El Cuarto de Pablo

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Cuando entraron al cuarto de Pablo se quedaron todos boquiabiertos. Todos los juguetes estaban organizando una fiesta mientras Pablo dormía. Un muñeco de Max steel los vio y les dijo:

- Hola... Bienvenidos al Cuarto de Pablo. Vengan, es hora de la ¡¡¡PARTY HARD!!!

Tigresito y los demás se sobresaltaron al contemplar el cambio repentino del chico al decir las últimas palabras. Después se fue corriendo como loco.

- ¿Como que aquí a todos les hace falta un tornillo no jefe? - dijo Pancho viendo de forma extraña como se alejaba el Max Steel.

- Puede ser... - Tigresito se toco la barba en forma pensativa.

- No lo sé... ¡Pero me gusta! - expresó Carlos.

- Ash, bueno. ¿Como que se ponen a caminar no? Osea, tengo que ver a mi amiguis, criticar a los chicos con ella, hablar de ropa y disfrutar de la party. Osea, Obvis no tengo mucho tiempo para rescatar al Verde ese. Así que apresurense.

- ¿Y quién es tu "amiguis" Flor? - preguntó Carlos.

- Bueno ella si es una barbie, pero tampoco crean que siempre me junto con ese tipo de gente. Tienen estilo pero no clase.

- Pero tengo una pregunta. - dijo Carlos pensativo - ¿Que hace una barbie en el cuarto de Pablo?

- ¿No lo sabes? Ahh cierto, tu llegaste después. - dijo Pancho.

- Antes ella era de Carolina, pero Pablo la robó de su cuarto cuando eran todavía más pequeños. Le gustaba agarrar las cosas de su hermana, y le sigue gustando. Pero ya después Carolina se la regaló. Cuando juegan es como la "damisela en peligro" o algo así. - explicó Tigresito.

- Ohh, ya veo. - entendió Carlos.

Por un momento los juguetes vieron a la multitud. Peluches y muñecos estaban bailando. Por otro lado se hacía una batalla de "fuercitas" entre los diferentes Max Steel. En una esquina se encontraba un ring con los luchadores de plástico haciéndose llaves y lanzándose desde la tercera cuerda. Un grupo de 4 coches de carreras corrían sin ningún límite y sin tener cuidado de arroyar a alguien. Habían puesto música y prendieron luces de colores. Era algo completamente distinto al cuarto de Carolina, en él siempre hay orden y los juguetes son más civilizados.

- Pero bueno, tenemos que atravesar este mar de juguetes para encontrar a Verde. No se separen. Y... Traten de no caer en tentación. - dijo Tigresito con cara de preocupación.

Dicho esto se adentraron en la multitud.

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Mientras tanto Verde y sus dos compañeros a los que se había topado dentro de la cama, habían podido salir de ese oscuro lugar. Verde se sorprendió al ver todo el desorden.
Al lado de ellos pasó un Max Steel que corriendo iba gritando.

- ¡¡¡PARTY HAAAARD!!!

seguramente era el mismo al que se habían topado sus amigos, aunque el no lo sabía.

- ¿Y a ese qué le pasa? - preguntó Verde a sus acompañantes.

- Nadie lo sabe papi, ese chico está loquito, loquito. Nadie sabe na', na'. Pero no te preocupes chico, no hace nada el nene. - Explicó el cucu.

- ¿Crees que ya estén aquí tus amigos? - preguntó Mauri el pingüino.

- Si, probablemente le jefe ya esté aquí.

- ¿Jefe? ¿Por que le dices así nene? - preguntó el negrito cucurumbé.

- Pues porque es el jefe, duh.

- Ah pos si verda'. - Comprendió.

Caminaron un rato hasta que pasaron en frente de unos Max Steel. Vieron a verde y se acercaron.

- Oh, oh. Esto no es nada bueno. - Verde escuchó murmurar a Mauricio.

- Hola. ¿Qué están haciendo unos juguetitos de tianguis tan tarde por aquí? - dijo uno de ellos que parecía el jefe.

- ¿Cómo me llamaste? - Verde se había ofendido.

- No, no, nene. Déjalo así chico, no te combiene meterte con ellos. - le susurró el cucu.

- Que no me conviene ni que ocho cuartos. ¡Ese tipo acaba de llamarme juguete de tianguis! - de quejó Verde.

- Ay, la ratita de limón se enojó. Pobeshita. - El Max Steel siguió provocándolo.

- Dilo una vez más y te tumbo los dientes. - Verde estaba a punto de explotar.

- Ra-ti-ta-de-li-món. ¡Ups! Se me salió.

- ¡Estás muerto!

En ese momento Verde salto para darle un derechazo en la cara. Pero no lo consiguió, el muñeco era mucho más alto y fuerte, y lo consiguió detener.

- Chicos, creo que nos vendría bien una ratita para jugar. ¿no creen?

En ese momento se llevaron a Verde por los brazos sin que pudiera hacer nada.

- ¡NO! ¡SUÉLTAME! ¡VOY A ROMPERTE LA CARA! ¿ME ESCUCHAS? ¡¡¡VOY A ROMPERTE LA CARA!!! - Amenazó, pero no le sirvió de nada. No le soltaron.

El negrito cucurumbé y Maurucio lo vieron con pena desde lejos.

- ¡Pobre nene! - expresó el negrito.

- Lo mejor sería encontrar a sus amigos, quizás puedan ayudarlo. - opinó Mauri.

- ¡Pues vamos chico!

Y así, el negrito de plástico y el pingüino de hule se decidieron a buscar a los amigos de Verde.
Mientras él, estaba metido en más problemas que en los que estaba, siendo capturado por un grupo de Max Steels bravucones.

La Mafia De Los PeluchesOnde histórias criam vida. Descubra agora