Capítulo Trece: La noche de las luciérnagas.

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Existen ocasiones en las que uno desearía que las cosas fueran diferentes

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Existen ocasiones en las que uno desearía que las cosas fueran diferentes. Un hecho innegable era que yo apreciaba lo increíblemente lindo que era Dylan, sin embargo, nuestra relación, al menos para mí, no parecía representar una buena elección.

Desperté muy nerviosa por lo que estaba a punto de hacer. Iba a ser yo la que rompiera el corazón de una persona tan noble como él. ¿Qué tipo de monstruo era? Debía pensar en una buena forma para evitar lastimarlo demasiado.

Bajé al desayunador tratando de evitar el ruido para que la tía Patty no se levantara y me fui directamente hacia el plato vacío que yacía entre mis padres.

No quería conversar demasiado, no me sentía completamente bien, en unos minutos vería a Dylan en la cafetería del pueblo para terminar y tenía la sensación de estar a punto de ejecutar a un batallón de guerra.

Terminé de comer y con manos temblorosas preparé mi mochila para el día.

Al ser domingo, mis padres preguntaron a dónde me dirigía, sin embargo, en cuanto les dije que era un plan para recuperar la amistad de Donna, no hicieron más preguntas y dejaron que me marchara sin preocupación alguna.

No podía decirles la verdad... Sabía que mi madre se opondría totalmente.

El suave sol que asomaba en la lejanía ya no se sentía tan cálido como todas las mañanas, parecía estar seco y reflejar todas las preocupaciones que en ese momento habitaban en mí.

Por dentro, tenía la sensación de ser una bomba de tiempo que solo esperaba por el juicio para explotar. Era difícil comprender por qué nadie se sentía tan ansioso como yo. Ni siquiera Kevin, que sería el representante de todos.

Al avanzar por la avenida principal vi de lejos a dos chicas que caminaban con bolsos de compras, eran las gemelas Morrison. Preparé mi mano para saludarlas, pero ellas me lanzaron un gesto de miedo y cambiaron rápidamente la ruta.

Me quedé un segundo observando cómo se alejaban antes de continuar mi camino. Yo creía que habíamos quedado como amigas, ahora parecía que trataban de evitarme. A veces es complicado comprender las relaciones humanas.

Logré divisar la cafetería y mi corazón comenzó a latir. El nudo que me había ahorcado el estómago y la garganta durante estos días regresó más furioso que nunca y tuve que parar unos pasos antes de la entrada para no perder completamente el aliento.

Fue ahí que vi, entre los comensales, a Dylan. Tenía la mirada perdida hacia arriba como si intentara visualizar los sueños que llenaban su cabeza. Su sonrisa, como siempre, era cálida y tranquila... Diablos, ¿qué estaba a punto de hacer?

—Hola, Dy —verbalicé con dificultad mientras me aproximaba a su mesa.

—Hola, hermosa —respondió sonriendo ampliamente. Parecía querer levantarse, pero yo coloqué mi mano en frente y le indiqué que se quedara sentado—. Me preocupaste con tu mensaje, ¿está todo bien?

En este mundo no cabemos los dos ✨Where stories live. Discover now