Capítulo Tres: El misterioso caso de Conan Bowell

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Si tan solo entrando al plan de Kevin todo se solucionara, no dudaría ni un minuto en aceptar su propuesta

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Si tan solo entrando al plan de Kevin todo se solucionara, no dudaría ni un minuto en aceptar su propuesta. Sin embargo, yo sabía que así como sus planes triunfaban de manera épica, también solían fracasar de forma catastrófica; como aquella vez que lo suspendieron una semana por haber robado las respuestas del examen de Química o cuando descubrieron que él y sus amigos habían sido los autores de la bomba apestosa en el gimnasio.

Revolvía con la pajilla el licuado que mamá había hecho para acompañar el desayuno, mientras todas las posibles consecuencias de aceptar el trato se escurrían en mi mente como lluvia que se colaba.

—Nicole, ¿estás bien? —preguntó papá al notar que mi mirada se perdía cada vez más en mi bebida—. Estoy seguro de que todo quedó bien mezclado por la licuadora.

—Sí, lo siento —respondí recobrando el sentido y dando un sorbo a mi pajilla.

—¿Qué harás hoy, cariño? —dijo mamá mientras se sentaba en la mesa.

—No lo sé. Mirar un poco de televisión y tal vez salir con Donna, no sé, aún no me ha confirmado si nos veremos en el restaurante.

—¿Segura? —preguntó ella y de pronto todo volvió a mi mente.

—Cierto... Al parecer estaré buscando un trabajo en vez de hacer todo lo anterior —corregí y mis padres sonrieron satisfechos.

Había olvidado por completo que tenía que conseguir una fuente de ingresos para pagar el auto de Martin y mis salidas.

Después de que todo, los protestantes fueron retirados, mis padres pudieron pasar y llegaron a casa hasta pasada la media noche. Se les notaba muy cansados, pero seguían interesados en saber todos los detalles sobre el acuerdo con la alcaldesa.

A diferencia de la mayoría de los adolescentes de mi edad, yo adoraba a mis padres. Es cierto que casi no pasaban tiempo en casa, pero yo entendía que era por la distancia entre la firma de abogados para la que trabajaban y nuestro hogar.

La única discusión fuerte que había tenido con ellos alguna vez fue cuando les plantee no asistir a la escuela de leyes, pero bueno... eso es historia. Yo sé que, en ese sentido, no puedo contradecirlos y... Bueno, es mejor cambiar de tema. Buscar un trabajo ahora era mi reto más grande.

Terminando de desayunar, mis padres se despidieron  y tomaron la carretera principal hacia la ciudad. Busqué el mapa del pueblo que tenía guardado papá en la biblioteca, afortunadamente, este tenía los nombres de los negocios y centros de interés para visitar, así que comencé a marcar los posibles lugares en donde le darían empleo a una chica de diecisiete años. Una vez terminado esto, doblé el mapa y me dirigí a la calle para iniciar mi travesía.

Recuerdo que la primera vez que llegué a este pueblo pensé que era demasiado pequeño para vivir. Yo había pasado doce años en una enorme ciudad y no podía más que lamentarme por el hecho de que mis padres hubieran tenido que vender casi todos sus bienes una vez que fueron despedidos de la firma de abogados en la que trabajaban.

En este mundo no cabemos los dos ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora