16

131K 7.2K 819
                                    

—¡¿Qué?! —chillo indignada. ¿Cómo se atrevió mi hermano a invitarlo?

—Iván, ya traje las palomi... —escucho la voz de mi hermano a mis espaldas. Giro sobre mis talones y lo encaro, sintiendo la sangre hervir por todo mi cuerpo.

—¿Por qué demonios invitaste a este engendro? —digo señalándolo. Iván no dice nada, solo aprieta su mandíbula. Nat también está callada, mirándonos con los ojos bien abiertos.

—Eh, cálmate. Es mi amigo y punto—dice frunciendo el ceño. —¿Por qué te molesta tanto?

—Porque... —contesto tratando de encontrar una excusa. —Porque sí, me cae mal.

Y también me pone nerviosa.

—Lo siento hermanita, pero vamos a ver el partido —sonríe comiéndose una palomita. —¿Os apuntáis?

—No, tenemos que... —digo, pero Nat me interrumpe.

—¡Claro que sí!

Giro mi rostro hacia ella y la fulmino con la mirada. Nat me hace un puchero y tras pensarlo varios segundos, suelto un suspiro. Sé que quiere estar cerca de mi hermano, así que lo haré por ella.

—Está bien —respondo, y Nat sonríe emocionada.

—Eres la mejor —susurra en mi oído, y ruedo los ojos.

—Genial —dice Alex, y se sienta rápidamente en el sofá. Nat se pone a su lado y bufo, ya que me toca al lado de Iván para mi desgracia. Dudo en sentarme, pero finalmente lo hago.

Diablos, estamos cerca, muy cerca.

Y estoy nerviosa.

El partido acaba de empezar hace unos minutos, y todos estamos en silencio comiendo palomitas. De vez en cuando me acerco más a Iván para alcanzar el cuenco de palomitas, ya que lo tiene Nat, y este se tensa.

Me sobresalto cuando Alex e Iván gritan al unísono:

—¡GOOOOOL!

Nat y yo nos miramos y soltamos una carcajada por sus caras de motivación. Estos se giran mirándonos confusos.

—¿Qué es tan gracioso?—preguntan, fulminándonos con la mirada.

—¿Habéis visto vuestras caras? —cuestiona Nat, y estallamos en risas de nuevo. Hago una mueca de dolor cuando me empieza a doler la barriga de reírme tanto.

—Iré por más palomitas —dice Alex rodando los ojos, y Nat pega un brinco del sofá.

—Te acompaño —me mira sobre su hombro divertida antes de irse junto con mi hermano.

La odio.

No me doy cuenta de qué tan cerca estamos hasta que nos quedamos los dos en silencio, mirándonos fijamente. Sus ojos bajan a mis labios y los míos hacen lo mismo con los suyos, sintiendo nuestras respiraciones aceleradas.

Se acerca lentamente y cuando está a punto de besarme, se aparta soltando maldiciones que no entiendo.

—Hey, ¿nos habéis echado de menos? —dice Alex comiendo palomitas y sentándose con Nat en el sofá. Yo no digo nada, solo miro un punto lejano.

Sigo en shock.

¿Por qué no quería que se detuviera?

Cuando me quiero dar cuenta, el partido ya ha acabado. Ni siquiera estaba mirando la televisión. Iván y Nat se levantan para irse cuando escuchamos el sonido de las llaves.

Es mamá.

—Hijos, pasé por el supermercado y compré las pizzas que tanto os... — mamá deja de hablar cuando se percata de la presencia de Nat e Iván. —Oh, hola cariño—le dice a Nat, y esta sonríe ampliamente. Luego mira a Iván. —¿Es tu novio?

—¿Qué? ¡No! —ríe Nat, y mamá frunce el ceño, sin entender—Es Iván, un amigo nuestro. Ya no sigo con mi novio.

—Oh, lo siento—dice mamá apenada.

—No lo sientas, era un estúpido —sonríe Nat restándole importancia, y puedo ver un atisbo de sonrisa en el rostro de Alex.

Mamá ríe.

—Compré pizzas, ¿os quedáis a cenar? —pregunta a mi mejor amiga e Iván.

Nat asiente.

—¿Y tú?

—Yo...eh...bueno, está bien... —dice Iván rascándose la nuca, nervioso.

Se ve tan tierno nervioso.

¡Diablos, Paula! deja de pensar en ese estúpido.

—¡Perfecto! —mamá nos hace un gesto para que vayamos al comedor. Después de unos minutos saca las pizzas del horno y se sienta con nosotros en la mesa mientras habla de cosas triviales con Nat y Alex.

Muerdo un trozo de pizza y siento una mirada sobre mí, miro al frente y mis ojos se encuentran con los de Iván.
Aparto la mirada rápidamente y vuelvo a lo mío.

Cuando todos acabamos de comer, Iván se levanta y mira a mamá.

—Gracias por la pizza, señora.

—De nada cielo —dice mi madre con una sonrisa. —Ven cuando quieras.

Iván asiente y se despide de nosotros con un simple adiós.

______________________________________

¡Muchísimas gracias a los que votan y comentan!

Tú, mi problema © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora