Capítulo 4

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~Esa voz, su voz~

Jamie

Albarn me ha estado siguiendo todo el día y si no me seguía al baño era de milagro porque ¡Dios mío! Se sentó junto a mí en todas las clases, en la cafetería, aunque estuvo con sus amigos, no me quitaba la mirada de encima ¿qué si cómo lo sé? Porque no me la quitó desde que salí casi huyendo del salón para librarme de él. Además de que lo atrapé un par de veces mirando.

Intentaba no darle importancia, no quería mandarlo al diablo (Por el simple hecho de que si lo hacía le daba la razón a todo lo que Coxon habla de mí) así que me límite.

Paré en seco y oí unos zapatos rechinar detrás de mí al parar de igual manera.

– ¿Recuerdas lo que te dije ayer? –Lo mire por encima del hombro y solo me miraban como idiota. Me giré para verlo a la cara–. No soy tu madre, no actúes como si lo fuera y eso incluye no seguirme

Pareciera que iba a decir algo, pero se arrepintió y lanzo una mirada al aire, pensando en quién sabe qué, pero muy seguramente en si sería una estupidez o no lo que diría.

Sacó algo de su mochila y me lo extendió con ambas manos, con una sonrisa en su rostro. Era una libreta.

–Quería dártela –La tomé casi con miedo y la abrí, era una libreta de dibujo, una nueva– Dijiste que Graham arruinó la tuya

–Así es –Murmuré apretando un poco la libreta. Esto... en verdad no lo esperaba de Albarn.

–Jamie –Se agachó un poco la cabeza mientras me miraba, obligándome a conectar con su mirada–. Me agradas

–Bien por ti –Despeine su cabello haciendo que tapará esos ojos de gato–. Gracias por molestarte, Damon

Había vuelto a tomar mi camino a la siguiente clase cuando cierto rubio molesto se pasó a lado de mí.

– ¿Puedo agradarte? –Sonreía sin mirarlo pensando en lo gracioso que sería eso

–Puede –Decía mientras lo miraba discretamente de reojo.

– ¿Podemos ser amigos? –Parecía haberse emocionado. Pensé que las personas adultas no hacían ese tipo de preguntas, sólo son cosas que asumes.

–No te pases de la raya –Exclamé y solo río, la risa de Damon era un tanto extraña y debo admitir que se me escapó una pequeña risa a mí al oírlo reír–. Todo a su tiempo, piojoso.

***

– ¡Qué dices! –Puse un dedo entre mis labios indicando silencio ya que Damon alzó mucho la voz y todos– Incluido él profesor –Voltearon en la dirección donde estaba, es decir, a lado mío y que vergüenza–. lo siento –Decía, dirigiéndose al profesor. Volvió a hablar en murmullos– ¿Qué dices?

–Lo que oíste, no podré continuar el trabajo contigo, tengo que estar en detención por arreglarle caritativamente la nariz a Coxon –Explique en voz baja mientras escriba lo de la pizarra– lo terminaré para entregarlo mañana, en casa.

–Te voy a esperar –Declaró Damon y lo miré.

–No, además no es tanto, lo terminaré –Tocó el timbre y guardé mis cosas sabiendo que me quedaría–. Nos vemos mañana, piojoso

Damon, no muy convencido, guardó sus cosas y puso la mochila sobre su hombro. Me miró un poco triste y suspiro.

–No vemos –Murmuró decaído.

No iba a lograr darme lastima así que mejor seguí en lo mío. Sentí un beso en mi mejilla, claramente de Albarn, ya que cuando mire iba corriendo a través de la puerta. Solté un suspiro, sonriendo y tal vez una leve risa se escapó al pensar que se fue corriendo por miedo a que lo regañara.

–Mucha suerte, compañero –Se acercó Graham burlándose y riendo, dio unas palmadas en mi espalda y solo lo miraba fulminante–. Espero que te lleguen al alma las palabras inspiradoras del tutor.

