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Epílogo

(leer nota al final, por favor.)

CUATRO AÑOS DESPUÉS

NARRADOR OMNISCIENTE

"Siempre dicen que el tiempo cambia las cosas, pero realmente, debes cambiarlas por ti mismo."

"Nunca es tarde para ser lo que podrías haber sido."

"Las cosas más hermosas que tenemos en la vida, provienen de cambios y errores."

El cambio siempre ha sido algo importante. Es algo que sacaba diversas emociones, todas diferentes según la persona. El cambio podría ser algo grande. Podría ser algo pequeño. Podría aterrarnos y causarnos que lo odiemos terriblemente. O podría emocionarnos, y hacernos perseguir más cambios en el futuro.

Es algo inevitable, de hecho, cada ser humano pasa por ello. Sin importar su religión, su color de piel, su raza, su pasado –nos sucede a cada uno de nosotros.

Muchos cambian para bien, después de atravesar un pasado malo, fatal. Nos muestra lo fuertes que realmente son los seres humanos. Puede ser por diversas razones, o simplemente porque quieren cambiar.

Sobre todo, el cambio es efectivo en muchas maneras.

Puede pasarle a cualquiera, justo como le pasó a Justin Drew Bieber. Él era conocido como un asesino; el asesino inconsciente detrás de la muerte de su padre. Sin embargo, era incomprendido y verdaderamente inocente. Eso, sin mencionar que no tenía la culpa de nada.

Él era el mismo pequeño niño que creció viendo a su padre darle palizas a su madre, al punto de que ella lloraba hasta quedarse dormida y hacía lo que él quisiera. Extrañamente, estaba enamorada de ese monstruo enfermo. El mismo monstruo que comenzó a abusar de su propio hijo, Justin.

Su niñez no fue feliz, ni tampoco su adolescencia. A los diecisiete, fue acusado por la muerte de su padre y llevado a prisión –todo por un crimen que no cometió. Los años pasaron y ese chico de diecisiete años, se convirtió en un hombre de veinticuatro.

Sin embargo, un factor clave dentro de él cambió. Claro, su apariencia física, su posición había cambiado –pero emocionalmente, estaba lleno de cicatrices. Estaba roto –caído.

Entonces de repente, un día, una mujer especial entró a su vida y la cambió por completo. La miró, la escuchó y memorizó todo sobre ella. Estaba intrigado. Tanto por su belleza como por su corazón desinteresado.

Similar a él, ella sentía exactamente las mismas emociones. Solo probando que Dios la había enviado hacia él a propósito.

Con el tiempo, se volvieron más cercanos. Aprendieron nuevas cosas sobre el otro. Aprendieron sobre sus pasados y aspiraciones futuras. Y durante esas semanas en las que se conocieron entre sí –se enamoraron. Sucedió lo inevitable.

Sin embargo, otra cosa inevitable sucedió, y su secreto fue revelado. La terapeuta de una prisión no podía tener una relación con uno de sus pacientes. Estaba mal, era rechazado por muchos. Mientras otros habrían admirado su determinación para amar.

Habían pasado cuatro años desde que se marcharon de esa prisión, juntos. Mano a mano, se marcharon para empezar su nueva vida –pero ambos aprendieron algo nuevo. Aprendieron una numerosa cantidad de cosas. Pero una resaltó de entre todas las demás.

No dejarían que nadie se interpusiera entre ellos.

El golpeó rápidamente la bolsa llena de arena, sus nudillos vendados golpeando contra el material. Un fuerte ruido sordo hizo eco en la habitación. Nada más que determinación en destrozar el rostro que se imaginaba golpeando, jugando en su cara.