서른 하나

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La primera vez que compartimos un departamento fue extraño, habíamos acordado aquello después de que nos distanciáramos gracias a nuestros respectivos trabajos; lo habíamos hablado anteriormente, pero preferimos aplazarlo hasta que ambos nos encontráramos cómodos con nuestras rutinas laborales.

Tomamos la decisión de que debíamos obtener uno distinto, me negaba a simplemente mudarme contigo, debíamos encontrar nuestro propio lugar, uno que estuviera lo suficientemente cerca de nuestros lugares de trabajo así como también debía ser espacioso, el departamento debía ser perfecto porque allí crearíamos nuevas memorias juntas.

Cuando finalmente lo encontramos nuestro siguiente problema fue la decoración, yo quería algo elegante y sobrio, pero tú te empeñabas en utilizar tus sillas italianas y colgar pinturas por todos lados; tú y tu obsesión con aquellos muebles me causó incontables dolores de cabeza, pero finalmente ambos terminamos cediendo y llegamos a un acuerdo en donde debíamos encontrar un equilibro, aquello resultó más fácil de lo que había pensado, porque al finalizar, aquel lugar que ahora nos pertenecía era hermoso, reflejaba nuestra personalidades y la naturalidad con la que podían mezclarse luciendo perfectas, como si estuvieran destinadas a encajar.

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