Esclavos

14

Su pequeño cuerpo, envuelto en una bolsa, fue violentamente aventado sobre el suelo.

Auch!

Sentía que no podía respirar , se ahogaba en esa horrible y asfixiante bolsa de tela, le rezó a todos los dioses y diosas de los cuales tenía conciencia (seria grosero rogarle a un dios o diosa del cual no sabia nada) y suplicó por que alguien abriera la bolsa.

Pasaron unos segundos en los cuales gritó por ayuda, lloró llamando a sus hermanas y a su padre, antes de que la bolsa fuese abierta.

Lo primero que sus ojos captaron cuando su cuerpo estuvo libre de aquella bolsa, fue que se encontraba en una calle desierta, la cual no reconocía.

Lo cual era malo, pues él conocía cada centímetro del reino de su padre.

Lo habían sacado de Roma.

– Cómo te llamas?– Preguntó una voz detrás suyo. Se giró sobresaltado y, forzando la vista para ver a través de la oscuridad, se encontró con un pequeño algunos pocos centímetros más alto que él, de su misma edad, tal vez un año o dos, no estaba seguro por la oscuridad, pero el niño tenía la piel oscura, rizos marrones y ojos del mismo color.

– Quién eres tu?_ Preguntó frunciendo el ceño.

El rizado se cruzó de brazos.

– Yo te pregunte primero, y yo te salve de asfixiarte en esa bolsa, por lo que responde a mi pregunta– Le recordó cuando vio que el contrario abría la boca para protestar.

– Nico... Quién eres y dónde estamos?

– Soy Leo, Leo Valdez, bienvenido a Atlántica.

Teorías?

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