Capítulo 124

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La gente alrededor comenzaba a marcharse, hablando todavía excitados de lo que acababan de ver.

—Al menos no llevaron a Hagrid a Azkaban, —dijo Ron. — Habrá ido a unirse a Dumbledore, ¿verdad?

—Supongo que si —dijo Hermione a quien se veía llorosa. — Ah, esto es horrible, yo creía que Dumbledore volvería pronto, pero ahora hemos perdido también a Hagrid.

Caminaron de regreso a la sala común de Gryffindor y la encontraron llena. El tumulto en las tierras del colegio había despertado a mucha gente, que se habían apresurado a despertar a sus amigos. Seamus y Dean, que habían llegado antes que Harry, Ron y Hermione, contaban a todo el mundo lo que habían visto y escuchado en la Torre de Astronomía.

—Pero ¿por qué quería echar a Hagrid ahora? —Preguntó Angelina Johnson negando con la cabeza— Esto no es como con Trelawney; ¡Él ha estado enseñando mucho mejor este año!

—Umbridge odia a los semihumanos, —dijo Hermione amargamente, dejándose caer en un sillón. —Siempre quiso echar a Hagrid.

—Y ella pensó que Hagrid metió la Nifflers en su oficina, -añadió Katie Bell.

—¡Oh, blimey!, —exclamó Lee Jordan, cubriéndose boca. —Yo soy quién ha estado poniendo Nifflers en su oficina. Fred y George me dejaron una pareja; he estado haciéndolos levitar por su ventana.

—Le habría echado del cargo de cualquier manera, -dijo Dean. –Él era muy cercano a Dumbledore.

—Eso es cierto, —dijo Harry, hundiéndose en un sillón al lado de Hermione.

—Solo espero que la profesora McGonagall esté bien —dijo Lavender llorando.

—El profesor Snape la trajo de regreso al castillo, lo vimos a través de la ventana del dormitorio, —dijo Colin Creevey— No tenía muy buen aspecto. Y tampoco lo tenía tu hermana Ron, ella se desmayó y se hubiera metido un buen golpe de no haber sido porque un chico pasaba por ahí.

—La señora Pomfrey la curará, —dijo Alicia Spinnet firmemente. —Ella nunca ha fracasado.

— ¿Por qué tu hermana estaba ahí Ron? —Pregunto Katie Bell

—Ella ayudo un poco a Hagrid. Aunque sin ella se las hubiera arreglado bien solo.

—Venus los distrajo y protegió a Hagrid y a McGonagall de esos tipos—dijo Hermione.

— ¿Por qué iba una Slytherin a ayudarlo? —volvió a preguntar Bell

— ¿Por qué no lo ayudaría? —contesto con otra pregunta la castaña.

—Solo digo que es extraño, los de Slytherin no sienten mucho afecto por Hagrid.

—Eso no quiere decir que todos sean iguales— le dijo Harry antes de correr hacia su habitación.

-*-

Eran casi las cuatro de la mañana cuando Venus estaba despertando, todo estaba en silencio en donde quiera que ella estuviera, vio a su padrino, estaba sentado esperando impasible. Esperando a que se despertara.

Él de seguro estaba al tanto de lo que le habia pedido Dumbledore. Estaba segura de que la iba a regañar por haber desobedecido una orden, estaba tan enojada con Umbridge que no podría pensar de un castigo lo suficientemente malo para ella.

—Desobedeciste la orden de Dumbledore.

—No me podía quedar ahí viendo nada más.

—Tenías una sola cosa que hacer, una sola cosa, y aun así no obedeciste.

—Ya te dije que no me iba a quedar viendo una injusticia.

—Hagrid podría habérselas arreglado solo.

—Tal vez, eso ya no importa.

—Importa porque ahora el ministro te va a dar búsqueda, por intervenir en un arresto.

— ¿Crees que me importa lo que me pueda pasar?

—Tal vez a ti no, pero a mí sí. Eres lo único que me importa en la vida. Y tú te atreves a arriesgarte de esa manera, sabía que habría demasiados problemas si tu estudiabas aquí, tienes la maldita arrogancia de tu padre.

Venus se asombró, era la primera vez que escuchaba decir a su padrino lo que sentía.

—Sev...

—No Venus, a partir de ahora si no obedeces tendré que tomar decisiones drásticas, estarás a prueba, una más que hagas y te mandare a otro colegio. Buenas noches Venus.

Y con esas palabras Severus salió de la enfermería, dejando a una enojada Venus atrás.

-*-

Su examen final de Historia de la Magia, no tenía lugar hasta esa tarde. A Harry le habría gustado mucho volver a la cama después del desayuno, pero había planeado la mañana para un repaso de última hora, en cambio él se sentó con su cabeza en sus manos en la ventana de la sala común, intentando con fuerza no quedarse dormido cuando leyó rápidamente algunos de los tres pies y medio del montón alto de apuntes que Hermione le había prestado.

Los de quinto año entraron en el Vestíbulo Grande a las dos en punto y tomaron sus lugares frente a sus hojas de examen que estaban vueltas hacia abajo. Harry se sentía agotado. Solo quería que acabara todo, para que poder ir a dormir; y mañana, él y Ron bajarían al campo de Quidditch -él iba a volar en la escoba de Ron- y saborear la libertad.

—Den la vuelta a sus papeles, —dijo el Professor Marchbanks en el frente del pasillo, chasqueando con su varita un reloj de arena gigantesco. —Pueden comenzar.


La Promesa De Una WeasleyWhere stories live. Discover now