Capítulo 1 - Orígenes enfangados

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La madrugada transcurría bajo una sombría inquietud. La luna llena era inalcanzable ya desde hacía un par de horas a causa de la barrera de nubes de tormenta, y el viento, que avanzaba desde el poniente montañoso, helaba las pintorescas calles de la ciudad. Una sombra encapuchada, que buscaba obsesivamente el paradero de su objetivo, saltaba de tejado en tejado, deleitándose en la idea del cuerpo sangrante, de la voz de su próxima víctima gargarizando un auxilio inútil.

La lluvia desató su furia sobre las casas de La Fortaleza, un escenario propicio para que aquel intruso pudiera ejecutar una obra maestra de odio y perversión.

«Allá voy», se dijo a sí mismo la criatura.

Sus vahos eran levemente visibles a través de la cortina de agua, gracias a una migaja de luz lunar que se filtraba entre nubes deshechas.

A la vez que ejecutaba sigilosamente su ruta por encima de los tejados buscando a su objetivo, el intruso pensó en lo bien que le vendría una guerra a Prostilia, un acogedor país situado en el corazón del continente animálico, que se había desentendido de los asuntos exteriores y se había centrado en madurar social, cultural y económicamente de forma pacífica. Hacía ya treinta años que las lejanas y olvidadas Guerras Prostilianas habían tenido lugar, en las que el famoso señor canino Lanoeda II cayó en combate durante un asedio halnyaliano a La Fortaleza, capital del país, y en las que también murieron muchos animales. Era el momento propicio para provocar un nuevo conflicto armado y desatar el caos. El asesino cavilaba sobre estas cuestiones al tiempo que se disponía a armar la ballesta con la que provocaría dicha guerra.

El agua de la tormenta no tardó en amontonarse en las calles, fluyendo con rapidez y dirigiéndose a las oscuras cloacas. El virote ya estaba colocado. Sólo quedaba llegar a la mansión donde dormía, bajo una férrea seguridad, el Sumo Pastor, gobernante supremo de todos los animales que vivían en Prostilia.

El Escuadrón del Infierno, la organización terrorista más conocida de aquellos tiempos, no podía permitir dar más ventajas a sus enemigos. Ellos no dejarían que un mediocre país se codeara con las grandes potencias como Hopaney en el norte, o su homólogo en el sur, Hopaneyndraz... ¡Los prostilianos precisaban de un aviso urgente!

Descendió por la cuerda y posó sus patas en la balaustrada; so-lo quedaba llegar hasta el Sumo Pastor y matarlo. No tenía tiempo, necesitaba hacerlo ahora.

Pero alguien se interpuso entre él y su objetivo.

—¡Alto! ¿Quién va?

Un par de animales de la guardia personal del Sumo Pastor di-rigieron sus arcos hacia él, lo habían descubierto. Su posición era insegura, pero su instinto asesino resultó eficaz, y antes de que pudieran alcanzarle dos flechas, ya se había encargado él de lanzarles dos virotes, certeros.

La sangre derramada se diluyó a causa de la lluvia que el viento empujaba hacia el interior del balcón, pero el asesino ya no es-taba allí. Había logrado, sin la menor dificultad, colarse tres habitaciones adentro, y sólo le quedaba una puerta para llegar al cuarto donde supuestamente descansaba su objetivo.

En esos críticos instantes, una poderosa explosión emergió en algún lugar de La Fortaleza. Su rugido fue inmenso.

—¿Pero son estúpidos o qué? —se preguntó el asesino a media voz—. ¡Les dije a las una, a las una en punto...! ¡Maldita sea, habéis apurado demasiado!

De pronto, las tres puertas que estaban cerradas se atestaron de guardias y casi fue rodeado, ¡suerte que la puerta por la que él había entrado estaba libre de adversarios! La persecución fue bre-ve, pero intensa. Docenas de flechas fueron derechas a hacer un colador con su cuerpo, pero las paredes forradas de papel y el carísimo mobiliario fueron su improvisado destino. Todavía le quedaba un as en la manga, y no tardó en darle uso. Una bomba de mano, de gran potencia, fue a parar al centro de la última habitación, la que daba al balcón. El asesino se agarró a la cuerda que pendía del tejado y se descolgó con suma habilidad, perdiéndose rápidamente.

Fauna en guerra (Disponible en Amazon)Where stories live. Discover now