–Pues a ti también –Hablando de la vieja y privilegiada Roma–, te quedas, Coxon. Veo que igual te gustaría oír lo que le diré a Hewlett

–Pero yo... –Apuntó hacia las sillas con el pulgar, indicando de una forma brusca que nos sentáramos–. Imbécil.

–Idiota -Lo empujé de un lado levemente y me devolvió el empujón un poco más brusco. Y así hasta que lo terminé tirando sobre las sillas.

– ¡CALMENSE Y SIENTENSE!

***

Él tutor se terminó durmiendo con su propio sermón, al igual que Graham. Yo, por mi lado, me quedé dibujando en la libreta que Albarn me había dado, quería dibujar antes de irme y desperdiciar un silencio total e inspiración como esta.

Había unos ciertos personajes que habían aparecido en mi cabeza y tenía que plasmarlos, seguía pensando y creó que igual pueden servir para mi tarea con Damon. Estaba tan atento en lo mío, pero empecé a percatar de a poco una voz, pero cantando, una voz suave, pero a la vez ronca.

Se oía familiar.

Caminé casi de puntillas hacía la puerta, ya que la voz provenía de afuera, salí y me asomé para encontrarme con un rubio echado en el suelo, espaldas a la pared y cantando.

Me quedé mirándolo un rato, sin que se diera cuenta al parecer, sólo estaba concentrado en su cantar y yo en el como lo hacía. No era tan malo.

Llegó a cruzar mirada conmigo y paro al instante asustado de cantar.

– ¡Jamie! –Se paró al instante del piso, con un poco de rubor en las mejillas y jaloneando su camiseta hacía abajo, nervioso–. Sé que dijiste que me fuera... Pero no es tan tarde y te quería esperar.

Me atrevo a decir que parecía adorable. Titubeaba mientras se la pasaba divagando para no llegar a los temas que le importaban.

– ¿No tienes nada que hacer verdad? –Negó con la cabeza, con la mirada agachada–. Idiota –Le acerque la cabeza a la mía en una forma de abrazo de hermandad–. Tú y yo tenemos una tarea que terminar.

Fui por mis cosas y después con Albarn, decidí que iríamos a mi casa por la sencilla razón que si me veían en la biblioteca me reportarían porque se supone que debo estar en detención. No pensaba ir a casa de Damon porque él no vive solo y yo sí, él todavía en un bebé de mamá.

Damon había estado curiosamente callado en el transcurso hasta que soltó su primera pregunta.

– ¿Vives sólo? –Preguntó mientras acomodaba bien su mochila al caminar.

–Ajá –Contesté encogiéndome de hombros–: No es la gran cosa.

–Jamie –Lo miré, en pequeña señal de que lo escuchaba– ¿Canto bien?

–Rompes mis tímpanos –Agachó la mirada–, pero de la forma linda ¿sabes a lo que me refiero, cierto?

–Gracias –Sonrió–. Es bueno saber que al menos llamo la atención.

– ¿De qué hablas? –Pregunté confundido.

–Saliste del aula sólo porque me oíste cantar, te quedaste a escuchar y de no haber parado de cantar, hubieras seguido ahí –Me miró sonriente y con ojos inocentes, de cachorro inocente porque con lo que siempre comparé al idiota de Albarn es un cachorro, simplemente es su definición exacta.

–Tienes razón –Aquello fue lo último que dije antes de crear un silencio incómodo.

Pasaron minutos, unos que parecían horas, antes de que Albarn lo rompiera.

– ¿Qué falta de entregar para el trabajo? –Preguntó mientras rascaba su cabeza– ¿Un poco más de texto? Pensaba que igual podríamos poner cosas como letras de canciones, es un arte, así que cuenta.

–Es que tengo algo que mostrarte –Sonreí ansioso–, y creo que te gustará.

I D I O T A | Jamion [Gorillaz]Where stories live. Discover now