Capítulo 15: Un cambio de look.

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CHARLOTTE

No se cómo me convenció. No, mejor dicho si lo sé. Alexis es el mayor experto en chantajear personas con sus mayores miedos y debilidades. La mía: Los ratones.
Él me amenazó diciendo que si no aceptaba mi regalo de navidad sería una caja repleta de esas pequeñas cositas a las que les tengo tanto miedo.
El día de ayer mi amigo se encargó de pedirle el permiso a mi madre, la cual aceptó inmediatamente encantada diciendo cosas como: ¡Claro! a esta niña ya le hace falta un poco de diversión; una noche con jóvenes de su edad le haría bien; el estar todo el día en casa le puede resultar fastidioso… bla, bla, bla. ¡Hasta mi mamá esta en mi contra!, el quedarme en casa todo el día no tiene nada de malo, ¡Al contrario!; no tengo nada de ganas de ir a esa “fiesta” de adolescentes en la que solo habrá alcohol y parejas quitándose la ropa en los pasillos. Agh, pero vale la pena, así no tendré que soportar esas cositas en mi casa la mañana de navidad. Conozco a Alexis, es capaz.
Estoy esperando a Alexis en la puerta de la casa de Eduardo, el cual, también acepto. Me llevara a la casa de Marcel para mi transformación, ya que, tengo que “impresionar”, aunque, no lo entiendo. Vanessa siempre hace esta fiesta en estas fechas, por el final del año. Claro, la reina quiere ser recordada  como la organizadora de fiestas más genial en todas las vacaciones de invierno. La escuela terminará en una semana, y ella no puede esperar.
Alexis toco el claxon de su auto y yo me despedí de Eduardo, Emma y mis hermanos; claro con unas sonrisas burlonas de Meri, Josh, y las insistentes preguntas de la pequeña Madeleine. Salí de casa con un suéter de lana, porque sigue haciendo frio. Entre al auto y mi amigo me recibió con una gran sonrisa la cual correspondí.
     — ¿Lista?— Me pregunto encendiendo el auto.
     —No tanto— musité.

˜***˜

Marcel nos abrió la puerta y entramos hasta su habitación. Había un par de bolsas color negro, largas sobre la cama. Me acerque para ver su contenido (son los vestidos( pero una mano fuerte me los arrebato rápidamente.
    — ¡Oye!— protesté cruzándome de brazos.

     —No los veras, de hecho, no veras nada de lo que te haremos hasta que estés lista—respondió. Yo lo mire mal y me senté en la cama cruzada de brazos.
     —Comencemos— anunció Marcel tomándome de los hombros dirigiéndome a la silla frente a su tocador, con el espejo cubierto. Se lo tomaron muy en serio, esto de la transformación.
     —Por el peinado— Escuché decir a Alexis. Espera, ¿Alexis iba... a ayudar?
     — ¿Alexis?, ¿Tú vas a...?
     —No hables— me interrumpió. Yo reí y me dispuse a relajarme, cerré los ojos.

˜***˜
     — ¡Así no es!— negó Marcel.
     — ¡Entonces cómo! ¡Esto es así!, ¡No es mi culpa de que tenga tanto cabello!— respondió Alexis. Ambos comenzaron a jalar de mi cabello, para después soltarlo y pelear por el cepillo. No me había dado cuenta que me quedé dormida… y en manos de estos dos.
    —  ¡Alexis, dame eso! ¡Tenemos que terminarla!
     — ¡Yo puedo hacerlo! ¡Tome cursos de estilista! ¡Tú no!— protestó con elevando la voz de forma femenina.
¿Qué?
     — ¿Que tú qué?— preguntamos Marcel y yo al unísono mientras tratábamos de no reír por su voz. Él se dio cuenta de su voz y paso saliva violentamente.
     —Lo admito. Tenía que ocupar mi tiempo en algo, y con una madre como la que tengo, no me quedo remedio… que aceptar— confesó con timidez. La cara de Marcel  y la mía eran un poema ¡Alexis era mitad estilista! ¡Dios!
Toque mi cabello, y lo raro era que... no sentí nada, no tenía ningún peinado. Los mire a ambos interrogante y ellos se miraron entre sí con nerviosismo. El mitad estilista se dispuso a hablar:
     —Digamos que… lo que teníamos planeado no funciono— explicó.
     — ¿Cuánto tiempo llevo aquí?— pregunté levantándome de la silla. Mire el reloj de la habitación y ya habían pasado más de dos horas —¡Mas de dos horas para nada!
      —Duermes como oso— comentó Marcel.
     — ¡No me cambies el tema!— le dije dando vueltas por la habitación —No quiero ir a esa fiesta, Alexis me amenaza con ratones, no estoy “arreglada” y la fiesta es en poco menos de cuatro horas ¿Ustedes en qué momento se van a arreglar?
     —Charlotte, tranquila, aquí tenemos todo lo necesario, siéntate y hare algo improvisado… sencillo y estoy seguro de que te quedará excelente— explicó mi amigo frotándose las manos, mientras me obligaba a sentarme de nuevo en la silla y le ordenaba a Marcel que se bañara, para seguir con ella. Esto… estaba asustándome.

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