семь.

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— ¿Qué es eso? —. Preguntó Otabek mientras miraba al rubio.

— ¿Qué? ¿No ves? Es mi disfraz.

Yuri se miró por cuarta vez al espejo, vuelve a plegarse la ropa y sonríe convencido.

— Dije que usaras algo no tan llamativo.

Otabek no lucía tan convencido.

— Pero se me ve bien ¿No?

El pelinegro ladeó la vista y caminó hacia la salida.

No estaba acostumbrado a usar otros vehículos y menos si él no conducía, pero aceptó subir a la limusina del rubio.

Al poco tiempo ambos estaban corriendo hacia las tiendas, Yuri era el más emocionado, agarraba la mano del pelinegro y tiraba de él metiéndolo en todos lados.

Otabek cargaba todas las bolsas.

— ¿Por qué siempre vistes de negro? —. Preguntó en medio del patio de comidas, bebiendo de la soda.

Otabek lo miró y levantó una ceja.

— Es cómodo, no te preocupas por... Bueno, por todo.

— Pero parece que siempre estas en un velorio.

Otabek se rió suavemente, Yuri lo igualó.

— Ya sé, igual podemos ver algo para ti mientras vamos a las otras tiendas.

— ¿Sabes que no es necesario comprar todo el centro comercial?

Yuri suspiró tomando su muñeca y dejando ambos vasos a medio beber.

Así estuvieron ambos comprando toda la tarde, Yuri golpeó suave el camerino.

— Hey Beka ¿Estás bien?

Se escuchó otro ruido.

— No creo que esto sea para mi.

Yuri entró junto a él.

Lo admiró.

— Deberías usar más blanco —. Se acercó y le arregló el cuello de aquella camisa, poniéndose de puntillas.

Pareció examinarlo y volvió a salir, al instante volvió con una bufanda negra y la envolvió a su cuello.

Otabek también se miró en el espejo de la esquina y levantó los hombros.

— Deberíamos ir a comprar suspensores negros, se nos verían bien.

Otabek suspiró.

— Voy a cambiarme ¿Vas a salir?

— Noup —. Respondió tomando asiento dentro de aquel espacio pequeño sobre una banca de madera.

— ¿Y esperas que te baile o algo así? —. Rió suave mientras desenvolvía la bufanda y se quitaba la chaqueta.

Luego sin mirar al rubio se desató la camisa mirando al espejo.

Botón por botón hasta que cayó por sus hombros y la dejó doblada sobre la banca.

Otabek se rió por la cara que tenía el menor, la ignoró y se colocó su camisa negra.

— ¿Qué comes? ¿Metal? ¿Cómo puedes tener tantos cuadrados?

— Vamos plano, tenemos que llegar luego.

Apenas Yuri se quedó sólo se levantó la polera.

Nada, una planicie blanca casi cegadora.

Otabek volvió a entrar, las cortinas azules pasaron por sus costados.

— Estás bien así, acaban de llamar, tu abuelo vuelve mañana.

— ¿Qué?

— Ya sé que no nos llevamos muy bien, pero ya está terminando.

Yuri se miró en el espejo, ambos estaban ahí, sentados, su cabeza no estaba pensando con claridad.

— ¿Qué harás tú?

— Seguir trabajando niño listo, no compran cosas para mi todos los días.

— ¿Te iras?

Otabek se dio cuenta hacia donde iba aquella charla.

— También voy a extrañarte —. Le revolvió el cabello.

— No entiendes... Quiero —. Titubeó un instante, tomando la ropa de sus pantalones. — Quiero hacerlo.

— ¿Hacer qué?

Yuri no respondió, se acercó rápido hasta él, y antes que el mayor pudiese reaccionar, lo besó.

Mafia Rusa [Yuri x Otabek] Au!Where stories live. Discover now