Capítulo 4.

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"Estoy en la esquina de tu casa" dice el mensaje que acabo de recibir de Nathan.

Cojo mi bolso y grito un "adiós" antes de salir de casa, al instante veo el coche rojo de Nathan y me apresuro para subirme en él.

- Hola –lo saludo a lo que él me responde con un asentimiento en la cabeza.

Muy típico de él, no es que sea seco, es que solo me usa para echar un polvo el fin de semana y yo tonta me dejo, pero no siempre ha sido así, al principio hablábamos, reíamos y lo pasábamos bien juntos, yo estaba enamorada de él. No recuerdo el punto en el que él cambió y con ello nuestra relación, que se volvió únicamente física. Y si soy tonta, pero el tiempo y las desilusiones hacen que las personas cambien y con ello sus sentimientos, ya no estoy enamorada de él, ya no tengo ninguna clase de expectativas sobre nuestra relación. Estoy cansada de esto, de no poder avanzar, de dejarme humillar y no ser respetada.

He querido romper lo que sea que tenemos desde que empezó el curso y ya estamos en marzo...

No sé porqué, tal vez sea por miedo a no conocer a alguien y a quedarme sola, sé que para algunas personas esta razón es una tontería y lo es, porque mejor sola que mal acompañada, pero el miedo me tiene ahí, presa de él.

Cada vez que he intentado sacar el tema de dejarlo, Nathan se me abalanza y con sus besos y toques hace que me olvide de ello o simplemente que tenga ganas de dejarlo para otro momento, porque mundo, discúlpenme pero soy débil a la carne. No con todos, pero si sabes dónde y cómo tocarme, me harás débil.

-Bueno...- digo rompiendo el silencio- ¿Qué tal la semana? –le pregunto mientras el sigue mirando a la carretera camino a la casa de su difunta abuela, donde normalmente ocurrían nuestros encuentros.

-Bien, entre números, como siempre –me responde un poco a desgana, el estudia finanzas, así que tiene sentido que hable de números.- ¿Y la tuya?

-Bien, he estado pensando sobre lo nuestro... -digo esperando ver alguna reacción. Frena el coche a un lado de la vieja carretera desierta y se gira para mirarme con el ceño fruncido- ¿Otra vez? ¿Cuántas veces vas a sacarme esta conversación?

-Es que no quiero segu... -me veo interrumpido por el choque de sus labios con los míos, intento apartarle pero solo consigo unos segundos antes de que me vuelva a interrumpir- Nathan esto no va a ningún lu...- me desabrocha el cinturón y empieza a meterme mano- ¡Para Nathan! Estoy intentando hablar- digo empezando a enfadarme.

-Venga Meg, sabes que no puedes dejarme –dice con una sonrisa de imbécil en el rostro, de esas que se quitan con un bofetón.- Eres demasiado débil para mi y me quieres demasiado.

Levanto una ceja con enfado, hace tiempo que ya no siento nada por él y aunque lo estuviese no debería de humillarme de ese modo.

-Llévame a casa, por favor.- Pido enfadada cruzando los brazos sobre mi pecho.

-Mira Meg, no me gusta llegar a este punto, pero no te llevaré a ningún sitio hasta que admitas que solo me das ultimátum porque tienes miedo de quedarte sola... -Tiene la cara de decirme. Así que con todo el orgullo que tengo, me bajo del coche, hasta aquí hemos llegado.- ¿Qué haces? Vuelve aquí o juro que me marcharé –me amenaza y yo le enseño mi bonito dedo corazón.

-No es que te vayas, es que te echo yo. –Al final él arranca el coche y se marcha dejándome en medio de la carretera. Veo como el coche se aleja y saco el móvil de mi bolso para enviar un mensaje.

"¿Puedes venir a por mi?" escribo y pulso enviar, al momento me responden.

"¿Dónde estás?" y con esto envío mi ubicación.

Debería sentirme bien pero me queda un gusto agridulce. Sabía que Nathan le hacía mal a mi vida, pero pasé tanto tiempo con él que al final se vuelve una rutina, un vicio, una adicción.

A lo lejos veo los faros de un coche acercándose que se estaciona a mi lado.

-Pensaba que hacía tiempo que pasabas de ese imbécil...-Me reprende mi hermano- Anda sube mocosa.- me llama por el apodo que aunque no suena bonito, ambos sabemos que es dicho de manera cariñosa, quita el seguro de las puertas y me siento a su lado de copiloto.

-Gracias por venir a por mi –le agradezco con una sonrisa un poco triste.

-Eres mi mocosa, cualquier cosa por ti.- Responde haciéndome sonreír. Si en algo tengo suerte, es en la familia que me ha tocado.



Espero que les guste :)

Un Hércules para ellaWhere stories live. Discover now