Capítulo 21: La nota.
Frunzo el ceño sin comprender a que viene todo esto. ¿Qué oculta César?
–¿Qué habéis descubierto?
Ryan se mueve incomodo en el taburete. Sé que no le agrada lo que me va a contar. Y ahora comprendo que lo hace por protegerme. No obstante, mantenerme al margen de lo que sea que esté ocurriendo me hará un blanco más fácil. Dicen que la ignorancia, en algunos casos, te da la felicidad, en este caso me podría hacer confiar en mi peor enemigo.
–Empezaré por el principio. –Sugiere levantándose y dirigiéndose hasta el mueble de la cocina. Abre una gaveta y extrae un papel. – Después de que te dispararan comencé a pensar en todo lo ocurrido, nada tenía mucho sentido, ¿Cómo se había enterado Ricardo de nuestra… aventura? –Sus ojos me piden disculpa y sé perfectamente que no es por la definición que ha utilizado, sino por el hecho de que el mismo, durante un tiempo creyó que era así. Una simple aventura, algo para olvidar. – Pensé que quizás me habían seguido. Pero tras encontrarme esto– Me entrega la hoja, que resulta ser un artículo de periódico un tanto viejo– Todo encajó.
Con su mano me invita a leer lo que está escrito en la hoja amarillenta por el paso de los años. Obedezco y leo. Hago el intento de centrarme en lo que hay escrito, pero no consigo ver algún tipo de vinculación con lo sucedido.
El periodista narra una redada que llevó acabo la policía, a sabiendas de que uno de los locales más famosos de la ciudad por aquel entonces, se hallaba el lugar de encuentro de una de las bandas organizadas más buscadas por trafico de armas y drogas, blanqueo de dinero… y otras muchas perlitas. No obstante, los agentes solo hallaron el cadáver de una mujer, los demás, según cuenta el artículo, lograron escapar.
Levanto la cabeza, buscando la mirada de Ryan. Antes de poder hablar, entiende mi confusión, me señala uno de los párrafos, y vuelvo a leer donde me indica.
En esas líneas habla de la mujer a la que encontraron con un disparo en la cabeza, hija de uno de los empresarios más importantes, un tal Andrew…
¡Joder!
Mis ojos se abren de par en par. Me llevo la mano a la boca, y busco los océanos de mi chico.
–¿Es…? –No consigo articular ninguna palabra.
Asiente lentamente.
–Elisa Bonett. Era la hermana de César.
Siento como el sudor comienza a recorrer mi cuerpo. El estomago se me revuelve. No hace falta que Ryan me aclare que fue el propio doctor Bonett quien le contó nuestra relación a Ricardo.
–No sé como pasó–Continua él, con la vista perdida– Pero el destino unió a dos hijos de puta sedientos de venganza. Óscar, uno de los mejores abogados del bufete, ha descubierto que César pertenece a la banda. Los ayudaba con las falsificaciones de documentos médicos…
Las palabras de Ryan se quedan flotando en el aire, mientras en mi cabeza algo hace una especie de “Click”.
–El bebé… no era suyo – murmuro, sintiendo como mis ojos se inundan– ¿Verdad?
–No. Yo mismo fui a pedirle que me mostrara la prueba de ADN. Es falsa.
Mi pecho se libera de la opresión que lo apretaba desde hacía días. Pensar que llevé un bebé en mi interior que no era de Ryan me había destrozado.
–¿Por qué? ¿Por qué fingir que ese bebé era suyo? – Los ojos azules me miran como si la respuesta a mi pregunta fuera clara. Y lo es– Esperaba que te dejara. Que fuera en su busca. Esa era su venganza.
