Capítulo 7

841 56 1
                                    


Cuando descendió del tren, el Principito vio una ciudad completamente en ruinas. Los edificios estaban derrumbados, había escombros en las calles, autos abandonados, paredes a punto de desmoronarse. La ciudad parecía haber sido arrasada. Para su sorpresa apareció un pelotón de soldados corriendo, que repetía en coro lo que cantaba el que iba al frente de ellos. Pasaron delante de él sin prestarle atención. Desde atrás de unos escombros apareció un soldado que cargaba una inmensa mochila, parecía agotado después de un gran esfuerzo físico, pues prácticamente se arrastraba.
Agua...necesito agua...- dijo en un hilo de voz.
¿Dónde podré conseguir?-preguntó el Principito tratando de ayudar.
De mi cantimplora...-
¿Dónde está tu cantimplora?-
Revisa mi mochila...-
El Principito se apresuró a buscar algo que se pareciera a aquella rara palabra dentro de la inmensa mochila que cargaba el soldado. La encontró y le dio de beber.
Gracias...-
¿Qué te ha sucedido?-
Me preparo...-dijo con algo más de aliento después de haber bebido un poco de agua.
¿Para qué te preparas? -
Para la guerra-dijo y siguió bebiendo.
¿Y qué es la guerra?-dijo el Principito con curiosidad.
El soldado bebió más agua hasta que se sació y recompuso su aliento.
La guerra es cuando dos o más países entran en conflicto y no pueden resolverlo, ahí se inicia la guerra. Se invade el territorio del país enemigo, se movilizan las tropas, los tanques, los barcos y los aviones para destruir ese enemigo. Además, la guerra es con lo que todo soldado sueña, sueña con defender a su país y a su bandera. -
¿Los soldados le hacen daño a las personas?-
No, sólo a otros soldados. -
Pero, ¿los soldados no son personas?-
Los soldados son personas, pero personas muy especiales pues tienen la obligación de defender a su país y destruir a los países enemigos. -
¿Y por qué deberían destruirlos?-
Porque son enemigos. -
¿Y no podrían hacerse amigos?-
Cuando se está en guerra no hay tiempo de hacer amigos. -
¿Tú tienes amigos?-
Tuve hace mucho tiempo, después me convertí en soldado y ya no tuve más amigos-
Deberías tener amigos, los amigos son muy importantes, te hacen sentir bien. -
Yo me siento bien siendo soldado. -
¿Y por que decidiste ser soldado?-
No lo decidí yo. Mi tatarabuelo fue soldado, mi bisabuelo fue soldado, mi abuelo fue soldado y mi padre fue soldado. Yo debo ser soldado. -
¿No es algo triste vivir para destruir a los demás?-
Todos los soldados saben que otros soldados pueden destruirlos. Eso no es triste, es un honor vivir para defender a tu país, tu territorio, tu bandera. Además los soldados somos los héroes de los niños y las niñas. Los niños quieren ser como nosotros cuando sean grandes y las niñas, cuando se convierten en mujeres, quieren casarse con soldados. ¿Nadie te ha enseñado eso?-
No. Nunca nadie me habló de la guerra. Tampoco me enseñaron a destruir a nadie. He aprendido muchas cosas pero destruir no es algo que yo quiera aprender a hacer. -el Principito tuvo de nuevo esa agradable sensación de dar una respuesta.
Pero todo aquel que quiera invadir tu territorio es un enemigo. ¿Qué harías tú si alguien quisiera invadir tu territorio?-
No creo que nadie quiera invadir el pequeño planeta en el que vivo. Ahí son todos bienvenidos, todos pueden visitarlo cuando quieran. -dicho esto sintió más aún la sensación placentera de dar una respuesta sobre lo que pensaba.
El soldado volvió a tomar agua. Si bien estaba algo más recompuesto todavía se sentía exhausto. Se quitó la mochila y la dejó a un lado. El Principito lo miraba con curiosidad, jamás había estado con alguien cuya obligación fuera destruir a otros. El soldado sacó un inmenso mapa y trazó con su dedo un recorrido, luego lo dobló y lo guardó en la inmensa mochila. Tomó algo más de agua y se incorporó.
Entonces dime qué harías si alguien que visita tu planeta se quedará más tiempo del convenido o del que estás dispuesto a tolerar. -
El Principito lo pensó un instante antes de darle una respuesta.
Nunca ha sucedido nada de eso en mi planeta. De todas formas, si sucediera, le daría alimento y abrigo y lo haría mi amigo, y los amigos se tratan con respeto. De esa forma, siendo mi amigo, no habría necesidad de enemistarnos, y mi nuevo amigo se marcharía cuando sea necesario sin que yo se lo pida. -contestó el Principito con gran seguridad y ya sentía ese efecto nuevamente.
Eso le quitaría todo sentido a la guerra...-dijo el soldado receloso.
Tal como lo planteas no llego a comprender esa obligación de los soldados de destruirlo todo, casas, edificios, otros soldados...o personas... ¿A esta ciudad la han destruido ustedes por una guerra? -
No, esta ciudad no fue destruida por una guerra. Esta ciudad es un campo de entrenamiento para soldados, aquí sólo viven soldados. Nos entrenamos y nos preparamos para la guerra. Cuando nos dan una orden, debemos planificar y atacar al enemigo.
¿Y quién es el enemigo aquí? -
Nadie, somos nosotros mismos...-
¿Y deben destruirse entre ustedes? -
No, porque no somos enemigos...-
El Principito se quedó pensando en silencio. No podía comprender lo que el soldado le decía acerca de los enemigos. El Soldado volvió a cargar su mochila y se dispuso a seguir camino.
No te preocupes niño, cuando seas adulto comprenderás la importancia de la guerra...-
El Principito se quedó en silencio. Miró a su alrededor y lo que veía no le parecía importante. Mucho menos le parecía importante el hecho de que haya personas, o soldados, cuya obligación fuera la de destruir a otras personas, o soldados. Con gran melancolía fue a la estación de trenes a emprender un nuevo rumbo desconocido.


En Busca de El PrincipitoWhere stories live. Discover now