《 diecisiete 》

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Cero noticias. Los días transcurrían en la misma rutina: trabajo, casa, y quizás alguna salida con sus viejos amigos. No estaba Jisoo en ella, pues, su comunicación hubo sido nula desde aquel día, en el que se despidieron sin aclararse antes qué sucedía. Jennie estaba al tanto de que, dado el hecho de lo mal que había de sentirse Jisoo, le correspondía ser quien llamase o dejase un mensaje siquiera, mas no lo hacía. Había cierta culpa viviendo en sus adentros, y la sensación de que posiblemente arruinaría todo en cambio, le mantuvo distante tantos días, que ahora eran semanas.

Ansiosamente, llamaba a los oficiales por noticias, sin embargo, no habían novedades del suceso. Seguían sin dar con el paradero de las dos chicas escapadas; y esto no ameritaba ni mejoraba en nada.

Con un simple gesto y sonrisa, se despidió de sus empleados. El clima avisaba una posible lluvia debido a la brisa y el viento levemente fuerte ondeando su cabello. Su abrigo beige calló bajó sus rodillas al vestirlo, y a paso tranquilo se hacía camino a la cafetería que siempre frecuentaba en las tardes. Mientras, echaba un vistazo a sus notificaciones en su celular, y revisaba también el chat con su pequeña amiga; le echaba bastante de menos.

Se detuvo por unos segundos, pensándolo bien, y al reanudar su camino, comenzó a teclear un mensaje para la menor, distrayéndose en ello.

Los autos de la ciudad transitaban por la calle con bastante frecuencia. Tan sólo al pasar por un sitio baldío se pudo notar la disminución, pese al desvío de carreteras. Entre los pocos que pasaban, una camioneta negra y de vidrios oscuros, que impedía la vista a sus adentros, se detuvo a unos metros más adelante. Jennie también paró su andar, al igual que el tecleo de un segundo mensaje, solo para advertir de la rapidez con la que ciertos hombres fornidos y enmascarados, se abrieron paso en su dirección. El deseo de huir fue completamente cegado por el miedo, y a la vez asombro, siendo así lo último que pudo observar después de habérsele puesto un pañuelo en su boca y nariz, por los mismos hombres, y ser llevada como anfitriona en el mismo auto.

Jisoo había recibido ese primer mensaje y no se atrevía a abrirlo. Su vieja amiga, Nayeon, le miraba con confusión mientras ella, a su vez, miraba tan sólo la notificación en su celular.

-¿Por qué no lo abres? -preguntó la chica.

-Es de Jennie -suspiró Jisoo.

-Con mucha más razón deberías hacerlo, hace mucho que no se comunican.

-No tiene caso -contestó con un deje de cansancio, olvidando su celular en su mesa-. Te conté bien lo que sucedió.

Nayeon frunció los labios, y muy veloz tomó el aparato antes dejado por la mayor para marcar, sin reparos, al número de Jennie.

-¡Qué haces! -Saltó Jisoo.

Su amiga le dio el celular en sus manos e hizo una mueca para que lo pusiera en su oído. Aquello fue más una amenaza.

-Ho-hola, Jennie -habló cuando se dio la llamada.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de que era solo la contestadora con la voz de la mujer. Colgó de inmediato y echó un suspiro fuera, decepcionada.

-Es extraño que no responda, no hace menos envió el mensaje...

La de mayor edad se encogió de hombros, y entonces, se olvidaron del tema viendo series en el televisor.

Dos días más tarde, Jisoo se habia dejado vencer por la inquietud, por ende habia decidido visitar el hogar de la morena. Ésta no hubo respondido su llamada previa, y tal hecho le hacía mantenerse terriblemente nerviosa, aunque mas que todo, preocupada. Las preguntas que invadían su pequeña cabeza eran innumerables, y antes de estallar en conclusiones tempranas por sí misma, y perderse en el desespero, prefirió que su amiga estuviese con ella, y así tranquilizarle, como sólo ella podía.

Sins. (ChaeLisa)Where stories live. Discover now