Capítulo 2

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Desde la partida del Principito, la Rosa sentía gran remordimiento y se culpaba de haber sido tan pretenciosa con él, que le dispensó tantos cuidados. Se preguntaba si alguna vez volvería. En su ausencia, había tenido que aprender a cuidarse porque, aunque él le había dicho que allí no había tigres, igual temía que apareciera alguno y tuviera que enfrentarlo sola con sus cuatro espinas. Cada mañana cuando despertaba, todavía soñolienta, creía que él iba a estar allí para darle los buenos días. Luego recordaba lo sucedido y se entristecía por haber provocado su partida. 

Esa mañana, cuando despertó, se llevó una particular sorpresa al encontrar frente a ella el ojo de un telescopio gigante y en su lente, reflejada, la cara de un extraño hombre que la observaba. Llevaba turbante, y bigote y barba muy llamativos. Sus inmensos ojos parecían salirse de sus órbitas y traspasar la lente del telescopio. La Rosa se sintió tan indefensa que ni siquiera recordó sus cuatro espinas con las cuales defenderse en caso de ser necesario.
- ¡Quién eres tú!-preguntó entre asustada y un poco enojada.
- ¡Una rosa! ¡Y habla! ¡Este es el mayor hallazgo que la ciencia jamás ha concebido!-se alegró el hombre.
- ¡Te pregunté quién eres!-insistió la Rosa, con más enojo que temor al ver que no le haría daño.
- ¡Ah, sí, sí!-dijo el hombre sin salir de su asombro y su emoción por tal hallazgo.
-Soy Muhammad Ab-Lel Rashid Jafar, astrónomo del planeta Tierra y de un país llamado Turquía. -
- ¿Y qué es lo que haces?-preguntó con curiosidad la Rosa.
-Observo las estrellas-
- ¿Y las amas?-
-Por supuesto que las amo, por eso las observo. También observo planetas, y he observado este, tu planeta, sólo que mi antiguo telescopio no era tan potente y no había podido ver que estaba habitado por una rosa como tú que puede hablar. ¡Eso es un gran hallazgo para mí y para mi planeta! ¿Puedes contarme más sobre ti?-
-No siempre estuve sola. En este planeta habitaba un pequeño Príncipe, que me cuidaba y me amaba, pero fui muy pretenciosa y arrogante, y a causa de esto decidió partir. -
-¿Un Príncipe?-dijo el Astrónomo desconcertado y emocionado cada vez más con su inconmensurable hallazgo.
-Además hay tres volcanes, uno de ellos está apagado, sin embargo él, los deshollinaba cada mañana. También arrancaba los baobabs, unos árboles que tienen raíces tan grandes que si crecen demasiado pueden hacer estallar este pequeño planeta. -
- ¡Esto no me lo van a creer, nadie lo va a creer!-dijo el Astrónomo sobrepasado por la emoción.
-Tardé mucho en nacer porque quería verme hermosa. Fui creciendo de a poco, con sus cuidados, hasta que una mañana nací junto con el sol, y cuando desperté él estaba ahí mirándome. Debido a mi belleza fui muy engreída y le demandé atención y cuidados que él me dio sin pedir nada a cambio, sólo se contentaba con verme. Pero me volví muy exigente y eso lo hizo dudar de mí, entonces partió llevado por una bandada de pájaros. Y no lo vi nunca más. No tengo la certeza de que vuelva por aquí. Desearía que lo hiciera aunque sea una sola vez. Pero cuéntame de ti, mi historia es muy triste. -
-Es que no sabría qué contarte, todo lo que me dices no hace más que asombrarme y maravillarme. Mi vida es mucho más aburrida. -
-Desearía saber algo más sobre ti, ¿dices que eres de otro planeta?-
-Sí, soy de un planeta llamado Tierra, de hecho ahora estoy en mi planeta observándote por mi telescopio, que es este aparato en el que me ves. Aquí tu planeta es conocido como Asteroide B 612 y yo soy su descubridor, sólo que cuando lo descubrí nadie me prestó atención debido a como estaba vestido. Pero años después, cuando cambié de vestimenta todos dieron crédito a mi descubrimiento. -
- ¿Si vistes de una forma nadie cree lo que dices, y si cambias de vestimenta creen todo lo que dices, aún siendo el mismo?-
-Sí, así son las cosas en mi planeta. -
- ¿Y cómo sabes cuál es la vestimenta con la que van a creer todo lo que dices?-
-Depende de que vistas o no a la "moda"-
- ¿Y qué es la "moda"?-
-Es lo que hace que todos se vistan de la misma forma, con las mismas ropas para que los demás crean todo lo que dicen. -
-Mmmm...qué interesante...-
-Por esa razón tuve que vestir a la "moda" para que todos me creyeran. En aquel momento sólo pude descubrir este planeta, pero no pude verlo como ahora y mucho menos descubrir que estaba habitado por una rosa, un pequeño Príncipe, tres volcanes y los baobabs que pueden hacer que estalle. -
-Las raíces de los baobabs han crecido mucho pero ya no hay nadie que las arranque. Además están las corrientes de aire que por momentos me hacen sentir enferma, toso mucho por esta razón. - dicho esto tosió para reafirmar lo que decía.
- Y como el Principito, ya no está, nadie me trae agua. He aprendido a sobrevivir por mí misma. -
- ¿Y de dónde sacas el agua entonces?-
-De mis lágrimas. La causa de mi tristeza, que es la ausencia del Principito, es la que me hace llorar y bebo el agua de mis lágrimas. Hay días en que no estoy tan triste, sin embargo me veo obligada a entristecer y llorar para poder beber mis lágrimas y no marchitarme. -
-Entiendo tu tristeza. Tal vez con mi potente telescopio pudiera buscarlo en todas direcciones hasta encontrarlo y pedirle que regrese a este, su planeta. -
-Eso sería casi imposible. No sé en qué dirección se ha ido y tampoco podría asegurar qué recorrido ha decidido hacer. -
-No te preocupes, bastará con que haga unos pequeños ajustes y busque en la dirección correcta. Te aseguro que lo encontraré. -
La Rosa suspiró melancólicamente y dejó caer una lágrima, pero esta vez no la bebió.


En Busca de El PrincipitoOnde histórias criam vida. Descubra agora