Café americano

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9:30 de la mañana y una taza de café americano frío con las estrictas tres cucharadas de azúcar descansaba sobre el viejo escritorio de madera. En la cama dos siluetas podían distinguirse entre las sábanas aún húmedas de sudor, piernas entrelazadas descansaban cual obra de arte. El cuarto apestaba a pasión. La chica se levanta, aparta el brazo de su acompañante para poder salir de las cálidas sábanas, el frío de la mañana le hace sentir electricidad en su columna vertebral. sus pies hacen contacto con la alfombra marrón y empieza una simple rutina de jugar escondidillas con sus prendas, una vez ya vestida toma su bolso, saca el papel, escribe una palabra y un número en él y lo parte en dos. deja uno en la mesa de noche y el otro es puesto de nuevo en el bolso. Silenciosamente se despide, sale de la casa, pone su casco, saca sus llaves y arranca su motocicleta. Admira la ciudad en la mañana, la gente siempre de prisa, maldiciendo. La señora con el abrigo amarillo y el paraguas carmín en el que siempre cae una gota al pasar por el número 7 de bakerstreet. Estaciona su vehículo varias manzanas después. Una casa blanca con marrón y puerta de madera la recibe. Entra, el olor a café está impregnado en el aire. Sube las escaleras, escucha el rechinar de los escalones viejos de madera, el mismo crujido de la puerta del baño, su padre con la misma cara de decepción sale de ahí, con el periódico del día en la mano izquierda y un cigarrillo de filtro amarillo en la derecha. Se miran de pies a cabeza. Nada distinto resalta, así que dan sus respectivos veinte pasos directo a sus respectivas habitaciones. Se sienta en la cama, se mira las muñecas, las viejas cicatrices que todavía no se van, toma la navaja y traza una nueva, ya sin hacer muecas ni sentir dolor. Toma su bolsa y vuelca su contenido sobre la cama, toma los papelitos, los cuenta. 204.

-Sólo uno más.-Piensa y los mete de nuevo en su lugar. Se quita las botas, desata su pelo y se acuesta en la quemante cama, se queda viendo al techo y una infinidad de pensamientos cósmicos la atormentan hasta que se queda dormida. Despierta, mira la ventana, es de noche. Se levanta y se da un baño. Se pone los pantalones negros, el top blanco, su chamarra de cuero, su cabello negro en la coleta alta, las botas. Sale de la casa, toma su moto y se encamina al mismo club, le sonríe al mismo bar tender, pide un Gin tonic, luego otro y otro, sale del local, enciende un cigarro y las horas se consumen junto con el tabaco del mismo.

-Hola.- Ella escucha, rueda los ojos, sonríe y voltea. Ojos azules acaparan su visión, él le extiende el brazo y ella toma su mano despreocupada. Él le abre la puerta del audi blanco, las botas de la chica pisan el tapete del carro. Tira el cigarrillo por la ventana y él arranca. La chica no dice nada. Hay una sonrisa permanente en la barba de aquél hombre, es moreno, pero sus ojos azules contrastan perfecto con su color de piel, es delgado pero con cuerpo atlético, viste unos vaqueros y una camisa a cuadros. Un rosario se marca en su cuello. Ella se pregunta miles de cosas, pero como de costumbre sus palabras son nulas. Llegan a la casa, él abre la puerta, se sientan en el sillón, ella le pide un café americano con tres cucharadas de azúcar, mientras él lo prepara ella pregunta por el baño, después de serle indicado el trayecto, ella religiosamente sigue las instrucciones. Llega, se mira al espejo, se pinta los labios de rojo carmesí, sonríe, se ve pálida en el espejo, muerta ya por dentro. Regresa y el café está en la mesa, le da un trago y se asegura de dejar marcas en la taza blanca. Él se acerca, ella igual y comienza un beso que declara algo más. Terminan en la cama, con la sensación de ser amados consumiéndose de a poco, ambos se duermen.

La chica se levanta, aparta el brazo de su acompañante para poder salir de las cálidas sábanas, el frío de la mañana le hace sentir electricidad en su columna vertebral. sus pies hacen contacto con el piso frío y empieza una simple rutina de jugar escondidillas con sus prendas, una vez ya vestida toma su bolso, saca el papel, escribe en él "205" y "Adiós" lo parte en dos. deja uno en la mesa de noche y el otro es puesto de nuevo en el bolso. Silenciosamente se despide, sale de la casa, pone su casco, saca sus llaves y arranca su motocicleta. Admira la ciudad en la mañana, la gente siempre de prisa, maldiciendo. La señora con el abrigo amarillo y el paraguas carmín en el que siempre cae una gota al pasar por el número 7 de bakerstreet. Estaciona su vehículo varias manzanas después y justo en frente de la casa marrón con puerta de madera saca un arma de su bolso, posiciona el cañón en su sien y se vuela los sesos. Por vez primera sonríe mientras la sangre se drena de su sistema. dos años planeando su suicidio, dos años dejando palabras a sus amantes de una noche sólo para que, cuando el bolso fuese revisado los números fueran encontrados, los hombres interrogados y la carta de suicidio que había escrito palabra a palabra fuera develada:

Shakespeare hizo a Hamlet debatirse entre ser o no ser un asesino, ustedes me hicieron debatir entre ser o no ser una suicida.

El sentimiento ya me consume y el café ya no es suficiente para calmar mis ansias.

No lo hice tan bien como deseaba, si es que de verdad quieres saber por qué lo hice en verdad debes buscar algo mejor que hacer, esto solo es una pérdida de tiempo, como toda mi vida lo fue... Por eso estás leyendo esto.

Hace tiempo pensé que jamás llegaría a este punto, pero siendo sincera no aguante tanta mierda, tal vez eso es lo que hace que me desprecie más justo ahora, solo quiero que sepan que los amaba, a pesar de las notables diferencias que teníamos. Esto de ser la oveja negra es cansado...

A veces me quedo mirando a la ventana a mi padre cuando riega el jardín, a mi madre cuando sale a trabajar ajetreada y me dan ganas de defenestrarme.

Me duele ya no ver esa sonrisa de papá que me decía "calma, mi niña, todo está bien, estás con papá",o ya no sentir el calor de los brazos de mamá.

Ya probé todo, pero el cigarro tarda demasiado.

Adiós.

El Diario Amoroso De Una Papa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora