Capítulo 10 - Sorpresas tras la frontera

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Durante el año 357, la Alianza Fáunica pasó revista su ejército, emplazado en Hopaney, La Fortaleza y Hopaneyndraz. En ese momento las fuerzas aliadas contaban con tres mil efectivos en sus filas.

—¡Con estas fuerzas no podremos hacer nada contra el mal de ese Macho Negro, allá en Sonöe Aydaese! —dijo Fil, percatándose de que algo sucedía en el reino prostiliano y que ya era hora de volver a casa.

Ualsge le hizo caso, y a las vísperas del año 358 decidió volver junto a sus amigos a Prostilia y ver a su prometida Lanyal, con la que no coincidía desde hacía cierto tiempo. Los acontecimientos no les había dejado realizar su máximo sueño: ¡casarse!

Separadamente, tenían que transmitirle la escasa, aunque valiosa información, que habían obtenido al Sumo Pastor. El rey Alfiler y la reina Anikesunê les pedían que se quedaran un tiempo más, prolongando su estancia, pero rechazaron el ofrecimiento real muy educadamente, y aprovecharon que Redorns y algunos animales prostilianos como Hêcanotyalda viajaban a La Fortaleza, y éstos les dijeron que podían regresar a sus tierras con ellos, para así descansar y volver más tarde al sureste para reclutar más soldados e intentar así dar el golpe final al Macho Negro.

Ualsge no se demoró más en los dominios del rey Alfiler y los cinco partieron hacia Prostilia en una nubosa mañana; el sol aparecía tímidamente por las nubes y estas daban la apariencia de estar en una batalla por mostrar la luz o por ocultarla.

Hicieron un pequeño alto en el camino porque alguien muy especial quería agradecerles toda la ayuda prestada. El Rey Alfiler, sin faltar a ningún protocolo existente, se despidió.

—¡Que tengáis buena suerte en vuestra próxima misión! Gracias a la ayuda habéis prestado al pueblo de Hopaneyndraz, la guerra se ha ganado. Desde ahora todos los animales buenos seremos un poco más felices... Maestro Ualsge, señora Dalmayal, caballero Lénsviae, amigo Fil y señor Gwaranûr: ¡portad mi gratitud y la de mi pueblo en vuestros corazones!

Ualsge y demás manifestaron respetuosamente, al unísono:

—¡Salve Alfiler, hijo de Luciérnaga! ¡Nosotros siempre estaremos al servicio de lo que su majestad cumpla!

Dicho esto, se dijeron adiós y retomaron el camino de vuelta a casa.

Dos días tardaron en llegar a las fronteras del este, por un camino más largo que de costumbre. El frío y la lluvia, unidos a un fuerte viento de invierno, motivaron a los animales a guarecerse bajo los árboles y dejar a un lado los embarrados caminos, cosa que los habría retrasado aún más. Aparte, la larga marcha les resultó aburrida y monótona, los cinco estaban cansados por las fastuosas celebraciones de las nupcias de Alfiler con Anikesunê y por el trabajo realizado. Ualsge vio por sus propios ojos que en Hopaney había mucho movimiento de tropas por parte del gobierno animal, Brendor y sus ayudantes se habían puesto en marcha para el día final: ya se habían reclutado unos dos mil animales más para acompañar al ejército de la Alianza Fáunica; ahora eran unos cinco mil efectivos, pero, según muchas voces influyentes, esto no era suficiente todavía.

Era muy de noche cuando la compañía llegó a las antiguas ruinas de la ciudad de Wallánöal. Allí había unas cuantas palomas vigilando las fronteras de los dominios del Sumo Pastor. Cuando vieron llegar a los cinco valientes volaron hacia su posición y los saludaron.

—¡Bienvenidos! —dijeron—. En especial a la señora Dalmayal y a Lénsviae.

Una paloma, la que parecía el jefe de la guarnición, se les acercó y les habló.

—Me llamo Têconoe y soy guardián de la frontera amurallada del este —dijo el pájaro con severidad—. La emperatriz Hallanhal II de Galguia y Llanuria me ha transmitido un mensaje para el señor Ualsge y sus compañeros. Es el siguiente: «Excelso Ualsge, señores Fil y Gwaranûr, señora Dalmayal y querido Lénsviae... Les insto a que vengan ustedes esta noche a conversar y descansar en la Fortaleza de los Galgos, mi humilde y acogedora casa. Yo les tengo que hablar de un asunto muy serio e importante, relacionado con el Sumo Pastor... Ya les comunicaré más en mi presencia, pues es muy peligroso decir más fuera de un ámbito privado».

Fauna en guerra (Disponible en Amazon)Where stories live. Discover now