Capítulo 15: Su camino, es mi camino

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Capítulo 15: Su camino, es mi camino.

A medida que nuestros pasos nos acercan a la terraza, donde están los pocos invitados disfrutando de charlas animadas y copas de vino, el dedo donde llevo el anillo comienza a pesarme demasiado, como si llevara una carga que supera mi fuerza. Me siento como Frodo…

El aire no me llega a los pulmones. Ryan es quien me ayuda a continuar, sin tan siquiera darse cuenta. Lo miro de reojo, y todas las dudas desaparecen de un plumazo; está feliz. Esto es lo correcto, lo quiero y él me quiere, nuestros caminos están unidos, lo han estado siempre, y firme o no un papel, soy suya.

No paramos delante de la mesa, aprieto su mano con fuerza. Sus ojos azules me miran y su boca articula un “te quiero”.

–Perdonad– Dice captando la atención de todos– Hay algo que queremos anunciaros.

Me pego a su costado. Mi corazón late desbocado, los latidos retumban en mis oídos de forma atronadora. Observo el rostro de Ryan, incapaz de mirar hacía otro lugar. Se lleva nuestras manos entrelazadas a la boca y besa el anillo.

Se vuelve hacía los demás, y con una enorme sonrisa les comunica:

–Esta hermosa mujer que tengo a mi lado y yo nos vamos a casar.

Oigo el chillido de felicidad de Isabel, los aplausos de Jason, la carcajada de mi madre, incluso distingo las felicitaciones de Rob y Sara. En cambio, de mi padre y mi mejor amiga no percibo nada. Temerosa los busco con la mirada. Los dos se han quedado pálidos. Papá parece incomodo. Mel se ha quedado pasmada.

Ryan suelta mi mano, dejándome sin saber que hacer o decir y se acerca a mi padre.

–Señor Herrera, quiero pedirle permiso para casarme con su hija. Le prometo que cuidaré de ella y que mi único propósito en la vida será hacerla feliz.

La mirada castaña de mi padre lo estudia para luego buscarme a mí con una pregunta silenciosa. Le sonrío, pero él permanece serio.

–¿Y si le digo que no? ¿Qué no tiene mi permiso?

¿QUÉ? Es lo que quiero gritar. Mi boca ignora a mi cerebro y se mantiene sellada.

Veo como los músculos de la espalda de Ryan se tensan. Para mi sorpresa está sonriendo, y no de una manera normal, es una sonrisa engreída.

–Si usted no me da su permiso…– Suena calmado, y sé a la perfección que se está controlando. No está calmado en absoluto. – Los planes serán los mismos. El único sí que necesito es el de su hija y ya lo he obtenido. No obstante, quería ser educado y pedirle su mano. Pero tenga claro que su respuesta no cambiará nada.

Todos los presentes, en donde me incluyo, lo miran atónitos.

Papá se levanta de su silla. Sus ojos quedan a la altura de la mandíbula de Ryan, aún así no se amilana. Los dos comienzan a medirse como si fueran gladiadores a punto de batirse en duelo. Está más que claro quien sería el  vencedor si fuera una lucha cuerpo contra cuerpo. Mi padre es un hombre más bien flojo, no es demasiado alto y solo cuenta con un abdominal creado por la cerveza, Ryan es un metro noventa de puro músculo, con unos pectorales de infarto y una tableta de chocolate marcada, destila fuerza por todos los poros de su increíble anatomía. Sin embargo, si fuera un combate de miradas, el ganador no está nada claro, ninguno de los la apartar; tierra contra océano.

Entonces algo ocurre, algo que me deja alucinada: Los dos hombres se abrazan, sonrientes, palmeando la espalda del otro. Un abrazo de machos, diría Papá.

La Desconocida.Where stories live. Discover now