Capítulo 8: El mismo lugar.

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Capítulo 8: El mismo lugar.  

–Espera. Vicky por favor, para– Suplica apartándose de mí.

Confundida me incorporo, sentándome en sofá, con los brazos cubriéndome el pecho, que aunque todavía esté cubierto por la blusa, me siento como estuviera desnuda. Ryan me mira desde el otro lado, sin ninguna prenda superior. Parece abatido y cualquier muestra de diversión ha desaparecido.

–Ya…–Cierro los ojos queriendo controlar las lágrimas, lo consigo. Sentirse rechazada duele... y mucho. – ¿Ya no me deseas?

Frunce el ceño, como si no comprendiera mi pregunta. Niega con la cabeza y antes de contestar exhala con fuerza.

–Claro que te deseo… te deseo muchí…

–No hagas esto– Le interrumpo con brusquedad– No me mientas.

Me pongo en pie y comienzo a caminar, pero solo doy dos pasos y su agarre me detiene.

–Vicky no te miento ¿Crees que si no te desearía estaría así? – Señala la cremallera de sus pantalones la cual está soportando una gran presión.

Trago saliva con la imagen y me obligo a no quedarme mirando fijamente.

–¿Entonces por qué no has seguido?

–Ya te lo he dicho, no quiero cometer los errores del pasado. Quiero darte lo mejor, quiero darte recuerdos dignos de recordar…

Suspiro, sintiéndome como la mayor idiota del mundo. Él solo pretendía que fuera especial, y yo lo acuso de mentiroso…

–Lo siento…

Sujeta mi rostro entre sus manos, dejando nuestros labios a escasos centímetros.

–No tienes porque sentirlo cariño. Pero nunca dudes que te deseo o que te quiero, por favor.

Asiento sin saber que decir, ¿Qué debo responderle cuando mi corazón no entiende nada de lo que está sucediendo? Me ha quedado claro que lo deseo, y mucho, pero Ryan me pide amor incondicional, y no estoy del todo segura de poder brindárselo.

Vuelve a ponerse la camisa y tratamos de jugar al juego de “aquí no ha pasado”, obviamente no lo conseguimos. Los dos jugamos con Romeo, cada uno sumergido en sus pensamientos, mientras observamos como el perro se acostumbra a su nuevo hogar, parece feliz. Ryan prepara un rico guiso, sinceramente ni lo toco, me paso todo el rato removiendo la comida con el tenedor, él evita hacer cualquier comentario, y se lo agradezco, mi cabeza en estos momentos en un lío y de los grandes. Nos tiramos en el sofá a ver una película, una de mis preferidas; Casablanca, pero ni siquiera el gran Bogart consigue animarme. Estaba siendo una día perfecto y ahora todo se ha ido por la borda, y lo peor, es que no se el motivo. Me ha quedado claro que Ryan me desea, el problema quizás esté en que es mucho más que deseo lo que siente por mi, y yo… No puedo decir que no me gusta, mentiría, Ryan me gusta y mucho, pero es la palabra amor la que me da miedo.

La noche empieza a caer, insiste en llevarme a casa en su Audi, pero me niego, necesito tiempo para pensar, para aclararme o para lo que tenga que hacer.

–Llámame cuando llegues.

Le prometo que lo haré y cierro la puerta del taxi.

En cuanto entro en el salón sé que Mel se ha marchado, todo está en silencio. Pelusa duerme en el sofá con la cabeza enterrada bajo los cojines, solía hacerlo de pequeño también.

Al dirigirme a la cocina me encuentro con una nota y mi móvil sobre la barra de desayuno.

                                 “El móvil ya está desbloqueado. Tu nuevo pin es 1111.

La Desconocida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora