Capítulo 23: Para siempre.

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Capítulo 23: Para siempre.

–¿El día de mi qué?

Decir que estoy confusa es quedarse corta. ¿Qué me he perdido?

–Que te casas. Hoy. En la playa. Con Ryan. – Me explica mi mejor amiga como si hablara con una niña pequeña.

–¿Es que he vuelto a perder la memoria? Por que no me acuerdo que me casara hoy.

Mel se echa a reír, moviendo la cabeza de un lado hacía el otro, meneando su larga melena castaña.

–No has perdido nada. Bueno, la virginidad, pero de eso hace tiempo. –Pongo los ojos en blancos por la bromita y ella sigue con su explicación– Era una sorpresa. Es como un cumpleaños sorpresa, pero esto es una boda sorpresa.

–¿Me has organizado una boda sorpresa?

Si me pinchan no sangro.

–No. Te hemos preparado una boda sorpresa. La idea fue de Ryan. Pero tranquila– Dice poniendo sus expresión seria– Yo me he encargado de la organización. Así que será todo perfecto. Y levantate ya, en una hora vendrán a maquillarte y peinarte.

–Mel… no puedo casarme… ni siquiera tengo vestido– Estoy en estado de shock.

Ella levanta una ceja, diciéndome en ese gesto que la subestimo. Se interna en el vestidor, y sale de el con un forro negro entre las manos. Lo cuelga de la puerta y con la mano me invita a que lo abra, dubitativa lo hago. Las palabras se me quedan atascadas en la garganta. No encuentro nada coherente que decir. Es absolutamente perfecto.

Es un vestido sencillo, sin volumen. El encaje cae en linea recta, abriéndose a los pies y formando una pequeña cola. Unas diminutas perlas hacen de tirantes y la espalda es completamente descubierta.

Abro la boca y vuelto a cerrarla sin encontrar palabras para pronunciar.

–Ya sé que es increíble– dice Mel rompiendo el silencio. En las manos sostiene una caja envuelta en papel– Este es mi regalo como madrina.

Aún si saber que decir, desenvuelvo el regalo, encontrándome los Manolo Blahnik azules, aquellos que llevaba el personaje de Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York el día de su boda.

–Algo azul– Musito mirando los zapatos.

–El vestido es el algo viejo. Era el de Isabel, obviamente lo hemos arreglado. Y aquí tienes algo prestado– Coge mi mano y me entrega una pulsera de perlas blancas. La reconozco.

La pulsera se regaló la abuela cuando apenas tenía siete años. Es una reliquia familiar.

–Gracias. – Murmuro con los ojos inundados– No solo por esto. Sino por todo, Mel. Has sido la única que ha creído en mi, siempre. Sin reservas. Has sido la única que ha estado incondicionalmente a mi lado. Te quiero.

Esta vez es mi amiga quien se queda sin palabras, lo cual es algo casi inimaginable. Sin añadir nada más nos abrazamos.

Tal y como Mel me había dicho, a las diez llegan los encargados de prepararme. Me relajo ante las atenciones que me brindan. Toda yo es mimada. Mi madre e Isabel aparecen sobre la una, mientras a mi me hacen la manicura. Mamá no puede estar quieta, parece que se va a casar ella. Isabel pone orden, y ayuda a organizar la locura que se está desatando a medida que pasan las horas. La gente entra y sale del apartamento. Pelusa y Romeo ladran y mueven el rabo buscando atenciones. Las horas van pasando, y el momento se va acercando. Los nervios se van apoderando de mí. A las tres comienzan a ocuparse de mi pelo, lo recogen en un peinado desenfadado, con varios risos rubios cayendo por doquier. El maquillaje es sencillo, la ralla negra y labios rojos, al más puro estilo vintage.

La Desconocida.Where stories live. Discover now