tímidamente —además... me encanta la pareja que hacen— me abrazo y era más que obvio que también la abrace. No podía ser más dulce.

— ¿Café o jugo?— me preguntó amablemente.

—Jugo— sonreí y camine detrás de ella hacia la cocina.

El niñero.Where stories live. Discover now