Capítulo 42: Planes (parte 2)

30.6K 1.6K 174
                                    

NICOLÁS

El viernes, como siempre, no pasaron de palabrerías con Carlos. Puede ser un ricachón, pero no creo que se atreva a hacerme algun daño.
O al menos eso es lo que pensaba... antes de quedar en una camilla de hospital.
Maldito seas Carlos Galvan, tú y tu maldito dinero.
Sábado, día de pasar tiempo con la familia... claro, él tenía su jodida cuartada, así que obviamente no podía inculparlo, y mucho menos porque seguramente no lo hizo con sus propias manos.
Estúpido.
Cobarde.
Los frenos de mi Jeep estaban cortados.
Sabotaje.
Obra de: El jodido ricachón.
Claro, lo hizo pasar como si hubiera sido un robo y quitó otras cuantas cosas también.
Ahora tengo un maldito esguince en la pierna, y no podré jugar el último partido de soccer. ¡Era el más importante de mi vida! ¡El último que jugaría antes de irme a la Universidad! ¡Y él lo sabía! Pero no se va a quedar así.
Todos mis amigos... el equipo de soccer y mis padres, estaban afuera. Todo pasó esta mañana cuando iba de camino a la escuela. Un día antes, había llovido... yo iba tarde... ya sabrán lo que pasó después; ahora no tengo auto, no tengo partido, y tengo que usar unas malditas muletas.
Perfecto Carlos, muy buena.
*Digo que le patees el trasero y de paso las pelotas*
Por primera vez, en mi vida, estoy de acuerdo contigo.
Salí del hospital y no tardaron en bombardearme con preguntas.
     — Oigan... estoy bien, sólo es un esguince, ¿ya? ¿podemos irnos?
En realidad no estaba bien... quería partirle la cara a Riqui-ricón, pero me las ahorraría.

*No. 6: Da un paso adelante.

     "Bueno, si ya llegaste a este paso, es porque hiciste los demás bien. ¡Já! Ni quién se lo imagine... Vas a la mitad querido; Acercáte más, sé original, sé mejor que tu ya sabes quién, hazla sentir especial, CUIDADITO con que se te vengan las ganas de besarla o algo... tratála con respeto... recuerda, aún tiene novio"

Ya que gracias al estúpido "accidente" que tuve, tengo que guardar reposo en casa... no puedo ir hacia ella, pero puedo hacer que ella venga a mí.
Sentado sobre mi cama con la hoja del plan a mi lado, dirigí mi mirada a la nada, recordando todos esos momentos que han surgido desde la apuesta:
*Tuve... por primera vez, miedo... de hablar con una chica.
*Invité a la chica más linda a mi primera cita... me refiero a la primera que no terminó en una cama.
*Sentí... celos, celos de verdad, por primera vez... alguien me importó.
*Miré a una chica a los ojos, y pude sentir las horribles y jodidas mariposas de las que tanto se habla.
*Fui engañado con un simple cambio de imagen.
*Me importó cómo comportarme frente a una chica... me importó lo que ella pensara de mí.
*Quise arrancarle la cabeza a alguien... para que no se acercaran a Charlie.
*Experimenté los síntomas del amor. Y fue un verdadero asco...
*Hice algo... por alguien más.
Todo. Y todo, para llegar al momento en el que te vuelves a ver en el espejo y sí... sabes que no eres el mismo, ¿por qué?, sencillo. Te enamoraste. Ahora sabes que... haber pasado por todos esos repentinos cambios de humor, y parecer una vieja menopáusica, valió la pena... porque, sabes que estás experimentado una nueva etapa... una de verdad... una en dónde no se necesita el contacto físico, mucho menos el sexo.
Es cuando te das cuenta de que esa palabra a la que tanto temiamos, se está desarrollando en tu sistema, y sin esperar, sin creertelo, actuó. Pero después sales a la realidad y te encuentras con que te diste cuenta demaciado tarde... cuando esa chica ya está con otra persona. Y tú no le interesas en lo absoluto... y es por eso, que decides luchar, aventurarte... cambiar tu destino...
Me juro a mí mismo, que si Charlotte no vuelve a mí después de intentarlo todo... me iré, me alejaré, empezaré de cero, pero está vez lo haré bien. Y si ella vuelve... nunca la dejaré ir.

Mi madre tocó a mi puerta y seguida de ella entraron los chicos del equipo. Escondí la hoja debajo de mi almohada. Ellos me traían presentes. Y yo me reí.
     —Hieres nuestros sentimientos— dijo Mario.
     —No...— reí —Es... gracias chicos, pero... creo que exageraron un poco... no es que haya dado a luz o algo así.
Dejaron a mí lado globos, paquetes de golosinas, chocolates... y todo en forma de balón de soccer. Max se acercó a mí y me abrazó, fingió llorar (incluidos los gritos, las clemencias y las absorciones inecesarias de mocos).
     —Te traje algo... para que me recuerdes todas las noches.
Me entregó un muñeco que tenía pegada su foto en la cara. Todos soltamos una carcajada (incluido él).
     — ¿Qué vamos a hacer sin nuestro capi favorito?— dijo Nick.  
     —Hey, escuchenme bien... el que no pueda estar dentro del campo... no quiere decir que no pueda estar en el campo.
Fruncieron el ceño.
     —Idiotas, me tendrán gritándoles en su jodida cara todo el puto partido para que le pateén las pelotas a esos ricachones. Y por favor, si ven a un tal Carlos por ahí... denle duro por mí.
Oh sí... el último partido, la final... nuestro contrincante era la escuela de los ricachones a donde asistía Carlitos.
Sonrieron instantaneamente y celebraron.
Esta pierna no iba a detener.

¿Apostamos?Where stories live. Discover now