Los juguetes perdidos

18 3 0
                                    

Verde se encontraba en un lugar oscuro, con un olor horrible, lleno de telarañas, y tétrico.

Sí, todo eso es abajo de la cama de Pablo, hermano de Carolina.

Con una rotura en el brazo y frío, empezó a andar por aquel oscuro lugar recordando el cómo había terminado allí.

Draco lo tenía en el hocico cuando entraron al cuarto de Pablo. Los juguetes en ese cuarto no lo enfrentaban, solo se escondían. "Cobardes" pensaba verde mientras era llevado por el horrible dragón.

Después el perrito empezó a agitar el hocico de un lado a otro jugando con el muñeco.

- ¡Nooo! Voy a... Voy a..... ¡Buaagghh! - y Verde terminó vomitando bolitas de unicel.

Draco lo soltó y el osito verde terminó deslizándose con fuerza por el suelo terminando debajo de la cama.

Se incorporó tosiendo - vómito de unicel, ¡que asco! - expresó para sí mismo.

Miró para ambos lados, todo estaba oscuro, bolas de pelusa pasaban rodando, telarañas de vez en cuando y sonidos extraños. Hacía frío.

Continuó caminando cuando escuchó a una voz con la que casi de queda sin alma.

- ¡Ayúdanos!

- ¡Santa madre de mitra! - gritó mientras se hacía bolita.

Aquella voz cavernosa siguió hablando.

- Estamos atrapados, no podemos salir ¡Sácanos!

- ¡Por santa cachucha! ¡espíritus chocarreros!

- ¿Qué? ¿uste' está loco o qué? No papi, aquí no hay na' de eso, aquí puro amol y paz nene. - se escuchó otra voz hablando con un acento extraño, parecido al colombiano pero exagerado.

- ¿eh? - Verde estaba confundido.

- Mauricio, deja de molestal al pobre nene, eso no es de Dio' papi.

Los dos seres se acercaron y lograron verse en la oscuridad, uno era un juguete de un pingüino de hule y el otro un negrito de plástico.

- ¿Qui-quiénes so-son ustedes? - el pobre Verde estaba tartamudeando.

El pingüino se acercó y dijo con su voz cavernosa - Yo soy Mauricio el pingüino.

Al instante a Verde se le pusieron los nervios de punta.

- No, no, no. Papi, hable bien, andele. - le dijo el negrito.

- Ahh, está bien - ahora la voz del pingüino sonaba diferente, una voz no espeluznante. - Qué onda, soy el Mauri.

- Hola... - dijo el osito algo inseguro - Yo me llamo Verde.

- Bien, bien, verdesito. Yo soy el negrito cucurumbé. Pero me dicen El cucu.

- Hola cucu. ¿qué hacen ustedes en este lugar?

- Fuimos perdidos. - explicó Mauricio - Desde hace mucho tiempo que estamos aquí, al jugar, un día nos echaron pa' adentro y aquí nos dejaron.

- Así es, chico. Así de la na' chico. Nos dejaron chico. Nos olvidaron chico. Nos perdieron chico. - dijo el negrito cucurumbé. - Y tu ¿cómo llegaste aquí, nene? ¿que no es uste' del otro barrio? Ya sabe, el cuarto del otro lado, el de la Carol.

- Si, pero el temible dragón blanco me trajo hasta aquí. - dio a conocer el oso.

- ¡Pobre nene!

- De seguro mis colegas están en camino para rescatarme, pero necesito salir de aquí. ¿saben como? - preguntó Verde.

- ¡Claro que si nene! Uste' no se me preocupe que llegamos allá rapidito. Como si na'.

Y así los tres iniciaron el camino para salir de debajo de la cama.

Mientras tanto, todos los demás se preparaban para salir del cuarto de Carolina y así rescatar rescatar Verde.



La Mafia De Los PeluchesWhere stories live. Discover now