Capítulo 4✔

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Foto Athon Quisbert

***

Eran más de las de las diez de la mañana habían atendido una gran cantidad de animales, principalmente las vacunas principales. Al escuchar la campanilla Abby supo que su siguiente cliente estaría en breve con ella, el problema era con el animalito entre sus brazos, no estaba preparada para atender mascotas de ese tipo. A pesar que la ciudad era pequeña a la mayoría les gustaba tener mascotas "exóticas" y ese era el problema. El pequeño erizo del desierto no le gustaba mucho la humedad de la región, o la posición de la casa de su ama. Cerca del río.

-Buen día, esperen ahí-señaló los asientos de plásticos al lado derecho de la puerta-, enseguida los atenderé.

Ni si quiera miró a los nuevos clientes, solo escuchó el gorgoteo de un bebé y por lo poco que capto con su vista periférica, el bebé tenía calcetines azules. Lo que quería decir que era un varón.

-Ump. Esto me saco por venir a esta hora. Si hubiéramos llegado en la mañana sería otra historia ahora hay que esperar.

-Cálmate mujer, eres peor que tu madre. Las vacaciones pasadas hizo de mi vida un fastidio.

Abby escuchó y sonrió, una pareja joven que tenía la capacidad aun de ver los defectos de manera burlona, por como hablaba el caballero. Claro que su atención estaba más en el pequeño animalito que tenía en sus manos. Cuando escuchó el correr de las cortinas que separan el área del mostrador con la parte dónde se realizaba la magia, supo que Kat estaba ya allí.

-Kat hay nuevos clientes ¿los atiendes tú, por favor?

-Con gusto, Abby.-Kat se llevo unos papeles en la espera de llenarlos con el nuevo caso que las personas traían.

-Buen día, mi nombre es Kat. ¿En qué puedo ayudarles?-con una sonrisa profesional que luego se trasformó en una genuina al ver al bebé. Kat hizo su presentación.

-Sí bueno, somos de la familia Quisbert y queríamos presentarnos con la nueva veterinaria, la señorita Stone. ¿Y usted lo es o no?

-Oh, bueno la verdad, yo no soy una Stone. Es ella.-señaló a Abby la cual tenía puesto el estetoscopio- pero esta ocupada así que van a querer algo o solo están por molestar-Kat no permitiría que le quitaran el tiempo; para ella era más importante los animales.

-Queremos del concentrado para caballos, señorita.-un encantador Dan interrumpió. Su acento no era tan marcado como habían ya escuchado todo el día y el día anterior, lo que le dijo a Kat que tenía poco tiempo de estar ahí.

«Ojala a mi no se pegue el acento»

-Bien. Debería decirle a su esposa que no ande de metiche y molestando a las personas que trabajan. Que ella no tenga un trabajo no quiere decir que tenga que estar molestando a los que sí.-refunfuñó.

-Sí ella es algo así. Pero no es mi esposa. Soy Dan, primo del esposo de la señora.

-Que mal. Tener esos parientes es molesto. Mi cuñada es igual ¡es una snob! que se cree tanto, mi hermana y yo la molestamos mucho. Pero adoramos a los hijos de ella.-mientras hablaba con el señor que se le olvido el nombre, buscaba el concentrado para los animales.

-La familia nadie la escoge.-coincido Dan.

-Sí, así es.-Kat facturó la compra y pudo ver la cara roja, supuso del coraje de la mujer. Bah que se enoje más total ni la conocía. Además el caballero era todo un adonis.

«¿Cómo dijo que se llamaba?»

-Todo bien Kat. ¿Qué querían ellos?-Abby se acercó a su amiga, porqué la miro algo alejada de la realidad.

La dama y el vaquero ­©- CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora