Capítulo 11- Detonante

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Unos días mas tarde, mas específicamente el fin de semana, Sophie ya había llegado y Mía ya hacia unos días que estaba en su casa. El encuentro fue como el de cualquier amistad, abrazos y risas.

-Llegaste So- Dijo Mía feliz, sabiendo que el fin de semana seria divertido con la compañía de su amiga.

-Llegue perra- Sophie tenia algo y era que no tenia filtros, y nombraba a Mía como lo que era, la perra de su amiga, con cariño.

-Cuéntame absolutamente todo, y de todos-
esto último hizo reír a la rubia que cansada se sentó en la sala.

Pasaron la tarde charlando de las aventuras y chismes de la semana, por su parte Sophie dijo que había conocido a alguien diferente en su viaje.

-Ya te lo digo, tenia clase, era diferente- Esta trabajaba con hoteles de la zona, no ganaba mucho pero al menos podía viajar por algunos lugares. Su trabajo constaba de ir a los hoteles y hacer reseñas sobre ellos, criticas y a veces ayudaba a que mejoraran en muchas cosas.

-Eso dijiste de los últimos....- Mia jugo haciendo como si contara nombres en su mano hasta llegar a la otra- Muchos- y estallaron en carcajadas ambas.

-Pero el hombre al que ví se veía pensativo, ya sabes, tenia en los ojos el nombre de alguien más, hasta yo me daría cuenta de eso.

Las dos sabían que no tenían relaciones estable y hacia ya tiempo que no se quejaban y fueron aprendiendo a aceptarse, como si eso fuese parte de ellas.

-¿Lo volveras a ver?

-No lo se, se veia como una persona importante y dudo que recuerde a la rubia con la que hablo diez minutos en el living del hotel.

-Vamos que tampoco es tan grave, el se lo pierde.

-Es que no sucedió nada como para que me recuerde, y de lo que hablamos fue del hotel aunque creo oír que nombro a una chica cuando me iba, el estaba con otro hombre. ¿Será que es gay?

-Que alguien no te siga la corriente no significa eso So! - y Mia estalló en carcajadas por las ideas que tenía su amiga.

Lo que no se imaginaba Mia era que el hombre al que su amiga tanto le atraía no era ajena a ella, su amiga había quedado atraída por alguien tan efímero como el viento y tan frío como el invierno más duro.

Terminaron la tarde viendo peliculas viejas que ambas coleccionaban debajo de su televisor hasta quedar dormidas. Rondaban la  1am y Mia noto que tocaban la puerta, dudo mucho entre sí acercarse o seguir durmiendo pero al ver que era persistente la sombra que se veía por debajo decidió acercarse.

Tenía dudas a la vez sobre quién podría estar ahí afuera tan tarde en la noche y por estos barrios.
Al acercarse a la puerta primero observó por el orificio que tenía la misma para ver hacia a fuera y lo vio a él. Lo primero que pensó fue en que estupidez pensó como para venir por su cuenta hasta allí, y luego recordó la noche que pasaron juntos y todo tuvo más sentido.

Abrió la puerta con desconcierto, tal vez con un poco de miedo incluso, pero lo hizo y ahí estaba el hombre que este último tiempo la traía loca y sin poder llenar del todo sus pulmones porque de una mirada le robaba el aire.
Y fue ahí cuando en la cabeza de D'Antonio surgió una pregunta, ¿Y ahora qué?

-¿Que es lo qué haces a esta hora en la puerta de mi casa?

-Yo... - su mirada se encontraba perdida hasta que vio la cara de Mia con una ceja levantada, como si lo estuviese reprendiendo. -Quería verte...

Y esas palabras fueron suficientes para que Mia se relajara y su rostro cambiara a uno un poco más armónico, suave. Y sin pensarlo mucho abrió los brazos para recibirlo en su casa y en ella como nunca lo había hecho antes, sabiendo todas las diferencias que habían entre ellos Mia dejó entrar a su jefe que parecía más un amante.
Dejo entrar al hombre que le robaba el aire y que parecía que levantaba de la tierra para que la misma tierra quede debajo de ellos.

Una mirada bastó para que ella le agarrara la mano y haciendo un gesto de silencio hiciera que la acompañase escaleras arriba evitando a So que dormía plácidamente en el sofá.

Al llegar a la habitación pasó lo que no pensaban que pasaría, dejaron todo de lado y se recostaron en la cama de Mia, pero no tuvieron sexo ni nada de eso, no prendieron luces, no hubieron gemidos ni jadeos, aunque tampoco hubo ropa y sus cuerpos estaban cálidos D'Antonio la abrazó. Porque estos días se había dado cuenta de que nada era igual sin Mia, que la secretaria con carácter fuerte que en un principio llamo la atención por un video ahora llamaba su atención por sí misma.

Mia lo miraba atenta, a pesar de cómo estaban nunca bajo la guardia, aunque se perdiera en los ojos de D'Antonio, que su cuerpo la llamaba y su aroma la hipnotizaba, que su sonrisa era más placentera que cualquier polvo y, que su cuerpo esta vez la acompañaba acariciando el suyo de a ratos.

D'Antonio tenía su brazo por debajo del cuello de Mia mientras que el otro lo usaba para acariciar sus costillas, y ella tenía sus manos abrazadas a su brazo, no sabía porque ni como habían terminado así pero si algo tenía claro era que le gustaba.

Ambos terminaron quedaron dormidos así, con sus rostros enfrentados y sus piernas enredadas entre sí, sus respiraciones calmadas no llegaban a chocar porque sus cuerpos reaccionaban a la perfección estando juntos. El calor de Mia chocaba con el calor de D'Antonio y las sábanas acompañaban sus caricias, y casi por reacción, el beso la frente de Mia, terminando su noche juntos, acostados y disfrutándose en sueños, porque esta vez no había nada más que calma.

Pero algo sabían de esto, y es que no terminaría bien en cierto punto, mundos diferentes y pasados algo oscuros por momentos... Mala combinación

Peligrosa obsesión [+16]Where stories live. Discover now