Sexta parte.

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La nieve caía alrededor de Hogwarts, los niños corrían de un lado a otro jugando en los jardines, otros patinaban en las partes congeladas del lago, mas eso no significaba que las clases hubieran acabado.

Harry se acomodó la bufanda verde con plata, todavía no se acostumbraba a los colores, hasta había veces en las que se dirigía a la Torre de Gryffindor sin saberlo y, justo cuando estaba frente al retrato, recordaba que no se sabía la contraseña y que ya no pertenecía ahí. Aunque eso no era malo, por alguna razón, amaba su nuevo hogar, como si siempre hubiera pertenecido a Slytherin. Nada de críticas o rumores inciertos, lo aceptaron por lo que era, no por lo que dijeran de él... Aunque puede que eso se deba más a la época y el que no tenía fama del niño-que-vivió, pero aún así le gustaba.

Se empezaba a cuestionar que habría sido de su vida si hubiera dejado que el Sombrero Seleccionador lo pusiera en Slytherin, también se había maldecido por haber rechazado eso.

—Tengo frío —gruñó Harry abrazándose a sí mismo.

—Te dije que te pusieras otro suéter, el que tienes no abriga nada —contestó Tom poniendo los ojos en blanco.

Las mejillas de Harry se prendieron en color rojo y dirigió su mirada al piso. Tom solía tener razón en todo, sin ninguna excepción, ¡pero él no sabía que iba a hacer tanto frío!

Algo fue depositado en sus hombros y sintió el calor que emanaba. Harry agarró el abrigo y se acurrucó en él, impregnando sus fosas nasales del suave y agradable olor a Tom, un aroma más hipnotizador que el de la tarta de melaza.

—Oh, no sabía que fueras tan caballeroso, mi querido Gryffindor —se burló Harry mirando hacia Tom.

—No soy caballeroso —siseó molesto—, sólo no quiero que Madame Poppy tenga que liderar con un ser tan testarudo como tú.

Harry asesinó con la mirada a Tom, para luego sacar su lengua, haciéndolo ver como un niño caprichoso. Totalmente infantil. Cosa que fascinó a Tom, aunque, bueno, todo lo que hiciera Harry le fascinaba, aún no encontraba algo que le desagradara de él, hasta su terquedad lo dejaba embobado. Todo en Harry era maravilloso.

—Mi lord —llamó alguien a sus espaldas.

Tom miró hacia atrás rápidamente mientras Harry bufaba un "yo no soy tan testarudo".

—¿Qué pasa, Lestrange? —preguntó al identificar a su amigo/seguidor.

—Llegó eso que pidió —contestó haciendo una seña para que empezaran a caminar.

Tom miró a Harry como si estuviera pidiendo permiso, nunca le ha gustado dejarlo solo, pero había veces que necesitaba hacerlo, como ésa. El azabache asintió encogiéndose de hombros, pero, antes de que Tom pudiera empezar a caminar, habló:

—Podías haber usado un hechizo calentador —dijo sonriendo—, que tierno eres, Tommy.

Tom sacó su varita para mandarle un hechizo, pero Harry ya se encontraba a metros de distancia, corriendo todo lo que sus píes le permitían.

Lestrange frunció el ceño al ver la escena, era raro ver a su Lord querer atacar a alguien sin discreción... y más dejarlo vivo cuando lo llamó con un nombre tan vergonzante y estúpido como "Tommy", aunque, pensándolo bien, Tom había cambiado mucho desde que Harry había llegado, se le veía más sonriente y menos gruñón. Y no sabía si era bueno o malo.

Fue una sorpresa para él enterarse que el pelinegro y el azabache se conocían, más al saber que eran muy buenos amigos, no solo él, todo Slytherin se asombró al ver a su príncipe sonreír y convivir tan abierto con una persona como Harry, alegre, sonriente y siempre positivo. Todo lo contrario a su Lord.

Un nuevo mañana.Where stories live. Discover now