20 de diciembre.

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El 20 de diciembre de ese año también fue una fecha especial. Llegó el día de presentar a Alex y a mi madre, ella estaba ansiosa por conocerlo, por saber quién era el chico que le había robado el corazón a su hija, por saber si él era tan perfecto como siempre lo describí.

Fue unos días antes de la Navidad, me estuve arreglando durante toda la mañana, peiné muy lindo mi cabello, tenía algunos lindos rizos que me llegaban hasta la cintura, ya que mi cabello era realmente largo y liso en ese entonces. Llevaba puesto un lindo y elegante vestido rojo, quería impresionar a mi novio, y supongo que así fue.
Se acercaban las 18:00, llamaban a la puerta y fui corriendo hacia ella, con una enorme sonrisa, porque era Alex a quien esperaba. Cuando abrí la puerta estaba ahí parado, con una flor roja (mi color favorito).

–Hola, ¿eres es mi novia o una princesa? –Me saludó, con una mirada hermosa.

L

o más lindo que podría haber dicho.

–Hola mi amor, creo que sólo soy tu novia cuando se arregla –Le respondí mientras me sonrojaba.

Él sonrió y yo le tomé la mano, llevándolo hacia la mesa, donde mi madre lo esperaba con la merienda que a él tanto le gustaba; café espumoso, acompañado de galletas con chispas de chocolate.
Alex apretaba mi mano mientras nos acercábamos hacia mamá. Estaba nervioso, pero feliz. Si mi madre lo aprobaba por fin podríamos estar juntos todo el tiempo que quisiéramos, sin problema alguno.
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–Hola cariño, que gusto verte, Mery me ha hablado muy bien de tí –le dijo mi madre mientras tomaba su mano..
–Hola señora, me alegra mucho saber eso, pero más me alegra verla a usted.
–Que lindo, gracias.

En su mirada, logré notar que a ella le había agradado Alex. Y claro que sí, él era alto, tenía unos ojos encantadores color miel, y una hermosa sonrisa. Tenía el cabello liso y un poco despeinado, él se veía adorable, y no solo por su físico, sino por su hermosa personalidad, era amable, era una persona agradable de conocer, tenía un gran carisma. Podría hasta envidiarlo. Como siempre he dicho, era una estúpida enamorada, locamente cursi.

Mi mamá se pasó todo el rato riéndose​ de los chistes de Alex, y yo me sentí muy feliz, mi mundo estaba completo con ellos dos. De algún modo, mi madre nunca me dejó sola. Gracias a él entendí que ella era la persona más fiel que yo tenía, me di cuenta de que debía valorar que ella nunca me abandonó. La vi sonreír junto a mi gran amor y me di cuenta de que no necesitaba tanto de un padre como creía.
Ese día le dije lo orgullosa que estaba de tenerla como mamá, me disculpé por todas las cosas que le dije aquella noche en la que discutimos.

Si tuviera que darles una moraleja sobre ésto a quién me lea, les diría que no importa lo que suceda, nuestra madre siempre nos querrá por encima de todo, aunque cometamos muchos errores y le fallemos mil veces, ella no nos fallará y siempre tratará de estar ahí, así que tenemos que cuidarlas mientras las tenemos.

Después del primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora