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—No puedo más —se queja Nat tirándose al suelo —Si doy otra vuelta, moriré.

La profesora de Educación Física nos mandó correr diez vueltas a la pista, y solo llevamos cuatro. Ruedo los ojos y me pongo de cuclillas a su lado.

—Venga, Nat, tú puedes —la agarro del brazo para ayudarla, pero niega con la cabeza —Imagina que es el vestido que querías de aquella maravillosa y cara tienda —eso parece animarla, y consigue levantarse. Corremos juntas de nuevo y Alex e Iván nos adelantan guiñándonos un ojo.

Media hora después, por fin se acaba la clase. Menos mal que era la última. Estamos agotadas, y bañadas en sudor. Nat y yo decidimos darnos una ducha en los vestuarios antes de ir a limpiar la cafetería.

Cuando ya salimos completamente limpias, vemos a Iván y Alex esperándonos en la puerta. Ellos van al cuarto de limpieza para coger todo lo necesario y nosotras nos dirigimos a la cafetería.

Es injusto que Samanta se haya librado de esto.

Observo a Nat mirando un punto fijo, pensativa, sentada en una mesa del fondo. Escucho la puerta cerrarse detrás de mí y Alex se me acerca, mientras que Iván coge un trapo para empezar a limpiar.

—¿Qué le pasa? —pregunta mi hermano señalándola.

—Está pensando en... algo importante —digo con una sonrisa malévola. Alex abre la boca para hablar pero Nat lo interrumpe levantándose de la mesa.

—¡Lo tengo! —grita, y camino hasta ella.

—Ya estabas tardando demasiado —sonrío.

Iván y mi hermano nos miran confusos.

—Es un plan para vengarnos de Samanta —explico, y ellos ríen.

—Vaya un par de malvadas —murmura Iván divertido, y le saco la lengua.

—Y locas —añade mi hermano, y ruedo los ojos.

—Ya sabemos que nos queréis mucho, pero me gustaría hablar sobre el plan —dice Nat cruzándose de brazos.

Dejan lo que estaban haciendo y caminan hacia nosotras. Nos sentamos todos en la mesa y Nat empieza a hablar mientras la escuchamos atentamente.

***

Después de que Alex y yo nos disculpásemos con mamá por el castigo que nos puso el director, salimos de casa a encontrarnos con Nat e Iván para elaborar la venganza.

Al principio no estábamos muy de acuerdo con Nat, pero finalmente llegamos a la conclusión de que se lo merecía por molestarnos tantas veces, y humillar a Alice y a algunas chicas más.

Eso me hace pensar en Alice. Hoy no vino al Instituto, lo que me pareció extraño. Le mandé un mensaje preguntándole el por qué de su ausencia, y también contándole de la venganza, pero aún no me ha contestado.

Nos montamos todos en el coche de Iván y pasamos por una tienda para coger bandas de cera, pinturas y un tinte de color verde moco. Estoy segura de que se verá genial en Samanta.

***

Una vez que llegamos a su casa, nos bajamos con las cosas y caminamos sigilosamente. Ya es de noche, así que no hay casi nadie por aquí. La casa está oscura, por lo que deduzco que Samanta se encuentra durmiendo tranquilamente. Diviso una ventana trasera y les hago un ademán para que me sigan.

Observo un gran árbol justo al lado y Nat me guiña un ojo.

—Llegó su hora —susurra con una sonrisa malévola. Alex e Iván ríen por lo bajo.

—Ayudadnos a subir —les digo cogiendo las bolsas, y ellos asienten.

—Venga —Iván me sujeta de la cintura provocándome cosquillas y me impulsa hacia arriba, consiguiendo que me agarre al árbol fácilmente.

—Ahora tú, Nat —le susurra mi hermano, y ella suelta un profundo suspiro.

—Soy muy torpe —Alex rueda los ojos y la impulsa hacia arriba, cogiéndola por sopresa. Esta consigue sujetarse de la rama y después de varios segundos, por fin sube.

Los chicos levantan el pulgar mientras nos pasan las cosas y nosotras reímos. Deslizo la ventana con cuidado y sonrío ampliamemte cuando me percato de que está abierta. Primero entro yo y luego Nat. La habitación está oscura, pero puedo ver la figura de Samanta acostada en su cama.

Nat saca las cosas de la bolsa y nos ponemos manos a la obra. Mi amiga coloca las bandas de cera con cuidado sobre sus cejas y yo camino hasta el baño para cambiar su caro tinte por el verde moco, alumbrándome con mi móvil. Cuando termino, cojo el bote de pintura y saco algunas prendas de su armario para mancharlas.

Sonrío cuando observo el desastre que he hecho.

Nat choca su mano con la mía y salimos por la ventana, bajándonos con la ayuda de mi hermano e Iván.

—¿Y bien? ¿Lo habéis hecho? —preguntan mientras caminamos hasta el coche.

—Ajá —asiento —Fue pan comido.

—Mañana será el peor día de su vida —dice Nat soltando una carcajada.

—Primera fase del plan lista —sonrío —¿Preparados para la segunda?

Asienten entre risas.

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Gracias a los que votan :)

Tú, mi problema © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora