три.

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Otabek tocó con suavidad la puerta, en realidad luego de lo ocurrido no lo quería molestar al niño, por lo menos ya estaba a salvo, pero el mayor seguía preocupado.

— ¿Aprendiste a tocar puertas o qué?

Yuri sigue molesto, está con las piernas recogidas sobre la cama, abraza sus rodillas, aún no lo mira. 

— ¿Estás bien? ¿Te hizo algo?

Otabek se refiere al vago que estaba siguiendo a Yuri, a ese que intentó coquetearle, Otabek lo vió, Yuri temblaba, entonces, de una manera muy sutil, se desentendió de él, y lo  subió a la moto.

— Ten, te traje esto —. Dijo pasándole una taza con chocolate caliente.

Yuri la acepta con algo de recelo.

— Eres el peor guardia de seguridad —. Le recrimina.

— Y tu el peor escapista, te encontré en memos de treinta minutos.

Ambos ríen, a Yuri le encanta la extraña risa de Otabek.

— No eres ruso ¿Verdad? Tu acento es extraño.

— Nací en Kazajistán.

— Oh —. Es lo único que dice el chico cuando sigue bebiendo.

— ¿Te sientes mejor? ¿Sigues asustado?

El rubio deja la taza de golpe.

— ¿¡Asustado!? ¿¡Yo!? ¡No estaba asustado!

— Pero si parecías un gatito —. Otabek ríe.

— Porque no soy una maquina de matar —. Responde lanzándose hacia atrás.

Otabek está contemplando su perfil, sus mechones rubios, su pálida piel, le gusta como su pecho sube al respirar, él de verdad parece un gato.

— Saber defenderte es bueno, me es extraño que tu abuelo nunca te lo haya enseñado.

Yuri se levanta y lo mira.

— Mi abuelo se preocupó de mis estudios, soy más cabeza que cuerpo, además te tengo a ti para defenderme—. Cuando se da cuenta de lo que dijo se traba antes de añadir — Por eso estás trabajando aquí ¿No?

Otabek asiente.

Sigue sentado en una orilla de la cama, ahora pareciera pensar con mucha concertación, Yuri se detiene en analizar su cuerpo, las terminaciones de este, está seguro que bajo tanto negro podría encontrar cosas divertidas.

— Lo malo de ser sólo cabeza es que a veces el miedo te paraliza.

— ¿Mh?

— Hoy con el sujeto, te quedaste quieto, pudiste correr, pudiste pensar en un plan para que no te alcanzara, pero te quedaste quieto.

— Yo...

— Debes saber encontrar un equilibrio entre ambas cosas, a veces los instintos reaccionan más rápido.

Al rubio  gustaba oír hablar a ese guardia, era muy extraño, aunque olía bien, y preparaba chocolate caliente muy delicioso, y tenía un acento raro, pero le gustaba.

— ¡Entonces entrename!

— ¿Qué?

Yuri se acerca tanto a él que el otro debe apartarse un poco de lo potente de su mirada.

— Enseñame a hacer eso, y te prometo que haré caso.

— Yo... Yo no lo sé.

Yuri se acuesta en la cama, dejando la cabeza sobre las piernas del mayor, que le mira dudoso, Yuri sonríe, con esas sonrisas que lo hacen conseguir todo, luego pronuncia un por favor muy bajito.

Y Otabek acepta, aunque siente que se está metiendo en un problema, le agrada la sensación que le produce ver al menor sonriendo.

— Tienes que levantarte temprano mañana, si no olvida que haremos algo, y otra cosa.

Yuri lo mira sonriendo.

— Si te rindes vas limpiar mi moto.

— Está bien, si no lo hago me sacas en ella.

Yuri no lo dijo, pero cuando anduvo en la moto se sintió tan libre, y el viento frío le hacía cosquillas. Además abrazó tan fuerte a Otabek para afirmarse que aún siente algo de su olor entre sus brazos.

— Bien.

— Bien.

Ambos se toman las manos.

Y se miran fijamente, casi sienten como algo dentro de ambos se mueve.

Mafia Rusa [Yuri x Otabek] Au!Where stories live. Discover now