C A P Í T U L O 3: Decir adiós a los lazos de sangre.

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Alguna noche a inicios del periodo de la Guerra de Broma

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Alguna noche a inicios del periodo de la Guerra de Broma.

Presenta:

A los Delevoix intentando huir de algo de lo que era imposible y a un pueblo nuevo en donde ilusamente aún tenían la idea de que la guerra no avanzaría más.

Cuando Irina tenía 12 años había huido de la casa en Baviera en la que vivía junto a su hermano mayor, el muchacho de 17 que momentos antes de salir corriendo con ella había recibido una buena tanda de bofetadas por parte de su madre, una alcohólica que buscaba ganar el silencio de su hijo ante la infidelidad de la que había sido testigo. Una situación insoportable de la que debían salir sin importar que, porque todo era preferible a vivir en una historia de terror protagonizada por una enfermiza figura materna. Sus esperanzas eran pocas, pero aun así jamás murieron y cuando llegaron a Francia, Isaac Delevoix se encargó de educar a su hermana, enseñarle los modales y la elegancia digna de una princesa pero sobre todo cultivarla de aprendizaje y conocimiento, no le importó cuanto tuvo que trabajar, enfermarse o sufrir, solo la tenía a ella y se había prometido darle una buena vida, lo había logrado.

Ahora a sus 17 años, Irina corría a través del oscuro bosque, siguiendo a su hermano de 22 años frente a ella. La guerra había llegado a su pueblo, Isaac Delevoix era requerido en el ejército de Francia para ser parte de la frontera franco-alemana y debido a su perfecto estado físico era algo a lo que no podía negarse más aunque antes de ceder a jugarse la vida intentaría salvar la de su hermana. Habían dejado Parías atrás desde hacía ya un buen rato, lugar que habían visitado efímeramente para recoger los papeles que Isaac había conseguido donde se demostraba su descendencia Alemana, y que su padre, Maxwell von Linstow les había facilitado como una oferta de paz ante los años de abandono. De esa manera, Irina tendría una cuartada. Isaac rogaba porque sus planes resultaran.

Apenas llegaron a lo que parecía ser el final del bosque, dos veladores alertaron a la rubia, Isaac al contrario suspiró con tranquilidad. Una mujer de curiosos ojos marrón intenso se acercó a ellos, seguida de un hombre anciano que apenas podía mantenerse de pie.

—Te presento a mi esposa, Eitana. Je suis marié, Irina—soltó el rubio ante la mirada atónita de su hermana quien se encontraba estática sin saber cómo reaccionar ante la preocupación que la joven mujer mostraba hacía el Delevoix.

La fémina de ojos marrones y larga cabellera del mismo color le ofreció una pequeña sonrisa mientras sostenía con firmeza la mano de Isaac y se escondía tras su espalda como si esta fuera el lugar más segura del mundo.

—¿Cuándo?—reclamó la menor de los Delevoix, exteriorizando sus pensamientos. Sus ojos se deslizaban atónitos por sobre la fisonomía de la muchacha frente a ella—Isaac, estás casado y no lo sabía ¿Cómo fue posible si nunca te despegabas de mí?

—Y no te ocultaría una noticia así...pero apenas si conozco a Eitana en realidad—sus ojos azul marino se dirigieron a la mujer brindándole la paz que solo ella encontraba dentro de estos—Nuestro padre siempre decía que las nociones de rectitud y justicia, no tienen lugar en la guerra, claramente Alemania no planea dar marcha atrás a sus planes, Francia e Inglaterra lo han sabido desde el primer momento y yo tenía que asegurar tu bienestar antes de enlistarme.

1939Where stories live. Discover now