Capítulo 3 "La fiesta"

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La semana transcurrió de prisa, y cuando me di cuenta, ya era viernes. Todos los días estuve con el grupo que conocí el primer día.

Eran geniales.

No, esa palabra ni siquiera les alcanzaba. Ninguna lo hacía en realidad. Todos eran súper amigables, y se reían mucho. Descubrí que Paige estaba ralamente loca (de una manera graciosísima), que Becca era vegetariana hacía dos años, que Clary lloraba cada vez que se reía, y que Anna estaba todo el día encima de Ethan.

En serio. Todo el día. Adonde quiera que fuera Ethan, ella estaba ahí.

Mas allá de eso, estaba realmente contenta. Lo mejor de todo, era que se había generado una confianza increíble, y parecía que los conociera de toda la vida. Lo único que me molestaba, era que después del comentario misterioso de Ethan, no volvió a prestarme ninguna atención especial y solo mantuvimos charlas triviales a la hora del almuerzo.

Se había cruzado varias veces por mi mente, provocando sentimientos que ni yo entendía. Sabía que se debían a que me parecía muy lindo, pero necesitaba calmarme.

También, conocí a todos mis profesores y la verdad es que eran muy simpáticos, salvo la señorita Dorothy, mi profesora de biología, que estaba más loca que una cabra. Primero se presentó y todo iba bien, pero de un segundo para el otro, su humor cambió por completo. Empezó a gritarnos que teníamos que sacar las carpetas y tomar apuntes de lo que estaba diciendo, mientras que nos señalaba con el dedo eufóricamente, cuando lo único que dijo fue su nombre y lo que íbamos a estudiar.

Creía que era bipolar.

En este momento, las siete de la tarde, me encontraba bajando las escaleras para ir a abrirle la puerta a Paige. La pandilla—todos en la escuela conocían al grupo de mis amigos por ese nombre, así que decidí hacerlo yo también— me había invitado a una fiesta en la casa de un amigo del hermano de Clary, por lo que decidí ir.

Paige se había ofrecido a ayudarme con la ropa y el maquillaje, ya que no tenía idea de cómo salían las chicas de fiesta aquí, en Nueva York.

Cuando llegué a la planta baja, Theo estaba recibiendo a Paige en la puerta de entrada. Nuestra madre estaba en una cena con unos compañeros de trabajo que había conocido en Londres, por lo que estábamos solos en la casa.

—¡Llegaste!—dije mientras caminaba hacia ellos.

Paige me miró y su sonrisa se hizo más grande.

—¡Hola!—dijo al tiempo que caminaba hacia mí. —¿Emocionada por esta noche?

Asentí y le di un rápido abrazo.

—Sí, no veo la hora de llegar. Hace bastante que no voy a una fiesta—admití y la comencé a guiar hacia la escalera del fondo.

—¡Que enorme casa tienen!— dijo mientras miraba todo con mucha atención. Luego abrió mucho los ojos—¿Eso es una piscina?

—Sip, eso es una piscina— respondió Theo.

De repente, noté que algo estaba tirando de mis pantalones y cuando bajé la vista, vi a Toby

—Y esto es un perro—dije mientras lo levantaba del piso.

Los ojos de Paige se agrandaron de la emoción y casi revoleó el bolso cuando se acercó más para acariciarlo. A lo lejos, otro ladrido se escuchó y enseguida Morris entró corriendo al comedor.

—¡Nunca contaron que tenían perros! Me encantan los animales—dijo Paige mientras que se agachaba para acariciar a Morris.

Theo y yo reímos ante la emoción de nuestra amiga.

Nueva York y élWhere stories live. Discover now