Capítulo Siete: Melodía delatora

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—Bueno, Dylan

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—Bueno, Dylan... qué inesperado —contesté con la voz temblorosa.

—No te preocupes, si tú consideras que no es...

—No, no, no —interrumpí al chico y tomé un poco de aire—. Yo sí quiero ser tu novia, Dylan.

—Yo creo que... ya se me quitaron las ganas de jugar videojuegos —dijo Kevin comenzando a caminar por la calle.

—¡No! —le grité y se detuvo—. Kevin, ya me tengo que ir. Ustedes sigan con sus planes.

—¿Estás segura? —preguntó Dylan tomando mi mano.

—Completamente, mi tía Patty está por llegar, como dije —expliqué y él me abrazó.

—Entonces cuídate mucho. Te llamaré después —expresó y me regaló un beso en la frente.

Kevin admiró la escena desde lejos con gesto inexpresivo. Su amigo lo alcanzó con una fresca sonrisa en el rostro y ambos siguieron caminando rumbo a su destino.

Era cierto que había pasado muy poco tiempo desde que Dylan y yo comenzamos a hablar y conocernos, pero realmente pensaba que al estar junto a él no podía menos que sentirme cuidada y tan pero tan confortable.

Ya lo había dicho, su compañía era... indescriptible.

Sentí alivio al notar que mi reloj aún anunciaba diez minutos para las siete cuando llegué a casa. La tía Patty siempre se había caracterizado por ser una persona sumamente puntual y responsable, así que temía que ella hubiera tenido que esperarme afuera de mi hogar.

Dejé mi vieja mochila gris sobre el sillón de la entrada y subí a ponerme ropa mucho más cómoda.

El timbre emitió su sonido envolvente un par de minutos después. Mi ojo se pegó a la mirilla y admiré justo a la persona que quería ver, esa mujer de tez sumamente blanca y cabello teñido de rojo encendido en una coleta.

—¡Tía Patty! —grité emocionada mientras abría la puerta.

—¡Nicole!, ¿cómo estás, querida? —preguntó mientras me examinaba con la mirada—. Hace tanto que no te veía, ahora te siento mucho más grande.

—Creo que sí —contesté con una risita—. Ven adentro, tía. Tengo refrigerios, por si quieres...

—No, no, cariño. Si me llamaste para aprender, no debemos perder tiempo —interrumpió y me guío hasta la zona en donde había aparcado su coche—. Traje esta belleza para enseñarte todo lo básico sobre autos.

—En verdad es muy bonito—repuse admirando el curioso auto verde. La luz se reflejaba suave sobre la lisa pintura, parecía extraído de una postal antigua.

—Es un Dodge Coronet Super Bee de 1970. Uno de los más bonitos, a mi parecer y el favorito de todos mis muscle cars —expuso ella abriendo el cofre del auto—. ¿Y ahora, estás lista para la lección?

En este mundo no cabemos los dos ✨Where stories live. Discover now