Capítulo 4

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Era sábado por la mañana, el rizado despertó por ahí de las 10 A.M.
Se había quedado despierto hasta tarde hablando con Louis.

Al darse cuenta de lo que había hecho ayer un rubor se apoderó de sus mejillas, aquel chico le hacía hacer cosas que nunca se imaginó.

"¿Por qué eres así?" Se dijo a sí mismo.

Se levantó de la cama y se dirigió al baño a hacer sus necesidades.

Se vistió con ropa cómoda y bajo al primer piso, hoy planeaba quedarse en casa todo el día y hacer de vago.

Después de comer algo, se fue a la sala y encendió la televisión, nada interesante, sólo las noticias del clima, al parecer ése día llovería, maldición.

Su celular comenzó a sonar, una llamada.
Lo tomó sin mirar de quién se trataba y contestó.

—¿Hola?

¡Harry!

El rizado sonrió al saber de quién se trataba.

—¿Qué pasa, Niall?

¿Qué harás hoy?

—Nada, sólo quiero estar en casa y vagar un rato.

Cabrón, es sábado, hay que salir, vayamos a comer o qué se yo.

—Ni, no tengo ganas, en serio, además, el clima dice que hoy habrá lluvia y tú acabas de curarte.

Que aburrido eres, Styles.

Mejor mañana, ¿si?

—Vale.

El rubio colgó sin más, Harry río por su berrinche.

Se acostó en el sillón, se sentía muy cansado, así que cerró los ojos y fue cayendo en un profundo sueño.

Despertó al escuchar golpes en la puerta, se sentó y talló sus ojos para despabilarse, miró el reloj que colgaba en su pared, 6:00 P.M.

Se levantó y se dirigió a la puerta, seguramente era Niall aún con la idea de salir.

Abrió y el sueño se le quitó por completo.

—Hola, muñeco.

Unos brazos se aferraron a su cintura.

—H-hola, Daddy.

—¿Me dejas pasar?

—Si-i, entra

El castaño lo soltó, entrando, mientras el rizado cerraba la puerta.

Harry notó que el castaño tenía una bolsa, quería preguntar que contenía pero sólo se quedó callado.

—¿Sigues sólo, bonito?

Louis miró al ojiverde con una sonrisa lasciva.

—Sí, mi madre llega hasta mañana en la noche.

—Ya veo...

El castaño se acercó a él, tomando su barbilla y uniendo sus labios en un beso lujurioso.

Sus manos fueron bajando hacia su trasero, apretando sus muslos y restregándolo contra el.

—Mhmn, Daddy, estás muy duro.

—Me pones mucho, niño.

El castaño tomó de nuevo los muslos del menor y lo alzó, recargándolo en la puerta, mientras sus besos los bajaba hacia su cuello.

—Oh Daddy, mhmn.

El pequeño con sus piernas apretaba la cadera del mayor, pegándolo a el, y con sus manos tomaba su cabello castaño, enredándolo entre sus dedos.

Baby Boy [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora