Capítulo 23- La invitación

1.8K 102 0
                                    

Minutos mas tarde, cuando Dante salió de la ducha y amarrado con un toallón a su cintura se acerco al living a comprobar que Mia siguiera allí, la cual efectivamente lo hacía pero justo terminaba de colgar el teléfono; aunque esto era algo inquietante por momentos ya que Mia tenía su teléfono celular y le parecía raro que usara el de línea de su casa.

-¿Quien era? - preguntó D'antonio tomándola por sorpresa y recostándose sobre la pared que tenía a un lado.

-Alessa llamó, aunque no estoy muy segura si oí bien.- dijo Mia acompañado de un rostro de confusión, era extraño que la reconociese

-¿Mi madre? que extraño, no suele llamar tan temprano, y que te dijo?

-Dijo que nos estaba invitando, mas bien a ti pero como fui yo la que atendio supuso nos invitaría a ambos a almorzar en lugar de solamente a ti- Mia quedó algo pensativa perdiendo la mirada en el piso- sería conveniente que yo vaya?

-Cara, eres mi pareja ahora, es obvio que será conveniente que vengas- Ahora era Dante que se acercaba a ella

-Entonces tendremos que pasar por mi casa así veo que ponerme- Mia rodeo a D'antonio por su cintura, y a pesar de que este estaba algo mojado y por sus músculos se caía el agua de su cabello, ninguna tensión sexual abundaba en el ambiente, era más algo romántico, aunque esto no solía durar mucho; a pesar de que nada había evitado de que diferentes escenas aparecieran en la cabeza de la chica con mirada endiablada.

-¿Que dices si vamos de compras? podemos pasar a tomar algo luego de desayunar- dijo dejando un ligero beso entre sus labios

-No quiero que gastes dinero en mi Dante, lo sabes

-Pero sería mas como un regalo, además preparaste un desayuno que me está esperando

Dante en verdad quería comprarle cosas a Mia.

Quería que su cuerpo deslumbre con cosas caras y finas a pesar de que ya lo hacía con solo ser ella.

Pero no sería capaz de decírselo.

Se la imaginaba cargando vestidos de poca tela, caros y deslumbrantes, con grandes escotes y que resaltasen su trasero.

Cargando con joyas preciosas que harían juego con sus ojos y su ondulado cabello.
Las fantasías que pasaban por su cabeza eran preciosas y lujuriosas, para él; su mente estaba nublada por Mia, esta aparecía en cada momento y en cualquier situación, era como si se metiera hasta en su piel; aunque a decir verdad y de forma metafórica lo hacía, cada vez que se acostaban se desnudaban de cuerpo y alma, metiéndose así en la piel lujuriosa del otro.


-Está bien, pero no será mucho, vayamos a desayunar - Ahora era ella la que besó sus labios, aunque su beso no era corto, sino mas bien deseoso de los suyos.

el desayuno transcurrió tranquilo, el aroma al café cortado inundaba la cocina junto al aroma de tostadas con mantequilla.
Luego de esto D'antonio subió a vestirse acompañado de Mia que seguía sus pasos.

-No tengo nada para ponerme, no quiero causar una mala impresión Dante, menos a tus padres

-Cara mia, nadie podría nunca tener una mala imagen tuya, y mis padres no serán la impresión-
D'antonio avanzó un par de pasos hacia la cama donde estaba Mia sentada, y se agacho lo suficiente para darle un beso en los labios. -Cara no te niego que tengo ganas de inundar mi rostro entre tu falda, pero creería que no tenemos tiempo para ello -
dijo Dante para cortar con la tensión y hacer que Mia riera un poco, después de todo no todo lo que dijo era mentira, pero ya habría tiempo para ello, siempre lo había.

Mia rió y ambos se pararon para fundirse en un beso y un abrazo, había algo en ellos que los hacía diferenciarse de los demás, o quizás era su escancia.

Dicho y hecho, no había tiempo, del otro lado de la ciudad a las afueras, en una casa de campo con una vista y forma proveniente de Italia, tres personas de apellido D'antonio esperaban impacientemente a la pareja, hacía demasiado que Dante no traía a alguien, menos sin avisar.
Pero Alessa tenía un presentimiento muy fuerte sobre Mia, sabía que era ella ni bien escucho la voz dulce de la chica, y sabía también que su hijo no estaría cerca.

-Como es Mia?- comentó el hombre mayor sentado junto a la ventana que daba al gran patio trasero

-Mia es... no es como las demás chicas con las que Dante estuvo- Alessa tomando asiento respondió, y después de todo no estaba tan equivocada, a pesar de que hablaba solo del físico, la mente de Mia no era nada igual a las demás chicas.

-Debería angustiarme por eso? no me gustaría el desorden en esta casa, mucho menos la falta de clase.

-No te preocupes por ella Padre- Enzo entro a la conversación luego de pasar por la entrada, estaba vistiendo ropa deportiva, por lo que había terminado su entrenamiento diario que, aparentemente, solo consistía en correr al rededor del predio de la casa- Te va a agradar Mia, es una buena persona y simpática

-¿Y como es que la conoces? hace rato no vas a la empresa de tu hermano-Dijo rayendo ese discutible tema de conversación a la luz, su culpa por haberle hablado en primer lugar

-Fui hace no tanto con mama, solo que tu no prestas atención babbo- Finalizo por decir Enzo para dirigirse escaleras arriba para tomar una ducha, esto podría salir muy mal y Dante lo sabía, a que estaría jugando?

En el camino en auto que estaban haciendo Mia y Dante ella lo notaba algo pensativo y distante, sabía que había algo que lo inquietaba, tal vez su familia, tal vez la idea de acompañarla de compras o quizás se podría haber equivocado ella, a pesar de que esto rara vez ocurría, de a poco lo iba conociendo. Por lo que simplemente le dio un corto beso en la mejilla a Dante para concentrarse en el viaje y en la música que estaba sonando, después de todo no era tan mala.

Peligrosa obsesión [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora