Capítulo uno.

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Si repaso todo lo que hice podré admirar una cosa, y eso es que en vez de demostrar lo inteligente que soy solo puse en evidencia una vez más que la estupidez humana es mayor. En algún momento de todo el grandioso plan que ideé ayer en la noche sobre mi fabulosa alfombra hice algo mal... terriblemente mal. Porque estoy casi segura de que Scorpius no debía verse así, bueno, en primera debería verlo ya que ahora solo tengo en frente su ropa tirada en el suelo.

He creado una maldita rima en medio de mi desesperación. ¡Viva Liluna!

Él no debía verse así, en primera debería verlo porque ahora solo tengo en frente su ropa tirada en el suelo. Versos para el chico que desintegré, de Lily Luna Potter.

Eso es lo que hago cuando entro en desesperación, pensar un montón de cosas que me hacen reír para luego comenzar un llanto desesperado. Que es lo que hago ahora, estar tirada junto a la ropa de Malfoy mientras me lamento.

—Ay, me van a matar —declaro en tono quejumbroso—. Me enviarán a un internado, donde me cortarán el cabello y ya no volveré a ver algo además del blanco y negro en mi vida...

Me recuesto con la cara hacia arriba y cierro los ojos lanzando un suspiro cansado. El plan era demostrar que ya no soy una niña (cosa que claro no soy desde que Andrés me visitó hace unos años), que ya no soy inmadura, porque tengo dieciséis años y todos en esta maldita casa me denominan una chiquilla. ¡Pero claro que tenía que hacer una estupidez! Todo por querer jugar con el "arte de hacer una poción" y terminar leyendo mal las instrucciones. Todo explotó y de pronto... ¡Puf! No más Malfoy.

Bueno, ahora que lo pienso mejor después del internado paso a Azkaban por ser UNA MALDITA ASESINA, en cierta forma. Ni todas mis buenas calificaciones y mi buena conducta podrá ayudarme con esto.  Y para sumarle al problema están los padres de Scorpius, que querrán matarme por lo que hice con su hijo.

Ya me veía lloriqueando por mi vida mientras mamá y papá me dedican una mirada de Esto sucede porque no mides tus actos.

De pronto, en medio de mi drama, siento que tiran de mi cabello. Es apenas perceptible, como si apenas pudieran tomar dos pelos de mi cabeza, de igual forma me hace girar y abrir los ojos.

Y grito, muy fuerte.

¡Porque tenía al maldito Scorpius Malfoy versión de bolsillo ante mí! ¡Lo tenía desnudo ante mí!

— ¡Un micro-pene! —exclamo lo primero que se me ocurre mientras me incorporo.

Lo señalo con horror mientras él se tapa con sus manos, es entonces cuando frunzo el ceño. Me inclino hacia él mientras entrecierro los ojos.

—Un momento, no puedo traumarme con lo que no veo. Saca las manos para que el grito tenga sentido.

Su rostro pasa de susto y desesperación a molestia, tornándose del color de mi cabello. Oh, que era tan adorable enojado... Mini enojado.

Comienza a hablar, pero lo único que puedo escuchar era un constante "blah blah blah" muy agudo. Era del tamaño de mi mano, tal vez un par de centímetros más grande... Dejemos en que era como una Barbie, pero igual más pequeño que eso. Demonios, Malfoy, no tienes ni medidas.

—No te maté —digo emocionada y comienzo a chillar—. ¡No estás muerto! ¡No iré a Azkaban! ¡Mi cabello seguirá en mi cabeza!

Sacudo los pies feliz mientras muevo los brazos en una especie de baile ganador, a la vez que canto. El rostro de Scorpius se contrae y creo que tiene ganas de seguirme el baile, pero si lo hace hasta el micro-pene bailará.

—Pero te encogí —Entonces mi sonrisa cae y vuelvo a la expresión de horror—. Mierda, te encogí, Malfoy.

Me mira con cara de "Ah, ahora lo notas" y vuelve a hablar. Estoy muy anonadada con todo, por lo que me levanto y camino hacia la mesa donde estaba mi varita. Juego con ella mientras me muerdo el labio inferior.

¡Albus! Encogí a Scorpius.Where stories live. Discover now