Capítulo 5: Vuelta de página.
-Lo poco que sé, es lo que salió en la prensa- resopla y apoya su trasero, perdón, magnificó trasero, en la baranda de metal-No se dijo el motivo, algunos periodistas hablaron de problemas mentales... otros de problemas de Ricardo y Ryan...
-¿Qué tiene Ryan que ver en todo esto? -Lo interrumpo.
Respira con fuerza, cavilando la respuesta.
-Ricardo Paolantini, el hombre que te disparó, era el padre de la prometida de Ryan. Tanto los Applewhite como los Paolantini, pagaron un gran suma de dinero para que tu nombre se mantuviera oculto, y taparon muy bien los hechos por lo que pasó todo ese desastre.
Mis ojos y mi boca se abren como si hubiera visto un fantasma. Mis pulsaciones comienzan a acelerarse, la respiración me falla. Me agarro con fuerza a la barandilla, siento como mis piernas comienzan a temblar, las manos de César me sujetan y me ayudan a llegar hasta la silla de nuevo. Agarro mi copa, la cual vuelve a estar llena, y de un trago la vacío. Nada de esto tiene sentido ¿Por qué me iba a disparar a mi ese hombre? Una respuesta aparece en mi cabeza, haciendo que me recorra un escalofrío "Me disparó por que yo era la amante del hombre que se iba a casar con su hija."
-Eh, Vicky- lo brazos del rubio me aprietan contra su pecho, apoyo mi mejilla sobre su camisa, cerrando los ojos y oliendo su perfume.
No consigo entender todo lo que está pasando.
-Lo siento... yo...
-No te disculpes- Se separa, y agarra mi cara entre sus manos, su expresión cambia al ver mis ojos húmedos. Besa mi cachete, muy cerca de la comisura de mi boca- Es mejor que te lleve a casa, hace frío, y por tus ojeras no has dormido bien. Necesitas descansar Vicky.
El trayecto de vuelva, está lleno de silencios, no consigo dejar de pensar en lo que me ha contado. He querido una respuesta a todas las preguntas y lo que me he encontrado son más cuestiones sin resolver.
-Gracias por esta noche. Me lo he pasado muy bien- Le digo buscando las llaves en el bolso.
El asiente y me dedica una sonrisa.
-Buenas noches Vicky. Descansa.
-Buenas noches.
Entro en mi casa, enciendo la luz de salón y me sobresalto al ver a Mel durmiendo en el sofá.
La cama me grita en silencio, el cansancio consigue acallar todos mis pensamientos.
-¿Qué tal con César? - Pregunta mi amiga al verme aparecer en el salón.
-Bien- Le respondo bostezando.
-¿Has dormido? -Escruta mi rostro, fijándose en las ojeras.
-Sí, aunque he vuelto a tener pesadillas.
Me siento en el taburete, y Mel pone delante de mí una taza bien cargada de café. Durante el desayuno me interroga sobre los sueños que estoy teniendo, sin mucho esfuerzo consigo desviar el tema hacía su boda, se le ve tan feliz que me contagia la alegría. Cuando me quedo sola, decido hacer lo mismo que ayer, correr. La mañana es fría, pero se está bien sin tener que aguantar un debate interno, aunque no consigo borrar las palabras de César, pero si consigo dejarlas en segundo plano.
A la hora del almuerzo mis padres aparecen con pizzas. Papá me mira más preocupado que nunca, sabe perfectamente cuando mi sonrisa es forzada. Mamá está tan ilusionada con la boda de Mel que ni siquiera menciona lo ocurrido, se que lo están pasando verdaderamente mal con todo esto.
