2. Vodka con pomelo

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—Mel —dice mirándome de arriba a abajo—. Estas...

— ¿Estoy? —digo arqueando una ceja y prolongando la letra o.

—Distinta —dice al fin. ¿Distinta es en serio? No se te ocurrió algo mejor

—Idiota —digo casi en un susurro.

— ¿Qué? —dice en el momento que aparece Nolan

—Que tú también estas distinto.

—Nolan salvando momentos incómodos desde mil novecientos noventa y tres -dice mientras larga una carcajada —. Liam yo sigo con mi prima. Te voy a dar vodka a ver si te relajas un poco Mel y cambias esa cara de haber visto un fantasma. Lo miro y lo fulmino con la mirada al ver que Liam se ríe.

—Nolan, creando momentos incómodos desde antes de Cristo. ¿No podrías haber dicho que me necesitabas o algo así? Siempre tan oportuno... —le suelto a mí primo a medida que nos alejamos y larga una de sus carcajadas tan características.

Tomo un vaso de vodka casi de una vez como si fuese una medida de tequila y me encuentro con Riley, una de mis mejores amigas que está más rubia que nunca y tiene un vestido azul que le queda espectacular. Con ella está Sean, no lo veo desde hace dos años, desde... bueno desde aquella noche de verano, tiene sus ojos negros clavados en mí. Ella me saluda con la mano y yo me dirijo a ellos arrepintiéndome de haberme puesto este vestido tan corto y estos zapatos de tacón que unas horas atrás, frente al espejo de mi cuarto, habían parecido estar en perfecta armonía con el resto de mi atuendo. Riley interrumpe mis pensamientos y pasa su mano por delante de mi cara con la intención de llamar mi atención. Sean se muerde el labio inferior y se ríe, sabe en lo que pienso y me vuelvo hacia el con una mirada asesina. Mi mejor amiga no tiene idea.

—Mel, Dios... ¿qué te pasa? ¿Quieres más vodka o no? Aunque después de ese fondo blanco puedo asegurar que viste a mi hermano...

—Ehh...si vodka está bien -digo por fin y mi amiga me pone los ojos en blanco, recién llegué y ya me van a enloquecer con Liam.

—Ya vengo, voy a buscar más —dice y se aleja dejándome sola con Sean.

—Así que soy tu secreto —me suelta al fin —. ¿No les dijiste nada verdad? ¿No le contaste al resto del trío?

—Si –miento mientras acaricio un mechón largo de mi pelo —. Bueno no, no se lo dije a nadie, solo a Sophia y no nos digas trío suena mal.

—Tranquila, yo tampoco. Igual no creo que a Riley le moleste si se lo dijeras. Pasaron cuatro años desde la última vez que estuve con ella y sabes lo que dicen tres son multitud a la hora de guardar un secreto.

— Pero fue una noche complicada para mí. Lo sabes y solo pasó una vez. Por lo que no tiene sentido que se lo cuente, fue algo estúpido de mi parte —le contesto, aunque creo que eso es para convencerme a mí que estuve bien en no decirle. No soy de las que andan acostándose con tipos porque sí. Fue una vez y listo. Él estuvo ahí para mí y lo usé como distracción para pensar en otra cosa que no fuera Liam al menos por una noche. Me siento una idiota por eso y sé que Sean no es cualquier chico —. Y ese dicho no es aplicable a esta situación, Sophia es de confiar —agrego mientras me llevo el vaso a la boca escondiendo mi sonrisa —. Lo que creo es que se lo debes de haber dicho a alguien.

—Debería. Todo el instituto tratando de que Melina Evans me dé más que un beso estando borracha y lo que consigo es que después de un año la que me haya buscado para más en Nueva York fuese ella.

—Un poco más de filtro te vendría bien y por si no lo recuerdas solo era un capricho para ti. Además no te busqué, te encontré en un bar.

—Al principio si, después dejaste de serlo y después de Nueva York... —responde dejando la frase por la mitad en el momento que Riley aparece.

— ¿Y se pusieron al día? —dice Riley mientras nos rellena los vasos con vodka y pomelo. —. Para que no sigas tomando el vodka como si fuera agua nena.

—Yo... vuelvo en un rato. Tengo que ir a ayudar a Nolan en la cocina —miento y ellos asienten mientras me alejo con mi vaso rojo y blanco en la mano.

Agarro una botella de vodka de la mesada de la cocina y un pomelo de la heladera y me dirijo al patio. Es una noche despejada de verano, hay un poco de viento pero se siente bien, no tengo frío pero puede ser por él alcohol que estoy acumulando en mi sangre desde que llegué. Me siento y cruzo las piernas sobre la hamaca de madera con mis botellas, empiezo a tomar y pensar. Me acuerdo cuando besé a Liam por primera vez en esta hamaca y cuan enojado estaba mi primo cuando nos vio, aunque ya llevábamos un tiempo hablando y él lo sabía, pero claro yo era una nena de quince y Liam tenía diecisiete, además de ser su amigo y yo la prima pequeña.

Escucho como cruje la madera del deck y me sobresalto, Liam. Está dando la vuelta. Seguro porque vio que la que estaba sentada en la hamaca era yo.

—No tenés que irte porque esté yo acá -le digo bastante segura de mí misma y el me mira con sus ojos azules y se sienta a mi lado.

—No te quería molestar. Capaz esperabas a alguien —dice mirándome a los ojos. Dios esos ojos. Niego con la cabeza y levanto la botella en forma de pregunta. El asiente y le relleno el vaso.


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