Opuestos

595 60 24
                                    


"Si un Alfa te marca será el fin"

"¿Un Beta y un Omega? ¿No es algo tonto?"

"Los Omegas son asquerosos"

"No tienen otra elección que ser incubadoras humanas para los Alfas"

"Ya que eres un Omega, no creo que llegues muy lejos..."

Esas eran las palabras que siempre había escuchado desde su niñez. Había nacido de una madre Omega y un padre Alfa, a diferencia de lo que todos deseaban, las cosas del destino hicieron que terminara siendo lo mismo que su madre, un Omega.

Le dijeron que su vida sería difícil, que jamás podría llegar más allá, que sus aspiraciones eran algo ilusas considerando su estatus y aunque viniera de una familia acomodada (gracias a su padre) estaría condenado a lo que todos los Omegas estaban destinados a ser. Pero jamás dejó que esas palabras le afectaran.

Jamás...

Si, seguramente aun no llegaba a lo más alto, pero estaba emocionado, aunque no hubiera ganado como quería, se sentía realizado. Un niño pintando un lienzo en blanco con miles de colores brillantes que reflejaban su alegría. Su entrenador lo apoyaba, su familia también, por eso simplemente no podía flaquear, aunque muchos dudaran de lo que pudiera lograr, jamás se rendiría.

Porque no, Phichit Chulanont es obstinado, persistente, impulsivo y muchas otras cosas que jamás le dejarían abandonar el camino que tomó.

Ignoraba las palabras del resto, es decir ¿Qué importaba si era un Omega? Eso no le impediría ir más allá. No tenía intenciones de encontrar una "pareja", aquello del predestinado sonaba bonito, pero no era para él, no tendría la misma suerte que su querido amigo Guang Hong, quien encontró a su "Alfa soñado", otro de sus amigos, Leo.

O más bien, no tenía intenciones de esto... quizás por ciertas razones...

Su vida era el patinaje y lo seguiría siendo siempre, levantarse temprano en las mañanas, ejercitar, ir a la pista de patinaje con su entrenador, Celestino (Un Beta que era como su segundo padre), para mejorar cada día. Eso era lo que le daba sentido a todo lo que había recorrido, nada más podía interferir en su camino ahora.

No era un Omega débil, jamás lo sería.

Aunque el destino es algo raro, una mezcla de cosas que no dejan cabida a supersticiones sobre lo que pasará ni a que todo lo que quieras sea como lo esperabas aun si llegan al mismo lugar, las formas pueden variar, la sociedad en la que vivía era eso, Alfas, Betas, Omegas, distintos caminos para llegar a un mismo lugar.

Siendo un Omega conocía uno, uno de sus mejores amigos que era un Alfa le había mostrado otro (Quien hubiera pensado que los Alfas tampoco la tenían tan fácil a pesar de las formas en las cuales las cosas se les presentan las competencias), pero había otro camino que aun no conocía, pero que desde hace un tiempo había comenzado a ver a distancia.

Desde sus tiempos en la competencia junior lo había visto patinar, siempre desde un lugar algo apartado, la única vez que había intentado acercarse a él (hace unos pocos años) había sido absolutamente un fracaso por la personalidad arisca de esa persona, pero no por ello llegó a pensar mal de él, simplemente se le hizo más interesante.

Esos ojos negros que a simple vista parecían vacíos, esas rutinas que repasaban lo técnico a un nivel que el propio tailandés aun no podía alcanzar, la forma en que patinaba le agradaba bastante (Y lo admiraba, en serio, en lo personal y como profesional) aunque dijeran que no trasmitiera sentimiento alguno ¡Qué mentira más grande! ¡¿Cómo que no transmitía nada?!

There He Is (SeungGilxPhichit)Where stories live. Discover now