Capítulo 20

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BELLE

Mis ojos se abrieron lentamente, doliendo ligeramente por la repentina luz a la que tuvieron que adaptarse. Algo muy pesado yacía encima de mi cuerpo, no era sofocantemente pesado, pero sí pesaba. Solté un bostezo, usando mi mano para cubrir mi boca. Cuando miré hacia abajo, me encontré con un Justin dormido.

Estaba acostado encima de mí, con una mano puesta entre mis pechos, mientras su brazo estaba enroscado en mi cintura. Un rubor creció en mis mejillas, y sentí un extraño revoloteo en mi corazón.

Me tomé un momento para apreciar a ese hermoso ser humano.

Sus labios estaban hechos un puchero, abiertos ligeramente mientras soltaba pequeñas respiraciones. Sus mechones de cabello rubio eran un desastre despeinado, y sus ojos estaban cerrados. Me encontré a mí misma imposible de ocultar mi sonrisa, soñolientamente estirando una mano para pasarla por su cabello.

Me tensé por un segundo, asegurándome de no haberlo despertado. En respuesta, recibí ligeras respiraciones. Le sonreí cálidamente, pasando una mano suavemente por su cabello. Lucía tan pacífico. Tan contento. Algo así como... como un niño. Y sobre todo; inocente.

Él verdaderamente lucía como un angel durmiente.

Mordí mi labio inferior tímidamente, lentamente dejando a mi mano alejarse de su cabello. La barba de tres días era ligeramente áspera bajo las yemas de mis dedos, pero sus mejillas eran suaves.

Suspiré lentamente, mirando hacia arriba al techo blanco. Si pensaba que mi oficina era plana y deprimente, esto era mucho peor. Había una cama, en la que estábamos acostados ahora. Una barra, en la que lo recuerdo haciendo levantamientos. Un por último, un pequeño cajón.

De pronto sintiendo a Justin moverse encima de mí, bajo la mirada hasta él. Un gruñido bajo dejó sus labios mientras se movía, lentamente levantando la mirada hacia mí. Cuando nuestros ojos se encontraron, sentí el rubor quemar mis mejillas. Así como también este sentimiento de hormigueo invadirme de cabeza a pies.

Una perezosa, soñolienta sonrisa se formó en sus labios. Sentí mi corazón tartamudear, saltando un latido. Me encontré devolviendo la acción, dejando la inevitable sonrisa crecer en mis labios.

—Buenos días —dijo con voz rasposa. Y, Dios, casi me vine justo ahí, por el sedoso tono de su voz. Era tan ronca, tan extremadamente rasposa.

—B-Buenos días —tartamudeé, bastante consciente del rubor en mis mejillas. Era algo de lo que simplemente no tenía control al estar cerca de él. Constantemente me enrojecía frente a él, y estaba bastante segura de que él estaba consciente de ello también. Solo estaba agradecida de que no se haya tomado el placer de avergonzarme al respecto.

Levantó su cabeza por un segundo, antes de dejarla caer de vuelta en mis pechos. Fue cuando su agarre en mí se apretó. Mordí mi labio inferior, poniendo una mano en su cabello, del cual anhelaba ver más.

Me aseguraría de que fuera así.

—No te estoy aplastando, ¿verdad? —su voz sedosa preguntó. Tragué, sacudiendo mi cabeza, antes de darme cuenta de que no podía verme.

—No, estás bien. Solo un poco pesado —añadí juguetonamente, pero había algo de verdad en ello. Tenía que pesar la mitad de lo que él, especialmente con esas montañas en sus brazos que llamaba músculos.

—Bien. Me gusta estar aquí contigo. Así —dijo, haciendo a mi cuerpo entero saltar por dentro. Me apretó por un segundo, acurrucándose más en mi pecho. No escondí la sonrisa que invadió mis labios.

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