восемь.

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— Lo hiciste bien.

— Gracias señor. 

El joven de cabellos oscuros tenía las manos en la espalda, donde nerviosamente rasguñaba su piel. 

— A propósito —. El anciano se dio la vuelta para volver a mirarlo. — Me gusta esa camisa que estás usando, te queda bien. 

Otabek sonrió como respuesta.

— ¿Te quedarás a cenar con nosotros?

— No lo creo, yo...

— Tonterías, debes probar la comida de aquí.

Otabek terminó de hablar con él, y se dirigió a la plaza en donde solía leer o dibujar mientras hacía tiempo, literalmente su trabajo ya había terminado por lo que podría estar tranquilo sin la molestía del chico rubio, pero, por alguna razón, su auscencia le molestaba más de lo que le gustaría.

Con el abuelo de Yuri de vuelta el chico volvía a sus costumbres de cuidados y así, aunque le pareció incomodo al kazajo ver como atendían al niño, niño que el mismo había besado.

Volvió su atención al libro, había estado leyendo sin entender nada, suspiró y cerró las páginas, lo dejó a su lado y contempló el lago que tenía delante. 

Entonces agarró un lápiz de carbón y comenzó a dar trazos largos y suaves por medio de la blanca hoja. 
— ¿De verdad me veo así? —. Preguntó Yuri con una sonrisa burlesca mientras que el mayor lanzaba la hoja y casi parecía sonrojarse un poco. 

Los ojos cerrados, las manos en la espalda y una pequeña sonrisa que hacía brillar sus delgados labios. 

— ¿Qué haces aquí?

— Escapé —. Respondió sin quitar la sonrisa de su rostro. 

Otabek suspiró, dejando la hoja al otro lado de donde se había sentado el chico. 

— Sabes que hay un montón de cosas que puedes hacer con tu tiempo libre —. Le imitó la sonrisa mientras mientras bostezaba y dejaba las manos en los bordes de la banca blanca. 

— Mi abuelo a dicho que te quedarás a comer.

— Sí.

— Lástima —. Yuri rió.

La tarde, el pequeño sol que amenaza con extingirse, con consumirlo todo pareció de pronto consumirse en el color de sus ojos. 

— Oye, sobre lo que pasó hace unos días...

— Ya sé, estuvo mal —. Yuri desvió la vista cruzando sus manos sobre sus piernas. — Olvidalo ¿Si? Hagamos como si no hubiese pasado nada. 

Otabek chasqueó la lengua, algo inseguro. 

— Me gustas, o eso creo. Pero eres un niño, no hay por donde podamos estar juntos, somos de dintintas clases sociales, somos hombres, por si no es obvio, y ten por seguro que mi modelo de vida no sirve para tener amistades o relaciones o cualquier cosa. 

— Lo entiendo... —. Mintió mientras se quedaba mirando el suelo. — Sólo que no puedo...

— ¿Qué?

— Fingir que no me importa, no sé como es estar enamorado de alguien, o si alguien me gusta, pero sé que me gusta mirarte, me gusta como te mueves, incluso como respiras y es raro, se siente raro, pero no puedo evitarlo.

Yuri se apoya en el mayor y suspira.

— Encontrarás a más personas, de verdad, conocerás chicas bonitas, que soporten lo caprichoso que eres. 

— ¡Hey!

Otabek rió y le desordenó el cabello. 

Y sus corazones latían tan de prisa, que el menor temía a que se le fuera a salir del pecho, así que cerró los ojos e intentó calmarse. 

Otabek siguió dibujando, técnicamente dibujar a Yuri era mucho más sencillo teniendo a Yuri a su lado, así que se dejó muchas libertades y para cuando acabó el menor se había quedado dormido.

Lo levantó entre sus brazos y lo cargó hasta su cuarto.

— ¿De verdad ésta es tu mejor despedida? —. Murmuró el rubio acurrucadose en sus brazos.

— ¿Tenías otra idea?

Yuri negó mientras atrajo al mayor hacia la cama.

— Yuri no, tu abuelo está aquí.

El rubio no abrió los ojos, murmuró suave.

— Si, y está muy ocupado en su trabajo, quedate conmigo... Por favor.

Otabek miró al joven, luego la puerta

Y se acercó para cerrarla suavemente.

Luego volvió a la cama y se acostó al lado del menor.

Le despejó los mechones de la cara, pasando sus yemas por su pálida piel.

— Dijiste que no puedes tener nada con nadie.

Otabek asintió.

— Y que soy un niño, algo caprichoso.

El mayor repitió la acción.

— ¿Entonces si hago algo ahora que claramente no se repetirá, vas a detenerme?

El pelinegro movió la cabeza de lado a lado, como pensando en qué respondería.

— ¿Algo como qué?

Yuri se incorporó en la cama, con la mirada seria y seguro de si mismo.

— Quítate la camisa.

Mafia Rusa [Yuri x Otabek] Au!Where stories live. Discover now