12

139K 7K 779
                                    

               Alex en multimedia.

—¿Qué ha pasado? ¿Dónde estas? ¿Con quién?—pregunto angustiada.

—V-ven al baño—consigue decir entre sollozos.

—Está bien, no te muevas de ahí. Voy para allá —dicho esto, bloqueo mi móvil y corro hasta llegar a la fiesta.

Empujo a las personas que se interponen en mi camino, recibiendo algunos insultos. En otra ocasión posiblemente les contestaría, pero Nat es más importante.

Tras varios minutos, llego al baño y diviso a Nat sentada en el suelo llorando.

—Nat—digo sentándome a su lado—¿Qué demonios ha pasado?

Se queda callada durante unos segundos con la mirada perdida, hasta que dice:

—Hugo me engañó todo este tiempo—me mira con ojos llorosos—Soy una idiota.

—Maldito cerdo—escupo—Ven, iremos a mi casa —agarro su mano y nos encaminamos a la salida. Desbloqueo mi móvil y marco el número de Alex.

Nat frunce el ceño, pero no dice nada.

—Le diré que venga a por nosotras —explico, y asiente.

Después de varios segundos, por fin lo coge.

—¿Qué quieres, troll?

Ruedo los ojos. Siempre tan gracioso.

—Alex, ven a por Nat y por mí a la fiesta.

—¿Y su querido novio dónde está? Supongo que os llevó a la fiesta.

—Ese es un... estúpido—digo mirando de reojo a Nat —¿Puedes venir o qué?

—¿Dónde es la fiesta?

Le doy la dirección y contesta:

—Está bien, en diez minutos estoy ahí.

—Vale —cuelgo y meto el móvil en mi bolsillo. Miro a Nat y la abrazo. No me gusta verla así, es como una hermana para mí.

En cuanto lleguemos a casa le diré que me cuente todo lo que pasó con pelos y señales.

Pasan diez minutos y vemos el coche de Alex, quien toca varias veces la bocina. Nos subimos rápidamente, yo en el asiento de copiloto y Nat detrás.

Noto algunas miradas entre Alex y Nat, pero decido ignorarlas y miro por la ventanilla. Recuerdo lo que pasó hace un rato con Iván y extrañamente sonrío. Cuando me doy cuenta, niego con la cabeza. No puede haber nada entre él y yo. Somos muy...¿cómo decirlo? Diferentes. Y además, nos odiamos.

—No quiero ser cotilla, pero...¿qué pasó con Hugo? —pregunta Alex rompiendo el silencio.

—Nada, no quiero hablar de ese gilipollas —responde Nat, enfadada.

Alex frunce el ceño y finalmente asiente.

Cuando llegamos, mamá nos saluda a los tres y subo con Nat a mi habitación. Cierro la puerta y nos sentamos en mi cama.

—Ahora sí. Cuéntame todo. —digo mirándola fijamente, y esta se remueve incómoda.

—Estábamos bailando y fui a por unas bebidas, cuando volví lo encontré besándose con una morena, o mejor dicho, devorándola —suelta una risa amarga —Le reclamé y, lejos de darme alguna explicación, me humilló delante de todos.

—¿Qué te dijo? —digo notando la sangre hervir por todo mi cuerpo.

—Dijo que era una aburrida, y que no le satisfacía lo suficiente. Soy una tonta, Pau. Tuve sexo con él pensando que era especial y estuvo revolcándose con varias mientras estaba conmigo, no dudó en resfregármelo por la cara.

—Hijo de perra —digo furiosa —El lunes se las verá conmi...

—No —me interrumpe —No te metas en problemas por mí, Pau, que se pudra como la mierda que es.

—Me niego rotundamente. ¿Quién demonios se cree que es para humillarte así?

—Por favor —suplica.

—No sé... —digo poco convencida. No sé si podré contenerme cuando lo vea el lunes.

Y justo en ese momento, escuchamos pasos fuera de la habitación. Bajo las escaleras rápidamente y cuando veo a mi madre, pregunto:

—Mamá, ¿y Alex? —Estoy segura que ha escuchado toda la conversación.

—Se acaba de ir, ¿por qué lo dices?

Oh no.

—No, por nada. Quería hablar con él.

—Oh...¿Nat se queda a cenar?

—Supongo que sí.

Asiente y subo de nuevo a mi habitación, preocupada por Alex. No quiero que haga una locura.

Tú, mi problema © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora