Esclavos

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Dedicado a:

JesshiaLugo 😇💕

Hera intercambió una mirada con su esposo, antes de dirigir su fría pero victoriosa mirada al ángel encadenado que yacía sobre el suelo.

Nico le envió una fría mirada a la reina, esta le respondió con casi la misma intensidad. Luego ella sonrió con malicia y regocijo. Se agachó para quedar a la misma altura que el azabache lo escaneo con la mirada, buscando cualquier imperfección.

El pequeño ángel estaba sobre sus rodillas, con los talones pegados al final de su espalda y las manos encadenadas sobre su regazo.

La reina acuno los cachetes de Nico entre las palmas de sus manos y acarició con sus pulgares el rostro del azabache.

Sonrió al notar la innegable belleza de su esclavo.

– Estuviste muchos años escondido entre la escoria– le Susurró Hera con malicia, viendo la mueca de desagrado del ojimarron– Es hora de que tu utilice para algo útil.

En aquel momento Percy entró en la sala,interrumpiendo la anterior escena. Hera se irguio y miró a su hijo con los ojos brillantes.

– Me mandaste a llamar, Madre?– preguntó el ojiverde mordiendo el interior de su labio inferior.

Hera buscó a Zeus, buscando su consentimiento para continuar. Éste, sabiendo que aunque se negase su esposa seguiría con su plan, asintió.

La reina ensanchó su sonrisa.

– Perseus, mi querido hijo... Tendrás el honor de casarte con el heredero de Roma– Hera señaló a Nico.

Ambos se tensaron notablemente, intercambiaron miradas y poco a poco se fueron relajando, al menos se casarían con alguien que conocían, alguien que no les desagradaba. Se perdieron en los orbes del otro.

– La futura heredera de Roma no era Bianca di Angelo?– Preguntó Percy un tanto confundido, mirando atentamente al ojimarron.

Zeus tragó saliva a través del nudo que habitaba su garganta y miró a su esposa suplicante.

Ella no le hizo caso.

– No por mucho más tiempo.

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Bianca tomó un pedazo  pergamino, una pluma, un frasco de tinta y comenzó a escribir. Las manos tensas deseando cerrarse en torno al cuello de la persona que ardía en su mente.

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Hera, reina de Olimpia, miraba con el ceño fruncido al pergamino que sostenía entre sus manos mientras lo leía en voz alta para su esposo.

De repente, el crujido de las puertas al abrirse despertó el interés de los reyes, quienes miraron al soldado y al sirviente que en aquel momento entraron a paso apurado a la sala del trono.

– Mi rey, mi reina– Comenzó a hablar el soldado– Venimos a notificarlos de algo de extrema preocupación...

– La peste– Interrumpió el sirviente– La peste se  esta propagando por los barrios bajos y pronto llegará a los medios.

Los reyes intercambiaron miradas de pánico, pero no se permitieron desesperarse.

Una guerra y la peste, aquello sería algo difícil de manejar.

Sorpresa!(?)
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