Capítulo Cinco: Rumbo a la ciudad.

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A la mañana siguiente, desperté para verificar que mis padres no hubieran llegado

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A la mañana siguiente, desperté para verificar que mis padres no hubieran llegado. Al confirmarlo, salí como rayo para limpiar el desastre de la noche anterior, terminando en el momento justo en que se escuchó el motor de un auto acercándose a casa.

Realmente no me gustaba estar molesta con ellos, así que cuando me atacaron con un bombardeo de disculpas, yo no dudé en sonreír en cada una de ellas, restándole importancia al asunto.

Cuando la tarde llegó, mis padres y yo nos dedicamos a mirar las películas que me habían comprado en la ciudad (sabían que mi debilidad eran las películas de acción). Fue muy curiosa aquella vez porque, a pesar de que mi mirada estaba clavada en la pantalla todo el tiempo, mi mente en realidad no atendía lo que sucedía en el televisor. Regresaba a lo que había pasado en Nochebuena. Ese... error. Ni siquiera sabía cómo llamarlo. ¿Un suceso aislado, tal vez?

En cuanto los créditos de la última película comenzaron, me levante del sillón y subí a la habitación después de despedirme de mis padres.

El brillo del celular me iluminaba tenuemente cada vez que yo lo desbloqueaba para mirar las notificaciones. ¿Qué era lo que realmente esperaba? ¿Un mensaje de Kevin?

Como mi ansiedad no podía evitar colarse cada que tal brillo acariciaba mi rostro, decidí apagarlo definitivamente y opté por ajustar el viejo despertador de pilas que me había dado mamá a los doce años.

Mañana lo volvería a ver y no sabía exactamente cómo debía actuar. Las ideas en mi mente me apuñalaban sin piedad, evitando que pudiera quedarme dormida pronto. Y para colmo de mis males, Kevin no era al único que me enfrentaría mañana porque, no podía olvidar, había invitado a Dylan a salir.

💙💙💙💙💙💙💙

El sol inundaba mi habitación como un fantasma dorado que trataba de despertarme.

Afortunadamente, el despertador de pilas aún servía, así que lo ajuste para el siguiente día y prendí mi celular tratando de no mirarlo demasiado. Lo dejé sobre la mesita de noche y me fui a duchar.

Ni siquiera en mi cumpleaños, en la Navidad que acababa de pasar, ni en mis graduaciones había tenido tantas notificaciones en mi teléfono.

Kevin había mensajes en cadena al grupo y cada uno de las notificaciones que tenía, cuando regresé de la ducha, pertenecían al chico. Claro, con horas distintas, pero todas con fecha del lunes:

"No olviden que mañana es la próxima junta."

"Por favor, no vayan a faltar a la junta."

"Necesito que TODOS estén en la junta de mañana"

"Espero que nadie falte a la junta de mañana"

En este mundo no cabemos los dos ✨Where stories live. Discover now