Capítulo diez.

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¡Lo sabe! ¡Él leyó mi plan! Por eso estaban esparcidos los papeles de mi basurero, no sé si esconder mi cabeza por la vergüenza o qué. Hace un momento lo odiaba porque él fue el culpable de esto y aún así me dejó hundirme en la pena pensando que yo lo hice, pero ahora... Ahora voy a explotar.

Hago todo mecánicamente, moviendo las cosas para darle espacio a ambos. Nos apresuramos porque mamá y papá pueden aparecerse en cualquier momento. Scorpius no volvió a hablarme sobre el tema, pero tampoco dejó de mirarme ante cada paso que daba. Ahora temo tropezarme por los nervios y echar todo a perder.

Scorpius se posiciona en medio de la habitación, junto al caldero con la poción que hice hace unos minutos. Albus toma el libro y lo sujeta junto a su rostro mientras con la otra mano señala con su varita al rubio.

Mi hermano y yo nos damos una mirada asintiendo ansiosos con saber el resultado de todo esto. Él respira hondo y comienza a leer el hechizo, haciendo los movimientos exactos con la varita. La poción flota fuera del caldero y rodea a Scorpius, yo trago saliva.

Dije que iba a hacerlo, ¿por qué demonios no lo hice? Él ya lo sabe de todas formas, pero no lo dije en voz alta. Eso es lo que necesito hacer, Merlín.

— ¡Scorpius! —exclamo cuando la poción a su alrededor comienza a brillar, él se gira para mirarme—. Me gustas... ¡Me gustas mucho!

No logro distinguir su expresión, Albus culmina su lectura y hace un gesto que provoca una especie de mini explosión. Cierro los ojos y giro la cabeza ante toda la luz que de pronto inundó la habitación. No volví a mirar hasta que ella desapareció.

Temblando preocupada volví a girarme, el humo se disipaba y en medio de todo había un cuerpo que se balanceaba sobre sus pies, mareado. Comencé a reírme por la emoción y me tapé la boca.

¡Era Scorpius! El Scorpius normal, claramente.

Albus suelta un festejo y yo me acerco un poco, moviendo las manos para disipar el humo.

Pegué un grito cuando vi a Scorpius abalanzarse hacia mí, y retrocedí varios pasos. Mi rostro se puso tan rojo como un tomate cuando noté que estaba desnudo, otra vez.

Y ahora estoy segura de que ya no es un micro-pene.

Él siquiera se esfuerza en taparse, tiene las manos arriba y sonríe abiertamente.

—Scorpius, por favor —Albus exclama y le tiende un cojín hacia sus partes íntimas—. Lily, busca su ropa. Yo debo ir a persuadir a mamá y papá.

Asiento torpemente y un estremecimiento me atraviesa cuando él abandona la habitación. Es peor cuando Scorpius se acerca de nuevo.

Tengo su cuerpo desnudo con solo un cojín a centímetros del mío... Un momento, ese cojín es mío.

—Yo... Yo solía dormir sobre ese cojín —confieso con la voz chillona.

Él alza las cejas avergonzado, y para mi sorpresa lanza el cojín al otro lado de la habitación. Suelto un chillido y cierro los ojos de inmediato.

—No debías hacer eso, la verdad. Estaba mejor con el cojín.

—Lily, mírame por favor.

Ay no, si abro los ojos caeré en la tentación. Me conozco, tarde o temprano lo haré.

—Ay, no, estoy bien así. Lo que sea que quieras decirme, dilo así.

De repente siento que pega su cuerpo al mío, lo que me hace abrir los ojos como platos para mirarlo. Y como es usual, me quedo sin palabras ante sus ojos... Bonitos ojos.

Un pene contra mi pierna.

Ojos, Lily, sus lindos ojos cerca de ti.

—Paso uno, sé que eres muy hermosa, Lily. Albus no me contagiado su miopía —ríe entre dientes—. Paso dos, eres muy inteligente cuando te tropiezas de espalda al intentar evitarme. Paso tres, sí quedé muy impresionado con lo de pociones, habría sido mejor si no lo arruinaba con mi propio plan de impresionarte.

Ante eso sonrío con el rostro ardiendo, ladeo la cabeza y respiro hondo a la espera de lo último. Scorpius se relame los labios.

—Paso cuatro... No derrocho corazones de caramelo por el trasero, pero podría llegar a estar tan loco por ti como para dejar que me vistas como Barbie.

Algo me decía que normalmente Scorpius Malfoy no se dejaba manipular tan fácil.

Se me queda mirando atento a mi respuesta, y yo sigo abrumada por tanta información junta.

—Hay un... pene en mi pierna —es lo único que suelto a media voz.

— ¿Es en serio, Lily?

Ante mi falta de coherencia en palabras solo me queda una opción. Levanto una mano y la poso tras su cabeza para empujarlo hacia mí, uno nuestros labios en un profundo beso. Un maldito beso que espero desde hace mucho tiempo.

Scorpius me corresponde de inmediato, pegándose aún más a mí y rodeando mi cuerpo con sus brazos. Cuando nos separamos jadeando él sonríe.

— ¿Una acción vale más que mil palabras?

Escucho que algo se cae, ambos volteamos para ver a Albus con la boca abierta. Y por segunda vez en el día siento horror.

—No sé si asquearme, declarar un caso de pedofilia o... —sonríe abiertamente— echarle en cara a todos que una vez más tenía razón.

Sonrío y giro de nuevo hacia Scorpius, me acerco a su oreja para hablarle.

—Parece que no ha notado que estás desnudo...

Ríe ante eso, pero su risa desaparece cuando el mismo cojín se estrella contra su cabeza. Vuelvo a mirar a Albus, quien tiene el ceño fruncido y las mejillas rojas.

—Hoy perdono esto, pero si otro día veo algo así juro que te arranco la cabeza, Scorpius.

Ruedo los ojos, me separo de él y camino hacia la salida luchando para no fijarme de vuelta en Scorpius. Albus ya se retira hacia su cuarto, abrazando los libros de magia como si su vida dependiera de ellos.

—Lily —Scorpius vuelve a llamarme—. Una pregunta.

—Tu ropa está detrás del sillón.

—No... La pregunta era si querías jugar conmigo de vuelta más tarde.

Eso me saca una sonrisa, su picardía hoy me sorprende. Y sin responderle salgo de la habitación, escuchando sus quejas por ello.

Plan para tener a Scorpius Malfoy en la palma de la mano: Cumplido.

¡Albus! Encogí a Scorpius.Where stories live. Discover now