《 cuatro 》

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Rosé tensaba la mandíbula mientras veía aquellas tabletas de pastillas sobre su mesa. Había dejado de tomar su tratamiento desde hacía ocho años, no porque le hubiesen suspendido este, sino porque su motivación a recuperarse le incitó, y vaya que había funcionado hasta ese momento. Pero con la llegada de Lisa, estaba perdiendo los sentidos nuevamente.

Rápidamente tomó la tableta y desprendió de esta dos pastillas, colocándolas en su palma, con una botella de agua en su otra mano, sin embargo, desistió en hacerlo. Iba a salir de esto sola, sin ayuda de tediosas pastillas. Lo haría por Lisa.

Lisa había comenzado a sentirse más tranquila respecto a la situación con sus amigas. Tiempo después de que aconteció aquel feo momento, Rosé dejó de ser fría, reanudaron sus encuentros diarios, y sorpresivamente, Rosé incluso había comenzado a inquirir sobre su amistad, pareciendo alegrarse ante el hecho de lo bien que esta se encontraba; Lisa no sabía qué era lo que ocultaba la pelinegra detrás de aquella sonrisa indescifrable y el oscuro color de sus pupilas puestas sobre sí mientras hablaba.

Lo cierto era, que todo se volvía un caos en cuanto Lisa abandonaba su hogar. Y ella tan sólo pudo presenciar este cuando cierto día recurrió a ella, siendo la única con quien podría confiar algo así, sin percatarse de lo que vendría después, porque la inquietud era inmensa. Decirle a su novia, cuya mentalidad parecía variar entre lo cuerdo y otras cosas que se omitían, que Jisoo había confesado tener sentimientos más allá de la amistad hacia ella había bastado para que nuevamente Lisa percibiera y se viera envuelta en el terror que ocasionaba la mirada perdida en algún sitio de su rostro, o bien, cualquier otra cosa, de Rosé. Después de un largo tiempo en silencio, la calma se vio interrumpida por el estrenduoso sonido de la pequeña mesa a su frente ser levantada y tirada lejos con gran brusquedad por su novia. Lisa dio un brinco, y retrocedió en el sofá cuando escuchó a la mayor reírse a carcajadas.

—¿Eonni...?

La risa se detuvo, y la mayor volvió a enfocar su mirada sobre el cohibido cuerpo de la rubia.

—¿Realmente eres tan ingenua? —inquirió, utilizando un extraño tono. Lisa aún no lograba descifrar la actitud de su novia en momentos como esos, y ésta tan sólo se acercó con suma lentitud, y se inclinó para tomarle del mentón con muy poca suavidad—. Estaba más que claro, Lisa, que esa mocosa tiene sentimientos por ti. Pero, adivina qué... eres mía. —Enfatizó la última palabra con cierta furia y demasiada posesión—. No quiero que vuelvas a hablarle, Lalisa —sentenció. Su mano liberando la barbilla de Lisa con brusquedad, y no dijo más.

Lisa quiso refutar, pero esta era la segunda ocasión en la que presenciaba la actitud escalofriante de la mayor, y tan sólo pensó en permanecer callada. Rosé había dado la vuelta y se había perdido en algún cuarto del apartamento, mientras su visión se mantenía divagando en los espacios en blanco de este. Su corazón latiendo a mil, su cabeza dando vueltas, se sentía mareada ante el pensar de su mejor amiga enamorada de ella, y el de la mirada de su novia y las palabras que le hacían atemorizarse.

Su novia regresó, sin nada en sus manos, tan sólo volvió a tomar asiento junto a ella y le entregó una sonrisa.

—¿No dirás nada?

Fue allí cuando Lisa le miró también.

—No —esbozó una sonrisa, su mirada perdiéndose—. Eonni tiene razón, es mejor que me aleje.

Una sonrisa ladina esparciéndose en el blanquecino rostro de la otra.

—Así es, pequeña. —Estiró su brazo hasta llegar su mano a la mejilla de la menor y frotar con su dedo pulgar esta—. Eonni siempre tendrá la razón.

...

No puedon corresponder a tus sentimientos, por favor, manténte alejada de mi, le dijo a su mejor amiga la tarde del día siguiente. Por supuesto, ésta no aceptó tal cosa, justificándose con que su intención no fue aquella, ni estaba cerca de serlo, que respetaba su noviazgo, y otro sinfín de cosas a las cuales Lisa no prestó atención, apiadándose de su corazón para que este no se rasgara más, hiciera que su cuerpo fallase y liberase las lágrimas que le estaban ocasionando un fuerte nudo en su garganta. Simplemente, mantuvo firme su respuesta ante todo aquello, marchándose corriendo luego de un "mi novia no quiere que te acerques, y tiene razón, no deberías".

Durante más de dos semanas, Lisa se sintió en la tarea más difícil de su vida al huir todo el día de sus amigas durante las horas lectivas; sintió cierto alivio cuando éstas desistieron en insistir, y a la vez, una presión en su pecho a causa del sentimiento de pérdida de algo muy importante en su vida. Refugió su llanto en el pecho de Rosé después de esto, era inevitable, pero esta parecía no comprender del todo este hecho. Rosé se sentía satisfecha e irritada a la vez pese a que su novia seguía derramando lágrimas por quienes le había pedido no lo hiciera. Sin embargo, esas veces fue muy comprensiva, y buscó distraerle de distintas maneras. Incluso, tuvieron una cita al aire libre, lo cual a Lisa le hizo ser muy feliz.

Lisa comenzó a sonreír de nuevo, incluso cuando lloraba pensando en Jisoo y Nayeon, y recordaba a su amada y sus fervientes intentos de verle feliz. Ella siempre le pedía que sonriera, adulaba con que su sonrisa era lo mejor en ella, y que esta le pertenecía. Lisa ya no sabía si sentirse desanimada o muy feliz. No distinguía la diferencia entre cada sonrisa mostrada ante la mayor cuando ésta le susurraba al oído palabras de amor, o cuando le hacía ver el mundo de una forma distinta, opresiva, posesiva y llena de locura.

Cada vez que Lisa despertaba envuelta en los brazos de la mayor, observaba en ella su faceta tranquila y serena, encontrándose totalmente entregada al sueño. Irremediablemente sonreía, un cosquilleo invadiéndole, y la yema de sus dedos deslizándose sobre la suave piel. Susurraba pequeños y casi mudos "te amo" sobre sus labios antes de besarle, y pronto era correspondida cuando la pelinegra despertaba a causa de su tacto. Era en esos pequeños momentos en donde Lisa no se sentía tan presionada por las palabras adormecedoras de su novia haciendo una catástrofe en su cabeza, haciéndole pensar de una forma que nunca Imaginó, privándose a sí misma de una vida, sólo para ser parte de la de Rosé.

A pesar de estar al tanto de ello, no pensaba cambiar este hecho, porque le amaba de tal forma, que haría cualquier cosa con tal de verle satisfecha, cosa que hacía mucho había comenzado a hacer, más por sus propios deseos arraigados a su similitud con la mayor, que por las persuasiones de su psicópata novia.









Sins. (ChaeLisa)Where stories live. Discover now