Capítulo cinco.

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Punto de Vista de Albus S. Potter.

Lily va a matar a Scorpius, algo me lo dice, ella suele ser muy histérica a veces. Recuerdo cuando ella solo tenía tres años, pero me dio un golpe tan fuerte que me tiró los dientes de adelante, fue una suerte que eran de leche.  Y cada año solo se volvió aún más explosiva, por eso la tratábamos con cuidado en casa.

Al menos James ya no sufría sus golpes desde que se mudó de casa. Y nosotros ya no sufríamos con sus bromas o visitas inesperadas, claro.
Según el reloj la biblioteca cerrará en unos diez minutos, y yo apenas he encontrado dos contra-hechizos. Comienzo a entrar en desesperación, porque si no funcionan Scorpius quedará hecho un caniche de por vida y a Lily y a mí nos van a hacer papilla. Porque tuve que meterme en esto, claro, siempre está ese tonto lado mío que me obliga a ayudar a todos.

Paso las páginas de los libros rápidamente, a la par que me apresuro en leer, y no encuentro algo que me ayude. Resoplo dejando ese libro a un lado y tomando otro, sucede lo mismo. Tengo ganas de quemarlos todos, pero ellos no tienen la culpa de no tener lo que necesito.

—Oye, ¿qué te hicieron los libros? —inquiere una voz suave y baja a mis espaldas.

Respiro hondo mientras volteo dispuesto a explotar como si fuese Liluna, pero me quedo sin palabras al verla.

Es la bibliotecaria más hermosa que he visto en mi vida. ¿Ella ya estaba aquí antes? Que yo recuerde era un viejo flacuchento quien se aplanaba el trasero en recepción.

Pero algo me dice que ella no tiene el trasero aplanado.

—Hola —insiste en llamar mi atención, pero eso ya lo hizo desde que la vi—. ¿Necesitas ayuda?

Necesito saber tu nombre.

—Eh, sí, sí —balbuceo sacudiendo la cabeza—. Buscaba hechizos que rompan encantamientos, todos lo que pueda encontrar en... —Mis ojos se desvían hacia el reloj en la pared— nueve minutos, ugh.

—Puedo ayudarte, sé todo sobre estos libros —sonríe.

Quiero saberlo todo sobre ti... Sueno como Lily cada vez que balbucea cosas ante Scorpius. Mi dignidad desaparece al igual que la suya.

La sigo entre los estantes mientras ella va pasándome varios libros, lo cual es muy rápido. Entonces vuelvo rápidamente a mi mesa para comenzar a rebuscar los hechizos y anotarlos en un papel. Pero antes vuelvo a mirarla.

— ¿Cómo te llamas? No te había visto antes, solo estaba ese...

—Soy su hija.

—Hombre bienintencionado y agradable —sigo, de forma atropellada y con una sonrisa incómoda.

Ella ríe entre dientes.

—Soy Silvana.

—Oh, lindo. ¿Sabes que significa de la selva? Eres como Tarzán.

Soy estúpido como una lechuga, en verdad. Pero para mi suerte ella solo se ríe ante mis palabras.

—Cerraré en cinco minutos, mejor te apresuras con tus hechizos.

Se voltea y comienza a caminar lentamente hacia su puesto. Yo vuelvo a llamarla en un arranque idiota.

—Yo... Yo me llamo Albus.

—Un gusto, Albus. Luego puedes dejar los libros en la mesa, yo me encargo de llevarlos a su lugar.

Asiento torpemente y vuelvo a lo mío, pero el tiempo va en mi contra y pasa más rápido de lo planeado. Desde algún lugar de la biblioteca Silvana me hace saber que solo me esperaba a mí para cerrar, es entonces cuando decido hacer algo que nunca antes había pensado.

Escondo un par de libros en mi abrigo, y los demás los pongo con las manos temblando en el estante. Una vez me aseguro de que no se nota lo que estoy haciendo, camino hacia la salida. Ella me espera ahí con una sonrisa amable.

— ¿Te fue de ayuda?

—Sí, uh, sí.

—Puedes venir mañana si el tiempo no te alcanzó, es que papá quiere que siga estrictamente los horarios —se disculpa con una mueca.

Sacudo la cabeza y le devuelvo la sonrisa lo mejor que puedo. Ver a James haciendo esto durante años al fin da sus frutos.

—Tranquila, está bien. He devuelto los libros a su lugar, no quería molestarte más... Nos vemos pronto, Silvana.

Ella se sonroja y abre un poco los ojos ante el tono James Sirius que adopté, incluso yo siento mis mejillas ardiendo. Pero sin romper el encanto camino con estilo hacia la salida.

Nos veremos pronto porque debo devolver estos libros sin que lo notes o me odiarás. Y digamos que quiero que sientas mil cosas por mí, menos eso.

Ya voy, Lily y Scorpius, por favor que la casa no sea un infierno cuando llegue.

¡Albus! Encogí a Scorpius.Where stories live. Discover now