Capítulo 104

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Aquí esta el capítulo de hoy 

Las plateadas luces vibraban en la pared... Harry se movió dos pasos hacia el escritorio, pensando profundamente. ¿Podría acaso ser información acerca del Departamento de Misterios que Snape estaba determinado a esconderle?

Harry vio sobre su hombro, su corazón golpeando más fuerte y más rápido que nunca. ¿Cuánto se tardaría Snape en sacar a Montague del baño? ¿Después de eso vendría directo a su oficina, o acompañaría a Montague a la enfermería? Seguramente más tarde... Montague era Capitán del equipo de Quidditch de Slytherin, Snape querría estar seguro de que estuviera bien...

Harry caminó lo poco que quedaba hacia el Pensadero y se paró frente a él, viendo hacia las profundidades. Dudó, oyendo, entonces sacó su varita otra vez. La oficina y el corredor de más allá estaban en completo silencio. Le dio un pequeño toque a los contenidos del Pensadero con la punta de su varita.

El contenido plateado empezó a girar rápidamente. Harry se inclinó sobre él y vio que se había hecho transparente. Estaba, otra vez, viendo hacia abajo a un cuarto como si fuera a través una ventana circular en el techo... De hecho, a menos que estuviera muy equivocado, estaba viendo hacia abajo al Gran Comedor...

Su respiración estaba empañando la superficie de los pensamientos de Snape... Su cerebro parecía estar en el limbo...

Estaría loco en hacer esa cosa a la que estaba tentado... Harry estaba temblando... Snape podría regresar en cualquier momento... pero Harry pensó en la ira de Cho, de la burlona cara de Malfoy, y una imprudente audacia se apoderó de él.

Tomó una gran bocanada de aire y metió su cara en la superficie de los pensamientos de Snape. En ese momento, el piso de la oficina se tambaleó, metiéndose de cabeza en el Pensadero...

Se caía a través de fría oscuridad, girando rápidamente mientras bajaba, y entonces Estaba parado en medio del Gran Comedor, pero las cuatro mesas de las Casas no estaban. En lugar había más de cien pequeñas mesas, todas viendo hacia la misma dirección, y en cada una se sentaba un estudiante, cabeza abajo, escribiendo en un rollo de pergamino. El único sonido era el raspar de las plumas y el ocasional crujido cuando alguien ajustaba su pergamino. Era claramente tiempo de exámenes.

Los rayos del sol entraban por las ventanas más altas hasta la encorvadura de las cabezas, que brillaban color castaño y cobre y dorado en la brillante luz. Harry vio cuidadosamente alrededor. Snape debería estar en algún lugar por aquí... Esta era su memoria...

Y ahí estaba, en una mesa justo atrás de Harry. Harry lo vio con asombro. Snape el adolescente tenía una delgada y pálida mirada, como una planta guardada en la oscuridad. Su pelo era lacio y grasoso y estaba agitándose sobre la mesa, su nariz ganchuda apenas a una pulgada de la superficie del pergamino mientras escribía. Harry caminó por atrás de Snape y leyó el encabezado del examen:

DEFENSA CONTRA LAS ARTES OSCURAS — TITULO INDISPENSABLE DE MAGIA ORDINARIA

Entonces Snape debía tener quince o dieciséis, alrededor de la edad de Harry. Su mano estaba volando a través del pergamino; había escrito por lo menos un pie más que sus vecinos más cercanos, y todavía su letra era minúscula y apretada.

—¡Cinco minutos más!

La voz hizo saltar a Harry; volteándose, vio la parte más alta de la cabeza del Profesor Flitwick moviéndose entre los escritorios a poca distancia de ahí. El Profesor Flitwick pasó a un muchacho con un descuidado pelo negro... muy desordenado pelo negro...

Harry se movió tan rápido que, si hubiera sido sólido, hubiera volteado varios escritorios. En lugar pareció deslizarse, como en sueños, a través de dos mesas y hasta una tercera. La parte posterior de la cabeza del muchacho de pelo negro se acercaba más y más... Se estaba enderezando, dejando su pluma, acercándose su pergamino como para releer lo que había escrito...

Harry se detuvo enfrente del escritorio y vio asombrado a su padre de quince años de edad. La emoción explotó en la base de su estómago: era como estarse viendo a él mismo, pero con algunos errores. Los ojos de James eran color avellana, su nariz era un poco más grande que la de Harry, y no había cicatriz en su frente, pero tenían la misma delgada cara, la misma boca, las mismas cejas. El pelo de James se paraba atrás justo como el de Harry, sus manos podrían haber sido las de Harry, y Harry notó cuando James se paró, que estaban a una pulgada de la altura del otro.

James bostezó ampliamente y se desgreñó el pelo, haciéndolo más desordenado que antes. Entonces, con un vistazo hacia el Profesor Flitwick, se dio la vuelta en su asiento y le sonrió a un muchacho que estaba sentado cuatro asientos atrás de él.


La Promesa De Una WeasleyWhere stories live. Discover now