Vigésima parte.

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El dolor de cabeza detonó cuando su trasero chocó contra el piso. La esfera blanca se había convertido en un pequeño tornado que lo había arrogado a algún lugar el cual no le importaba en ese momento, no cuando había dejado a su esposo y a su casi hermana,  y sumándole que debía saber el año en el que se encontraba, ¿y si no había caído en un año donde lo conocieran? ¿tendría que inventar otro nombre? ¿estaría Tom vivo... o habría nacido? ¿qué hará si no es así?

Tal vez sí habría caído en una época donde existía, pero la pregunta que más predominaba era: ¿qué rayos había hecho antes para llegar a esa situación? Su día iba normal, no hubo nada extraño por el cual tener que preocuparse, sus típicas peleas con Nagini, las sonrisas de Tom, el dulce de Dumbledore, la esfera... El dulce, era lo único fuera de lo normal, ¿cómo no se pudo dar cuenta que era un plan? ¡Merlín! Hasta Tom se lo había dicho, y, el tal veneno que tendría, resulto siendo una poción solidificada. Algunas veces odiaba al viejo loco, pero se lo tendría que esperar, después de tanta insistencia de su parte, era lógico que planearía algo para que regresara a su tiempo...

—¿Harry? —la pregunta lo sacó de su pequeño ensimismamiento, haciéndolo voltear hacia la voz que resonaba por todo el lugar— ¡Por Merlín! ¡Harry!

—¡Cachorro! —tras ese grito pudo oír un "click" dentro de su cabeza, haciéndolo mirar por toda la habitación y encontrándose con su lupino favorito.

—¡Remus! —fue lo primero que gritó y, parándose con cierta clase que ninguno de los presentes sabía que poseía, se encaminó hacia su antiguo profesor y lo abrazó.

No sabía cuanto había necesitado cariño paterno hasta el momento que su tercer padre le correspondió el abrazo, acercándolo a sí. Por alguna razón el olor que desprendía Remus le tranquilizaba a tal manera que se olvidó de todo lo que estaba pasando, de haber viajado nuevamente por el tiempo, de dejar nuevamente a sus amigos y, sobre todo, se olvidó de haber dejado a su esposo solo hace algunos años atrás.

Otro "click" sonó por su cabeza, uno muy extraño, como una pequeña caja abriéndose y dejando salir miles de recuerdo de los años que pasó con sus padres, el como jugaba quidditch con los merodeadores, como se peleaban éstos por su atención o como su madre solía jugar ajedrez mágico con él mientras hablaban de cualquier tontería que le pasó el año anterior en Hogwarts. También el recuerdo de Draco riendo en la Sala Común de Slytherin mientras se contaban los últimos chismes del día, pero, sobre todo, recordaba a un pelinegro de ojos azules acariciando su cabello con cariño cuando tenía cinco años, el ir a jugar a su casa que, curiosamente, se parecía mucho a la que dejaba de dejar.

—¿En serio? —se oyó una queja con un toque de gracia— ¡Yo soy su padrino! ¡Suelta a mi cachorro!

—¡Sirius! —gritó soltando a su tío Remus para abrazar a su padrino.

—¡En tu cara, Lunático!

—¡Sirius, suéltalo! —se escuchó otra voz.

—¡No! ¡Es mi ahijado!

—¡Es mi hijo!

—¡Me prefiere a mí!

—¡Tú estás feo!

—¡Claro que no!

—¡Los dos, callados! —rugió una pelirroja atrás de ellos—¡Suelten a mi hijo! ¡Ahora!

Los dos hombres soltaron a Harry con temor, mirando hacia la única mujer de la habitación y arrogando al azabache hacia ella como si se tratase de entregar una ofrende a algún tipo de monstruo.

—¡Harry James Potter! ¿Quién te crees que eres? ¡Irte un año y medio y no dejar ni una nota! —regañó Lily Potter poniendo sus manos en su cintura, molesta— ¿Sabes lo preocupados que estuvimos por ti? ¡Hasta el ministro ayudó en tu búsqueda!

Un nuevo mañana.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang